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Hablar con la misma voz


Antonio González Rodiles.
Antonio González Rodiles.

Se considera que los cambios democráticos vendrán como evolución de supuestas transformaciones económicas que el régimen se verá motivado o presionado a realizar a partir de las nuevas medidas implementadas.

Días atrás, el abogado René Gómez Manzano escribía un artículo sobre las similitudes de la hoja de ruta formulada por el Foro por los Derechos y Libertades y los cuatro puntos del Espacio Abierto de la Sociedad Civil. Al escuchar ayer la intervención del opositor Manuel Cuesta Morúa en la audiencia sobre Cuba en el Senado norteamericano, me parece oportuno señalar con la mayor claridad posible, cuáles son los puntos en los que coincidimos y diferimos las dos posiciones predominantes dentro de la oposición cubana.

El anuncio realizado por el presidente Barack Obama el pasado 17 de diciembre polarizó la oposición en dos tendencias. Las diferencias esenciales entre los dos grupos no están solo en si se apoyan o no las medidas lanzadas por Obama, se enfocan en cómo concebimos la transición y el tipo de país que vemos en el futuro.

Ambas posiciones manifestamos nuestro compromiso con la democracia, los Derechos Humanos y fin del totalitarismo. ¿Pero estamos dando exactamente la misma connotación a estos términos?

La política de Obama es aplaudida por quienes se agrupan en el Espacio Abierto y tiene varios elementos visibles:

  1. Se le da legitimidad al régimen al restablecer relaciones diplomáticas, es decir se acepta como gobierno legítimo.
  2. No se plantea una hoja de ruta o precondiciones para el proceso político aunque sí se piden los 4 puntos mencionados sin fijar la metodología.
  3. Se acepta que el proceso de transición vaya principalmente, o al menos en un inicio, de la mano de los actores políticos del régimen, lo cual presupone que estos serán parte del futuro de la Isla.
  4. Se considera que los cambios democráticos vendrán como evolución de supuestas transformaciones económicas que el régimen se verá motivado o presionado a realizar a partir de las nuevas medidas implementadas.
  5. Y algo que no forma parte de las medidas pero que ha ocurrido en la práctica, se ha aceptado que la Administración Obama dé preferencia a aquellos que desde la oposición, dentro de la Isla y el exilio, comparten esta visión.

Quienes por otra nos agrupamos en el Foro creemos que el proceso político debe basarse en otra lógica:

  1. El régimen cubano no es un gobierno electo por el pueblo y por lo tanto no es legítimo por no representar al soberano, a pesar de que por razones de lógica sobrevivencia tenemos que aceptar ciertas reglas. Como soberanos, es decir como cubanos, tenemos el derecho de demandar sobre las relaciones de las naciones democráticas con nuestro país.
  2. No concebimos el futuro de Cuba de la mano de los herederos políticos y familiares de los Castro. No nos sumaremos a la construcción de un nuevo autoritarismo que continúe con el proceso de devastación de nuestra nación.
  3. Consideramos que cualquier proceso político debe tener total transparencia en sus objetivos, debe estar bien planteado si se pretende al menos tener algunas certidumbres de su final. De ahí la Hoja de Ruta con los puntos planteados.
  4. Los Derechos Humanos y la promoción de la democracia, como principales objetivos, no deben estar enmascarados en otros elementos. Deben ser mostrados especialmente al pueblo cubano, desconcertado luego de 57 años de dictadura, para que pueda decidir hacia dónde desea enrumbar nuestro país.
  5. Entonces sí, tocaría a los cubanos, dentro de la Isla y el exilio, encontrar su camino dando espacio a los actores políticos y de la sociedad civil para que den dirección a los cambios verdaderos.

Es tiempo de discutir con total claridad. En el debate serio y directo debe estar la maduración de los actores y el escenario político. Son naturales y saludables las distintas visiones sobre cómo construir una nueva nación, pero podremos jugar nuestros roles con efectividad sólo si existe cierta confianza política entre los actores. Quizás no formemos una orquesta sinfónica, aunque sí podríamos ser un conjunto de jazz, donde cada cual juegue su papel sin que suenen estridencias o atropellos.

[Este artículo fue publicado originalmente en el sitio Estado de Sats el 4 de febrero de 2015].

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