La primera reunión en mil años de cisma entre un pontífice romano y un jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa pondrá a prueba la flexibilidad del papa Francisco y del Patriarca Kiril en temas como Ucrania, terrorismo, Siria y la defensa de cristianismo.
"Para derrotar a este mal (el terrorismo yihadista) necesitamos una coalición de todas las personas de buena voluntad", dijo Hilarión, jefe de relaciones exteriores de la Iglesia Ortodoxa Rusa, al anunciar el encuentro del próximo viernes en Cuba.
Católicos y ortodoxos comparten un mismo Dios y el mismo evangelio, pero sólo ahora se han puesto de acuerdo en denunciar al unísono la persecución de las minorías cristianas en Oriente Medio y el norte de África. Pese a que la reunión será breve y tendrá lugar en el aeropuerto de La Habana, es una ocasión inmejorable para que ambos líderes religiosos puedan ejercer sus buenos oficios y limar asperezas entre Moscú y Roma con una declaración conjunta.
El papa nunca ha apoyado los bombardeos contra el Estado Islámico, pese a las amenazas vertidas por los yihadistas contra el Vaticano; mientras el Patriarca ruso, Kiril, no ha dudado en calificar los ataques rusos en Siria como "guerra defensiva" y "justa".
Ambos han denunciado la brutal represión de la que son víctimas los cristianos a manos de los yihadistas, lo que incluye asesinatos,
violaciones, profanación de templos y tumbas, y, finalmente, éxodo
forzoso.
Católicos y ortodoxos proclaman que la lucha contra el Estado Islámico no es una nueva cruzada de cristianos contra musulmanes, sino una guerra de valores entre el mundo civilizado y aquellos extremistas que quieren llevar el mundo al abismo del ojo por ojo, diente por diente.
El pontífice ha extendido la mano a los musulmanes en señal de concordia, mientras en Rusia, aunque la Ortodoxia sea claramente la religión mayoritaria, el Islam es uno de los cuatro credos oficiales y tiene más de 20 millones de fieles.
Hilarión adelantó que la reunión dedicará especial atención a la
situación política internacional y a su impacto en el mundo cristiano, como es el caso del terrorismo y la llegada de cientos de miles de refugiados a los países europeos.
Desde el pontificado de Benedicto XVI, ambas iglesias comparten su rechazo a que Europa, lo que incluye a sus instituciones políticas, pierda el norte cristiano y de la espalda a los valores familiares tradicionales. Tanto el aborto como las uniones homosexuales son líneas rojas para el Vaticano y el Patriarcado ruso, en países católicos los derechos de esas minorías son respetados, mientras en Rusia los homosexuales aún están en las catacumbas.
Aunque el Patriarcado ruso insista que el "mayor obstáculo" para la normalización entre Roma y Moscú sean los Uniatas (católicos de rito oriental), cualquier debate sobre Ucrania es igual de político que religioso. La Iglesia Greco-Católica, que está supeditada a Roma, tomó claramente partido a favor de la oposición en el Euromaidán y está a favor del cercamiento de Ucrania a Occidente, lo que preocupa a los ortodoxos, que son mayoría en ese país.
El vilipendiado líder uniata, Sviatoslav Chevchuk, habla un perfecto español y estuvo destinado en Argentina, patria chica del papa, que para más inri ha sido invitado a visitar Ucrania por el presidente, Petró Poroshenko. Por si fuera poco, los ortodoxos ucranianos también son víctimas de un profundo cisma y mientras algunos obedecen a Moscú, otros han creado su propio patriarcado con capital en Kiev, mientras una tercera corriente va por libre.
El papa Francisco tendrá que hilar muy fino, si no quiere irritar a los ortodoxos, que son muy sensibles con cualquier incursión en sus fronteras canónicas, no en vano siempre acusan a los católicos de proselitismo en su territorio histórico.
Aunque nunca nadie ha puesto pegas a que la Iglesia Ortodoxa Rusa abra templos en países con escasos fieles ortodoxos o de mayoría católica, como en América Latina, adonde Kiril irá de gira la próxima semana (Cuba, Brasil y Paraguay). El papa Juan Pablo II, mal visto en Moscú por su papel en la
caída del Comunismo, no pudo cumplir su sueño de visitar Rusia, pero
el actual pontífice ya ha dado el primer paso al aceptar reunirse con el patriarca ruso en territorio neutral, encuentro que debe ayudar a superar el cisma de 1054.
"La reunión demostrará al mundo que el sueño de San Juan Pablo II de que la Cristiandad respire con dos pulmones, uno occidental y otro oriental, se está cumpliendo", dijo Tadeusz Kondrusiewicz, jefe de la Iglesia Católica en Bielorrusia y antes en Rusia.