El escritor peruano Juan Manuel Robles acaba de publicar su primera novela, en la que pone en evidencia cómo el programa soviético en América Latina no pudo impedir que los niños amaran las series y jueguetes estadounidenses mientras estudiaban a los héroes comunistas.
En su reciente título, "Nuevos juguetes de la Guerra Fría", publicado por la editorial Seix Barral, proyecta parte de sus experiencias vitales en el personaje Iván Morante, un niño que se divierte con productos estadounidenses pero cuyo padre, simpatizante comunista, no le deja comer en ningún Kentucky Fried Chicken.
En la novela, un ya adulto Morante busca desde Nueva York recordar su infancia como alumno "pionero" en la escuela de la Embajada de Cuba en la capital boliviana, donde se desplazó por motivos laborales de su padres, reseña EFE.
Esta historia parte de hechos reales, ya que Robles (Lima, 1978) vivió parte de su infancia y se educó como "pionero" en La Paz, para luego "fantasear con lo vivido".
"Llega un momento en el que no sabes lo que es real y lo que es ficticio", apuntó el periodista peruano, que estuvo becado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Para Robles, como otros niños de su generación, los muñecos He-Man y Skeletor "tenían el mismo estatus que personajes históricos" como Ernesto Che Guevara y otros héroes de la revolución comunista latinoamericana, por lo que admiraba a todos por igual.
"Los estadounidenses saben cómo hacer lo suyo atractivo, y esta era una forma de dominio cultural a la que los padres más socialistas no sabían si resistirse o dejarse llevar", dice el autor, que como niño en un mundo dividido en dos bloques se veía sometido al mismo tiempo al "evidentemente adoctrinamiento para crear un enemigo, todo basado en un cierto fanatismo y la construcción de héroes".
"Era una educación basada en la guerra, en la idea del enfrentamiento", comentó Robles, quien apuntó que en "Nuevos juguetes de la Guerra Fría", la muerte está también presente pero de un modo "más aséptico", en forma de espadas láser.
En esta historia, el recuerdo y la memoria tienen un papel predominante, ya que según Robles, "hay imágenes que caen en el olvido, como un muro infranqueable".
"Los recuerdos son más una narrativa, que una fuente de hechos", admite el autor, quien tras escribir esta novela se ha percatado de la capacidad que tienen los recuerdos de "deformarse".
"Recordar es volver a vivir, pero de una forma virtual, una simulación", defendió.