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La historia de un cubano que salió en balsa hacia Miami y terminó refugiado en Australia


Ridel Brea, migrante cubano quien vive en libertad en Australia.
Ridel Brea, migrante cubano quien vive en libertad en Australia.

Ridel Brea hubiera sido un balsero cubano más.

Una madrugada tomó un bote para llegar a Miami, tal como lo han hecho miles de balseros que le antecedieron, pero a mitad del Estrecho de la Florida él y sus acompañantes fueron avistados por la Guardia Costera de Estados Unidos y trasladados a las instalaciones de la Basa Naval de Guantánamo.

Un año después, en calidad de refugiado, bajó de la escalerilla de un avión en Australia, al otro lado del mundo.

¿Cómo llegó allí?

Es de la oriental provincia de Santiago de Cuba y es el año 2015. Brea ha abandonado la carrera de Ingeniería Mecánica porque no tiene dinero ni para pagarse el pasaje de su casa a la universidad, que está en la misma ciudad.

“Y yo le dije a mi mamá: ‘tengo que salir de aquí y empezar a trabajar porque yo no creo que voy a hacer mucho”, dijo a la Voz de América desde Brisbane, capital del estado de Queensland, en el extremo oriental australiano.

Opositor al gobierno

El giro en su vida vino después de dejar las aulas. Su inconformidad con la situación política lo llevó a sumarse al grupo opositor Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), fundada por el exprisionero político de la Primavera Negra de 2003, José Daniel Ferrer, a quien habían condenado a 25 años de cárcel y salió bajo un acuerdo de los gobiernos de Cuba y España con la mediación de la Iglesia Católica en la isla en 2010.

El gobierno de Cuba no reconoce a la oposición política. Incluso por razones políticas muchos son perseguidos, detenidos y sancionados a varios años de prisión.

Por ejemplo Ferrer, líder de UNPACU, permanece detenido sin juicio desde las protestas del 11 de julio de 2021 ocurridas en todo el país. La fiscalía en Cuba acaba de anunciar el enjuiciamiento a más de tres centenares de manifestantes bajo los supuestos de alteración del orden, desacato a la autoridad, instigación a la violencia y otros.

En la UNPACU, Brea trabajó en la edición de audiovisuales para distribuir entre la gente y romper la censura oficial. Las represalias en su contra no tardarían: citaciones policiales, amenazas, relata.

“Me acuerdo que en una tarde recibo una citación para la unidad policial del Palacete, donde me encuentro a un hombre, un coronel que dijo que vino desde La Habana, desde la sede de la policía política solo para intimidarme y decirme que me iba a meter preso, y yo le dije a mi familia que era momento ya de salir del país porque la persecución era mucha”.

El punto escogido fue Cojímar, al este de La Habana. “Fue uno de los momentos más terribles de mi vida”, asegura.

Relata que a medio kilómetro estaba el mar y llevaban la rústica embarcación en una carreta que se rompió. Terminaron cargando el bote y se vieron obligados a echarlo por las rocas hacia el agua.

“Estuvimos un día y medio en el agua hasta que el avión del guardacosta nos vio y alertó a los barcos… uno de los mejores momentos que he sentido, sabía que iba a ser rescatado”. Allí en la embarcación de la Guardia Costera esperó por seis días a que desde Washington le dieran el visto bueno para ser llevado a la Base Naval estadounidense en Guantánamo.

Vivir en “el otro Guantánamo”

Guantánamo es la provincia más cercana a Santiago de Cuba. Ridel estaba a pocos metros de Guantánamo, pero en el territorio de la Base Naval que controla Estados Unidos y ubicado en un edificio que opera la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

“Se nos permitía trabajar, nos ofrecían clases de inglés, tenían una amplia biblioteca con libros, películas y videos-juegos”, dice al recordar aquel año tan lejos y tan cerca de casa que describe como una etapa difícil.

“Allá en Guantánamo me enseñaron el inglés americano, pero cuando llegamos acá a Australia eso fue un choque terrible, porque el inglés que se habla acá es súper, súper diferente”, recuerda.

Explica que la OIM lo ayudó con los procesos para recibir refugio en diferentes países como Costa Rica, Canadá, Eslovaquia y Australia. Uno de los días más alegres de mi vida fue recibir la noticia que Australia nos ofreció refugio. Luego de vivir un año en la base naval de Guantánamo emprendimos la travesía en avión rumbo Australia.

Viaje al otro lado del mundo

Brea agradece haber sido aceptado como refugiado, aprendido el idioma del país que lo acogió, obtener un trabajo calificado, haber hecho una familia y sobrepasar sin dificultades el examen de ciudadanía, un periplo que sueñan millones de refugiados en el mundo.

“Acá en Australia estudié inglés aproximadamente como cuatro meses hasta que encontré mi primer trabajo en una factoría”, recalca en un mensaje enviado luego por WhatsApp. Desde entonces, comenta, no paró de estudiar hasta obtener varios certificados de grado 3 en seguridad y operaciones, control de armas de fuego y transporte de valores y tiene trabajo a tiempo completo como oficial de seguridad desde 2018. En este empleo ha trabajado para los conciertos de Taylor Swift, Eminem y otros, señala.

Pensar en Cuba, encontrar el amor, hacer una familia

“Yo me fui en el 2016, mi hijo tenía un añito, no lo he visto desde entonces, solamente lo veo por Messenger o lo veo por WhatsApp. Eso es una cosa que te va comiendo por dentro y tú dices: “¡Oh!, todo el mundo viviendo en Cuba y tú estás acá, solo y es terrible. Muchas veces te dan hasta deseos de regresar”.

Pero el amor, al parecer lo estaba esperando. Al poco tiempo de llegar se casó con una australiana con la que tiene una hija. “Te digo, eso fue súper rápido. Llegué aquí a Australia y encontré mi pareja y hemos estado juntos desde que llegué. Es una de las cosas que me ha ayudado bastante con el idioma: la esposa y la nena que tengo son lo mejor que he tenido. Me ha ayudado bastante, el inglés mío ha mejorado bastante por así decirlo, y no me he sentido solo, no me he sentido solo”.

El país, dice, no escapa a actos de xenofobia. Aunque aclara que no es de modo general, pero lo ha sufrido en carne propia y ha aprendido a comprender y a seguir adelante. Alguien masculla palabras cuando él le solicita un documento de identidad o le indica un procedimiento obligatorio. “Hay personas que son un poco racistas y piensan que porque somos emigrantes venimos acá a quitarles su trabajo. Y con nosotros los latinos que somos gente trabajadora, que nos gusta trabajar, ellos se sienten a veces un poco como que intimidados de que le vamos a quitar su trabajo (…) no todos, no te voy a generalizar de que todos los australianos son así, no, no. Son algunos”.

El 11 de julio de 2021, cuando se produjeron las masivas protestas en toda la isla desde 1959 que Fidel Castro tomó el poder, muchos cubanos alrededor del mundo se solidarizaron con los manifestantes y sus reclamos. Al otro lado del mundo, Ridel Brea se unió a sus coterráneos.

“Aquí hicimos una protesta en el Casino y yo fui a apoyarlos a ellos. Yo siempre apoyo a la oposición cubana, siempre lo voy a apoyar”, remata.

Es de noche en Miami. Ya es casi media mañana en Brisbane.

Antes de partir a su trabajo, Ridel les habla a otros refugiados, a los que hoy están a inicios o mitad del camino. “No se sientan tristes porque estén en esa situación porque yo pasé lo mismo: yo estuve en un campo de refugiados y yo tenía fe. Tengan fe en la organización que lo está ayudando. Ellos los van a guiar”.

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