Lleva dos años pintando los rostros de anticastristas fusilados después de 1959. Pero Juan Abreu sigue calentando el brazo, como un pitcher de Grandes ligas.
Ahora Abreu ha extendido su mano enfundada en un guante de seda: le sugiere a la Xunta de Galicia que acepte algunos de los cuadros que hizo, para que los pongan en ese museo donde celebrarían la vida de los dictadores Raúl y Fidel Castro.
El pintor y escritor exiliado cubano Juan Abreu hizo la sugerencia directamente en una carta pública al Presidente de la Xunta de Galicia y del Partido Popular gallego, Alberto Núñez Feijóo. Su intención es donar parte de los retratos de fusilados para exhibirlos en el museo dedicado a los hermanos Castro, que planea inaugurar la Xunta en la localidad de Láncara.
Exiliado desde el éxodo del Mariel de 1980, Abreu, quien reside en Barcelona, España, conversó hoy con Martí Noticias sobre su deseo de ofrecer la cara oculta de Cuba que los gallegos no conocen; su molestia porque el presidente de la Xunta haya gestionado el nombramiento de Raúl Castro como hijo adoptivo de Galicia y otros temas relacionados con su compromiso como intelectual cubano.
Los más de 300 retratos de la serie “1959” son interpretaciones de fotografías de las víctimas que el pintor ha compilado. Pueden apreciarse en su blog Emanaciones.com.
¿Crees que esta propuesta es viable, que te van a escuchar?
A mí me pareció interesante donar parte de la serie de los fusilados cubanos –sobre todo los que mató Raúl Castro en 1959 en Santiago de Cuba- para compensar un poco. Ya que iban a hacer un museo honrando a los Castro, pues que también hubiera información sobre la realidad objetiva de estos individuos, que a fin de cuentas son unos dictadores y unos asesinos.
Ellos lo que quieren es atraer turismo, según han dicho. Pues que la gente vea los rostros, de una parte de pequeña, de estas personas que han sido víctimas de esa familia.
¿Cómo llegaste a la idea del proyecto y a las fotos de los fusilados?
Pensé en hacer esta obra en un viaje a Londres, cuando vi un cuadro que a mí me gusta mucho, tenía que ver con los palestinos, relacionado con la violencia de aquellos conflictos. Vi esto y por esas raras conexiones del cerebro, de pronto pensé: ‘Hombre, hay un gran tema aquí, que es el de la gente que ha muerto en Cuba, que los han matado, fusilado, y cuando llegué a casa empecé a buscar en los archivos.
Me puse de acuerdo con María Werlau, -de Archivo Cuba- y de verdad que me ha servido muchísimo. También se han publicado libros que tienen muchísima información sobre esto. En la Casa del Preso (Miami), tienen información, y he utilizado las fotos y los trabajos que han venido haciendo durante muchísimos años, me he puesto en contacto con ellos, y la verdad es que han sido súper amables.
Cuando empecé a investigar di con los rostros de los fusilados, una especie de retablos, y una cosa llevó a la otra, y otra, y de pronto ya estaba la obra.
¿Cuál es el fin de tu proyecto?
Espero que algún día pueda estar en algún museo, de Miami primero, me encantaría, que se interesara porque es el lugar apropiado para hacer una exhibición de parte de estas víctimas.
El objetivo es ese, a un museo primero, y más tarde cuando Cuba sea libre, pues que vayan al lugar donde tienen que estar, que es el Museo Nacional de Bellas Artes, para que los cubanos cuando vayan allí lo vean y mediten sobre lo que ha sido el pasado de la isla y lo que ha sido el régimen castrista.
Horas de esfuerzo, presupuesto ¿cómo has sentido el peso de este trabajo?
Es una gran responsabilidad, y es también un trabajo enorme, pero es parte de mi trabajo como artista, es parte de lo que yo tengo que hacer y me siento contento haciéndolo. No hay ningún problema con eso. No es algo que yo diga: ‘Mira, me estoy saliendo de mi trabajo para ponerme a hacer esto’. No.
Me ha servido como una especie de exploración pictórica con respecto al retrato: pintar cientos de retratos es una tarea tremenda, ¿no?
¿Y sobre la propaganda castrista de que el exilio mata la obra del creador?
Eso es una tontería de la maquinaria propagandística de los Castro. La gran literatura cubana se ha hecho en el exilio, desde (José) Martí a (Cirilo) Villaverde, Lydia Cabrera, Carlos Montenegro, (Enrique) Labrador Ruiz, (Guillermo) Cabrera Infante, Reinaldo Arenas… Realmente lo que no se ha hecho es ninguna gran literatura dentro de Cuba. Es la gran cosa. Se debería meditar al respecto, cómo una dictadura anula completamente el sentido creativo. Lo que se ha hecho dentro de Cuba durante todo ese tiempo es bastante de segunda mano.
Yo nunca he visto al exilio así. Al contrario, creo que un artista necesita libertad, y aquí es donde la hay, fuera. Los pocos que se atreven a retar eso, van a la cárcel, pagan un precio, cosa que me parece muy respetable. Desgraciadamente la mayoría no, se han dedicado a hacerle el juego al sistema para sobrevivir o por un viajecito o por cualquier tipo de prebenda.
Ser un artista comprometido con la libertad de Cuba, declararte anticastrista, ¿te ha traído algún freno en estas más de dos décadas?
Sí, claro, hay que pagar un precio por esto. Por ejemplo, aquí mismo en España cualquier escritor cubano de segunda encuentra un espacio, si eres un exiliado que se mantiene callado y haces tu papel de que no eres político y lo que se estila ahora, pues te tratan bien. Todo el mundo le hace caso, si eres un exiliado –sobre todo un exiliado anticastrista- entonces tienes que pagar un precio. Un precio de silencio, de poca promoción de tu trabajo, es así.
Yo siempre he pensado que por la actitud que uno tiene siempre hay que pagar un precio, y si hay que pagarlo se paga.