La escritora y activista Katherine Bisquet confiesa que esos cuatro días en los que tuvo que meter su existencia en dos maletas y despedirse de todo y de todos para partir al destierro junto a su amor, el artista Hamlet Lavastida, ha sido "el peor tiempo" que le ha tocado vivir.
Sin chance ni de abrazar a sus familiares antes de la partida, y con el peso de una responsabilidad enorme, la joven sabía que un día más en Cuba era un día más de cárcel para Lavastida, según narra en entrevista con el portal digital CubaNet.
"Es terrible tener esa sensación, o que te la pongan encima, la responsabilidad de tener que salvar a alguien. Eso me lo hicieron creer por mucho tiempo, y ahí radicaba la peor tortura. No podía dormir, no podía escribir, ni leer, ni disfrutar de nada en lo absoluto. Ha sido el peor tiempo de mi vida. El tiempo de tener el mayor peso del mundo sobre mis espaldas. Tenía que elegir, y yo siempre elegiré el amor, es lo único que me ha salvado siempre", así explica la escritora la disyuntiva en la que la puso la Seguridad del Estado.
Lavastida permaneció detenido en Villamarista, el cuartel general de la policía política cubana, durante más de 90 días. Ahí dentro, dijo el artista tras su liberación a cambio del exilio, en septiembre pasado, "tienen carta abierta para hacer cualquier cosa con tu cuerpo, con tu psiquis y con la ciudadanía en general”.
"La Seguridad del Estado se apoderó del capital del amor, del compromiso de un ser humano con otro, y de la sensibilidad. Sobre todo, eso, la Seguridad del Estado desplegó un recurso tan vil como el chantaje sobre los dolientes, los seres más cercanos a Hamlet, y nos hizo saber que su excarcelación sería posible solamente con mi salida del país", explica Bisquet a la periodista Camilia Acosta, en la entrevista para CubaNet.
La joven no tuvo mucho tiempo para racionalizar una respuesta que tomó sin pensarlo dos veces. Aunque creía que, al final, el gobierno tendría que rendirse con el proceso de Lavastida por falta de evidencias para inculparlo, sabía que eso no era garantía de nada.
"Las autoridades en Cuba tienen total impunidad para hacer cualquier cosa en nombre del Estado y bajo la justificación de la protección del Partido. Entonces, el ciudadano cubano no es nada, es un ser desprovisto de todos sus derechos, hasta de su propia identidad. Somos seres nadando en la ilegalidad. Y eso nosotros lo teníamos bien claro", dijo.
Bisquet tenía esa certeza desde antes. Desde el acuartelamiento en la sede del Movimiento San Isidro, en noviembre del 2020, que trajo consigo una ola represiva contra sus integrantes.
"Fue un tiempo casi en su totalidad bajo prisión domiciliaria, o como bien se le podría denominar “privación ilegal de la libertad”. Mientras, desde adentro, desde ese presidio se sufre la represión con mayor desesperación. Te acomete la locura y la pérdida de la realidad, del tiempo, no se sabe de un término, una fecha para la culminación de ese encierro", señaló.
Sin embargo, para la activista nada de eso se compara a lo que sintió cuando encerraron a Hamlet, y otros artistas y miembros del MSI que siguen en prisión.
"Uno sufre más cuando le represión está puesta sobre los cuerpos que uno ama que sobre uno mismo. Porque cuando está en uno mismo se puede controlar, se puede medir, como los síntomas de una enfermedad. Cuando está afuera, cuando está sobre otros, la impotencia, la fuerza y el grito contenido no caben en unas palabras, en un post en Facebook. Dan ganas de tomar ese lugar, el lugar del reprimido, y sientes la injusticia en mayor escala", confesó.
Lejos de Cuba, y sin posibilidad de retorno, Bisquet dijo que entre sus planes están "seguir escribiendo, seguir estudiando, seguir conociendo personas, seguir creciendo", y que esta vez quisiera "escribir algo mucho más grande, no sé si una novela", en la que pueda volcar "toda la m... que viví en Cuba, y todo lo que gané y aprendí al lado de mis amigos".
El destierro, aseguró, lo asume con naturalidad, de forma consecuente.
"Cuba es un país que ha desterrado a todos sus hijos. Todos los cubanos que me rodean aquí en el exilio son desterrados también, porque el solo hecho de que tu existencia sea imposible en ese país y tengas que verte en la obligación de irte sin idea de retorno no es más que otro tipo de destierro", concluyó.