El blog Segunda Cita del cantautor Silvio Rodríguez ha publicado un post titulado Reivindicación del 20 de mayo, donde el autor llama a rescatar la fecha en la que Cuba obtuvo oficialmente su independencia de España y de la administración provisional de Estados Unidos, "como una fecha nuestra”.
El artículo es noticia porque Rodríguez es ampliamente considerado un embajador cultural del gobierno comunista de Cuba, el cual ha pasado por alto durante décadas y abolido del calendario festivo el día en que ondeó por primera vez la bandera cubana en el Morro de La Habana; y también se ha esforzado por demeritar en las aulas, las tribunas y los foros de historia ese resultado de las guerras cubanas por la independencia.
El autor es el economista y diplomático Fidel Vascós González, actual embajador en Chipre y ex profesor y vicerrector del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García".
Vascós González habla de “fechas que constituyen un parteaguas en la vida de los pueblos y que marcan ‘un antes y un después’. Su influencia es tal que generan encendidas polémicas entre defensores y detractores de su trascendencia.
Asevera que “en estos casos se impone la serenidad y el análisis balanceado. Para ello deben tenerse en cuenta tanto los aspectos objetivos del hecho en su entorno concreto y en el devenir social, como los subjetivos que emanan del alma popular.
Para los cubanos, una fecha de estas características es el 20 de mayo de 1902”.
El autor rompe el tabú no escrito en que se convirtió bajo los hermanos Castro referirse a aquel día del año 1902, y evoca el júbilo de los cubanos:
“Los actos del cambio de poderes contaron con la presencia del Generalísimo Máximo Gómez, el único de los grandes jefes de la lucha por la independencia que quedaba vivo. Gómez, ante el Gobernador norteamericano Leonardo Wood, izó la enseña nacional y exclamó: "!Hemos llegado!", según recogieron los periódicos de la época. Acompañando al ulular de las sirenas en fábricas y barcos surtos en el puerto, el pueblo desbordaba masivamente las calles y avenidas de la ciudad. Similares eventos se desarrollaron a lo largo y ancho del país”.
“Para el pueblo cubano de aquellos tiempos, el hecho constituyó una manifestación de inmenso júbilo que mitigaba las desgarraduras sufridas durante los años de la guerra libertaria”.
Gran parte del artículo se dedica a marcar el paso con la historiografía oficial y sus lugares comunes: ”el neocolonialismo norteamericano”, “el imperialismo yanqui”, “fachada para estafar al pueblo”, ” la plena independencia y soberanía nacionales se completaron 57 años más tarde, el primero de enero de 1959”.
Pero entre col y col, el ex profesor de diplomáticos acaba exhortando:
“Los cubanos patriotas, que son los más, de dentro y de fuera, debemos rescatar el 20 de mayo como una fecha nuestra, con sus luces y sus sombras. Los avances logrados en ese momento histórico pertenecen a los cubanos que lucharon, luchan y lucharán por la independencia y soberanía nacionales”.
El artículo es noticia porque Rodríguez es ampliamente considerado un embajador cultural del gobierno comunista de Cuba, el cual ha pasado por alto durante décadas y abolido del calendario festivo el día en que ondeó por primera vez la bandera cubana en el Morro de La Habana; y también se ha esforzado por demeritar en las aulas, las tribunas y los foros de historia ese resultado de las guerras cubanas por la independencia.
El autor es el economista y diplomático Fidel Vascós González, actual embajador en Chipre y ex profesor y vicerrector del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García".
Vascós González habla de “fechas que constituyen un parteaguas en la vida de los pueblos y que marcan ‘un antes y un después’. Su influencia es tal que generan encendidas polémicas entre defensores y detractores de su trascendencia.
Asevera que “en estos casos se impone la serenidad y el análisis balanceado. Para ello deben tenerse en cuenta tanto los aspectos objetivos del hecho en su entorno concreto y en el devenir social, como los subjetivos que emanan del alma popular.
Para los cubanos, una fecha de estas características es el 20 de mayo de 1902”.
El autor rompe el tabú no escrito en que se convirtió bajo los hermanos Castro referirse a aquel día del año 1902, y evoca el júbilo de los cubanos:
“Los actos del cambio de poderes contaron con la presencia del Generalísimo Máximo Gómez, el único de los grandes jefes de la lucha por la independencia que quedaba vivo. Gómez, ante el Gobernador norteamericano Leonardo Wood, izó la enseña nacional y exclamó: "!Hemos llegado!", según recogieron los periódicos de la época. Acompañando al ulular de las sirenas en fábricas y barcos surtos en el puerto, el pueblo desbordaba masivamente las calles y avenidas de la ciudad. Similares eventos se desarrollaron a lo largo y ancho del país”.
“Para el pueblo cubano de aquellos tiempos, el hecho constituyó una manifestación de inmenso júbilo que mitigaba las desgarraduras sufridas durante los años de la guerra libertaria”.
Gran parte del artículo se dedica a marcar el paso con la historiografía oficial y sus lugares comunes: ”el neocolonialismo norteamericano”, “el imperialismo yanqui”, “fachada para estafar al pueblo”, ” la plena independencia y soberanía nacionales se completaron 57 años más tarde, el primero de enero de 1959”.
Pero entre col y col, el ex profesor de diplomáticos acaba exhortando:
“Los cubanos patriotas, que son los más, de dentro y de fuera, debemos rescatar el 20 de mayo como una fecha nuestra, con sus luces y sus sombras. Los avances logrados en ese momento histórico pertenecen a los cubanos que lucharon, luchan y lucharán por la independencia y soberanía nacionales”.