Julio Llópiz-Casal ha escrito una “Carta abierta al bienalista” con motivo de la inesperada decisión del régimen cubano de celebrar otro capítulo de La Bienal de La Habana, luego de que una avalancha de manifestantes recorriera la isla al grito de ¡Libertad! los días 11 y 12 de julio, trayendo como resultado más de mil detenidos, entre ellos, reconocidos artistas plásticos.
En la Carta, publicada por Hypermedia Magazine, Llópiz-Casal derrocha una amarga ternura dirigida a aquellos que, siendo amigos de toda la vida del joven creador, se han entusiasmado con el regreso de la Bienal a La Habana. Con sutileza, Llópiz-Casal advierte a sus amigos:
“Una bienal de arte es una convención de manipulaciones, más o menos controladas, en cualquier contexto. La Bienal de La Habana no es la excepción. La diferencia del evento habanero con los de otros lugares es que en vez de ser un paquetazo de jugadas maestras en función de acumular poder en el contexto del arte, y dinero, se trata de acumular poder desde el punto de vista político, cuidándose siempre de que el dinero generado no sea demasiado”.
"La Bienal de La Habana es un hueco que se abre cada tres años (ni siquiera cada dos) de modo temporal, en las paredes de una celda en la que estamos recluidos todos [...] Eso no está nada mal, pero se trata de supreviviencia, no tanto de trabajo artístico", apunta el artista.
“Los comunistas siempre tienen problemas con el dinero de los demás”, acota Llópiz-Casal, y agrega: “Leí esto hace poco y me encantó. A ti seguro también te encanta".
Según el activista, miembro del 27N, la Bienal de La Habana funciona como “herramienta de control político”, y más adelante añade: “Ha sido el evento en que algunos artistas no cubanos, que hoy son de renombre, tuvieron oportunidad de enseñar lo que hacían, y se pudo ver, de paso, acá”.
Tras señalar otras características, unas obvias y otras no tanto, de los objetivos del régimen al convocar esta Bienal, Llópiz-Casal dice a sus amigos artistas: “Te comportas como un bienalista y no te lo digo para que te sientas ofendido. Perdóname si así es. Vas a aceptar participar en la Bienal de La Habana porque crees que las bienales son un caminito de piedra en un jardín: la de La Habana, luego la de Curitiba, a lo mejor, con suerte, después la de Venecia”.
Entre los puntos que Llópiz-Casal enlaza como elementos hay hitos como piedras angulares de su particular análisis, por ejemplo: “La Bienal de La Habana hoy es el evento con que el Estado confirmará que está bien que estén encarcelados Luis Manuel Otero Alcántara y Hamlet Lavastida, a pesar de que no hayan cometido ningún delito”.
La “Carta a un bienalista” de Julio Llópiz Casal cierra de manera contundente: “Participar hoy en la Bienal de La Habana es colgar sobre las paredes del apartamento de tu corazón una imagen de la isla de Cuba en descomposición, pero que luce cool a los ojos de muchos…”.