El destacado periodista independiente Henry Constantin Ferreiro, vicepresidente regional para Cuba de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), ha logrado salir del país luego que las autoridades del régimen levantaran las restricciones de viaje impuestas hace dos años.
El director de la publicación "La Hora de Cuba" celebró en redes sociales esta decisión al tiempo que lamentó que muchos de sus amigos y colegas en el activismo político y en el periodismo independiente en la isla permanezcan en la lista de "regulados", como catalogan las autoridades migratorias de Cuba a los ciudadanos a quienes se les prohibe la salida del país.
A continuación reproducimos el texto compartido por Constantin:
Amigos, quiero compartir con ustedes mi alegría, y más que eso, mi optimismo. El próximo 17 de marzo iba a cumplir dos años de prohibición de salir de Cuba. Dos años en que, no lo niego, los mismos oficiales que tomaron esa desesperada decisión hicieron muchas más cosas contra mí y mis amigos de La Hora de Cuba, para cansarnos, aislarnos y enmudecernos, y finalmente -el sueño dorado de sus jefes- exiliarnos.
Pero no pudieron.
El viernes pasado, mi papá, que cada cierto tiempo iba a las oficinas del MININT a preguntar si su hijo seguía regulado, regresó a mi casa con cara distinta. "Ya no estás regulado", me dijo. Desconfiado, fui y lo confirmé en otra oficina. Desconfiado, recogí un poco de ropa, organicé asuntos de trabajo, le di un beso a mi hijo Dante (y un besito imaginario a Rosslyn, que está lejos por unos días en el campo con su otra abuela) y con un pasaje de ida y vuelta a Miami y mis padres llegué al aeropuerto de Camagüey. Desconfiado aún, los de Inmigración me hicieron esperar fuera de la línea mientras se iban con mi pasaporte a pasar aviso y pedir instrucciones por teléfono, antes de dejarme pasar. Y todavía desconfiado, dejé que un agente me "cachara" incluso partes que solo mi novia disfruta "cachar" -"qué trabajo más duro le toca a usted", le comenté y se puso muy serio- mientras una amable muchacha revisaba mi equipaje, sin saber que lo más importante y prohibido que yo puedo entrar o sacar de Cuba no son cosas, sino las ideas que llevo en mi cerebro, y el vigor, la claridad y la pasión que mis padres, Dios, los genes o el destino -o todos ellos- pusieron en mi corazón. Y esas cosas ninguna aduana ni ningún operativo me las pueden quitar. Como tampoco me van a quitar la decisión de estar, de vivir en Cuba, a pesar de todo.
Y finalmente, todavía desconfiado, me senté en el asiento con ventanilla del vuelo American Airlines de las 5:20 pm, y vi alejarse atrás y debajo la ciudad, los campos y las lomas de Cuba.
Con este viaje acaban de terminar -con la misma arbitrariedad con que empezaron- dos años de rígida prohibición de salir de Cuba que algunos allá arriba decidieron, para disminuirme. Durante ese tiempo fui invitado a la Cumbre de Lima y la Asamblea General de la OEA en México, a encuentros con funcionarios de la ONU. a los congresos de la Sociedad Interamericana de Prensa en Argentina, Estados Unidos, Colombia y Guatemala, a cursos y encuentros en Costa Rica, España... A ninguno me dejaron salir los que todavía mandan en Cuba. A veces, incluso, ni a La Habana podía ir. Ahora que salgo, lo único que empaña mi alegría -además de extrañar a mi familia y amigos que, ustedes saben, es el primer sentimiento del que sale- es que quedan con la misma prohibición de salir de Cuba muchos amigos, colegas y gente que respeto. Allá están Sayli y Félix Navarro, Berta Soler y Ángel Moya, José Daniel Ferrer, Kata Moja y Carlos Amel Oliva, Karina Gálvez y Rosalia Viñas, Iván Hernández Carrillo, Claudio Fuentes, José Antonio Fornaris y su esposa Amarilis, Julio Aleaga, Ariel Ruiz Urquiola, Leonardo Rodríguez y sus hijos, Roberto Valdivia, los periodistas Ileana Hernández, Ana León, Osmel Ramírez, Abraham Jiménez Enoa, Roberto de Jesús Quiñones y Niorbe García Fournier; Librado Linares y Oscar Elías Biscet, y decenas de personas más entre los que están los condenados a vivir en espacios menores que los de la habitación desde donde ustedes leen este texto.
Puede que a mi regreso -que será pronto- me regulen de nuevo. Honestamente, no me preocupa: que me regulen hasta el 2222, seguiré trabajando en Camagüey, y haciendo todo lo que me gusta, con mi familia cerca y con el ánimo enfocado en La Hora de Cuba. Sentimos todo el tiempo la solidaridad de muchas personas fuera y dentro de mi país, y en casa -alrededor de La Hora de Cuba- hemos hecho un equipo formidable. Nada más que pedir.
En fin, amigos, estoy por un rato de vuelta acá fuera, por Facebook, por Whatsapp en el +5353412387, o en vivo. Lleno de gratitud, de optimismo porque veo en un futuro cercano cosas buenas para Cuba, y de abrazos pendientes y nuevos, les dejo mi primera foto de viaje -Estados Unidos- y del hombre un poco más libre que seré por estos días. Nos vemos.