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Cuba cancela una vez más importante torneo de ciclismo


Las Vueltas a Cuba se remecieron en medio de una vorágine de cancelaciones y de regresos a la vida…”e incluso el pueblo, ese que esperaba al borde de la carretera, en el portal de su casa o en la guardarraya la caravana multicolor, no siente como suya esas lides”...

¿La Vuelta (a Cuba en bicicleta) se va a bolina?, se pregunta el periodista del semanario oficialista Trabajadores, en La Habana, a propósito de una nueva cancelación de una competencia que había nacido en el país allá por 1964.

“¡Ahí viene Pipián”!, se gritaba a la orilla de los pueblos, en la Cuba de finales de los años 60, cuando un guajirito de nombre Sergio Martínez, oriundo de la localidad matancera de Pipián, imponía su pedaleo en las carreteras de la isla más grande de las Antillas.

Pero se fue Pipián, los campos se llenaron de marabú, las Vueltas a Cuba se remecieron en medio de una vorágine de cancelaciones y de regresos a la vida…”e incluso el pueblo, ese que esperaba al borde de la carretera, en el portal de su casa o en la guardarraya la caravana multicolor, no siente como suya esas lides”, afirma el mismísimo semanario gubernamental desde La Habana.

Repasemos, someramente, las interrupciones que ha sufrido la Vuelta, comenzando por las de 1970, 1975 y 1982. La primera, bueno, por la zafra de los 10 millones, aquellos que no se alcanzaron pero al menos nos dejaron el legado musical de la orquesta los Van Van; después, el deporte en la Isla priorizó la asistencia a los Juegos Panamericanos en México 1975, y finalmente La Habana llevó a cabo los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana, razón suficiente para cancelar la justa de 1982.

El derrumbe del socialismo en Europa del Este y la llegada de la crisis económica que fue dulcemente bautizada como período especial, cerró largamente las puertas del ciclismo de ruta (1991-1999) “… un franco retroceso, mientras la pista, con las bondades del velódromo Reinaldo Paseiro (edificado en la capital para los Juegos Panamericanos de 1991), creció hasta alcanzar monarcas mundiales juveniles y de mayores, decenas de medallas panamericanas y hasta una presea olímpica en Beijing 2008”, amplía el comentarista desde su redacción deportiva.

El redactor recuerda además como el siglo XXI había resucitado la caravana multicolor, pero esta de 2012 es la segunda cancelación consecutiva y le concede la razón al INDER –el Instituto Cubano de Deportes—por las razones económicas que frenan otra vez la Vuelta, a pesar de “…. la ventaja de que los ciclistas foráneos siempre han pagado sus boletos, algo inusual en el ciclismo, y solo hospedaje y alimentación corren por el evento”.

Presa del optimismo –o de la desesperanza—el semanario Trabajadores propone medidas para recuperar la competencia, como acortar su tiempo de duración, disminuir la cifra de participantes, y “… buscar alianzas con las principales empresas de cada provincia y el país para auspiciar el certamen…”

El artículo fechado en La Habana no dice nada al respecto, pero no dudo de que los extranjeros se hayan negado de una buena vez a volar hasta la Isla a cambio de nada. Y en cuanto al apoyo de las empresas, me resisto a pensar en el nacimiento de una Vuelta a Cuba Havana Club, o del premio Red Bull al ganador de cada etapa.

Antes, no lo dudo, el inmovilismo oficialista obligaría a nuestros pedalistas a recorrer el Niágara en bicicleta.

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