La censura informativa es un arma de doble filo. La absurda decisión del régimen verde olivo, de controlar las noticias, editar audiovisuales y hacer pulpa con novelas y libros contestatarios, ha forjado una base formidable de corresponsales independientes y comunicadores sociales dentro de Cuba.
No ocupan espacio en el diario Granma. En otros medios estatales no podemos leer sus reportes sobre las duras condiciones de vida en las prisiones cubanas o una brutal paliza a un grupo de mujeres que gritan libertad y democracia.
Según los cintillos oficiales, la isla es un remanso de paz y concordia. Pero en calles y bateyes de la Cuba profunda, un segmento amplio de ciudadanos están al límite en su descontento.
Ese volumen de información que no refleja la prensa oficial, es la cancha donde mejor juegan los reporteros libres y los blogueros alternativos. Si hace 20 años los periodistas independientes no llegaban al centenar y se localizaban en la capital, en estos momentos son casi 300, desde San Antonio a Maisí.
Mientras en el primer mundo cierran periódicos por insolvencia financiera, y se sigue buscando un modelo de negocio que aporte beneficios al periodismo digital, acá surgen blogs y webs a tutiplén.
Todos, intelectuales, disidentes liberales, católicos, socialdemócratas, conservadores o neocomunistas, se apoyan en las nuevas tecnologías para dar a conocer sus textos y sus proyectos de futuro.
Incluso, periodistas oficiales abren bitácoras y generan encendidas polémicas con escritos que, en los panfletos redactados por el partido comunista, hubieran ido a parar a la papelera.
Quien el mes pasado develó la trama del fraude cantado y corrupción en las pruebas de ingreso a la Universidad de La Habana, fue un bloguero de La Chiringa, bitácora autorizada por el gobierno.
En el periodismo oficial online, hay sitios que al igual que sus homólogos de la prensa independiente, critican el asfixiante costo de la vida, los precios descabellados en la venta de autos o en las salas de internet. Hay un glosario de temas donde ambos bandos reconocen la existencia de problemas.
La diferencia radica en su solución. Mientras las plumas oficiales describen la corrupción, mal funcionamiento del transporte público o se preguntan por qué la papa, el pescado o las naranjas han desaparecido y son muy cautelosos a la hora de señalar un culpable, los reporteros sin mordaza no se cortan para culpar a los Castro y demostrar que las actuales estructuras ideológicas y económicas han resultado un fracaso.
Dentro del periodismo independiente se localizan varios portales hechos desde Cuba. En La Habana se editan Primavera Digital, Hablemos Press, Cuba Prensa Libre y 14ymedio. Desde Pinar del Río, Convivencia; en Villa Clara, Cubanacan Press; en Sancti Spiritus, Yayabo Press, y en Santiago de Cuba, la Agencia de Prensa Libre Oriental y Pedazos de la Isla, entre otros.
Cada grupo o movimiento opositor tiene un sitio en la red. Punto y aparte merecen las informaciones y denuncias a diario enviadas por email por Martha Beatriz Roque Cabello y su Red Cubana de Comunicadores Comunitarios.
Es un chorro de periodismo libre y opiniones diversas. El 90% de los cubanos no tienen acceso a esa batalla digital de criterios donde con más o menos serenidad y vehemencia, se debate sobre el modelo a seguir en el futuro de la nación.
Algunos creen que es una disputa demasiado elitista para una población magullada por la inflación, salarios exiguos, poca comida y convivir bajo el mismo techo con tres generaciones diferentes. Pero siempre será mejor un huracán de criterios a la falta de polémica.
El terremoto en ocasiones se produce en las dos orillas. En la diáspora existe un racimo de publicaciones digitales, donde tienen cabida todas las tendencias. Del humor político subido de tono de Varela, el látigo verbal de la escritora Zoé Valdés a los artículos de Diario de Cuba y Cubaencuentro.
Y no son los únicos. Están también Martí Noticias, Café Fuerte, Havana Times, Penúltimos Días y El Correo de Cuba, sin contar las decenas de bitácoras. Es probable que los cubanos tengamos un per cápita alto a la hora de crear blogs y webs.
En ese ajíaco digital, encuentras textos chapuceros y difamatorios, pero la mayoría son enjundiosos, amenos y bien redactados. En este siglo 21, entre los cubanos de cualquier tendencia política, se ha destapado un manantial de periodismo.
Se escribe de deportes, economía, historia, política, cultura y ocio. En los análisis políticos, económicos o históricos, se van consolidando figuras de calibre. En La Habana, Antonio G. Rodiles, Pedro Campos, Dimas Castellanos y Manuel Cuesta Morúa, con argumentos concretos, dejan en evidencia la esencia autocrática del régimen. Se va gestando un columnismo político necesario, aún huérfano en la prensa oficial.
En el exilio, Rafael Rojas, Haroldo Dilla, Carmelo Mesa-Lago, Alexis Jardínes, Roberto Álvarez Quiñones, Carlos Alberto Montaner, Arnaldo M. Fernández, Eugenio Yáñez, Alejandro Armengol o Arturo López-Levy son la contraparte. Y descubres lápices que desde Madrid le sacan filo a la crónica. Raúl Rivero es el maestro.
En la isla destacan periodistas independientes como Luis Cino, Jorge Olivera, Víctor Manuel Domínguez, José Hugo Fernández, Augusto César San Martín, Orlando Freire Santana, Ernesto García Díaz, Camilo Ernesto Olivera y Víctor Ariel González, entre otros. Y la tendencia es a crecer en cantidad y calidad, con el aporte de fotorreportajes como los que están publicando en Cubanet, web decana del periodismo independiente cubano"..
Ahora mismo, un grupo de mujeres jóvenes, maduras y de la tercera edad, escriben libremente desde las calles cubanas. Tania Díaz Castro, Gladys Linares, Aimée Cabrera, Yusmila Reyna, Aini Martín, Dania Virgen García, Miriam Celaya, Regina Coyula, Yusimí Rodríguez, Dariela Aquique, María Matienzo, Lilianne Ruiz, Marcia Cairo y Polina Martínez Shviétsova se hacen notar con sus incisivos textos.
La lista no termina ahí. Desde otros terrenos y con otros puntos de vista, encontramos a Elaine Díaz, Sandra Álvarez, Yasmín S. Portales, Yanelys Núñez, Irina Pino, Verónica Vega, Regina Cano, Irina Echarry, Daisy Valera y Verónica Fernández, entre otras.
En un país de machismo avasallador, ese brote de periodismo femenino quizás sea la mejor noticia.
No ocupan espacio en el diario Granma. En otros medios estatales no podemos leer sus reportes sobre las duras condiciones de vida en las prisiones cubanas o una brutal paliza a un grupo de mujeres que gritan libertad y democracia.
Según los cintillos oficiales, la isla es un remanso de paz y concordia. Pero en calles y bateyes de la Cuba profunda, un segmento amplio de ciudadanos están al límite en su descontento.
Ese volumen de información que no refleja la prensa oficial, es la cancha donde mejor juegan los reporteros libres y los blogueros alternativos. Si hace 20 años los periodistas independientes no llegaban al centenar y se localizaban en la capital, en estos momentos son casi 300, desde San Antonio a Maisí.
Mientras en el primer mundo cierran periódicos por insolvencia financiera, y se sigue buscando un modelo de negocio que aporte beneficios al periodismo digital, acá surgen blogs y webs a tutiplén.
Todos, intelectuales, disidentes liberales, católicos, socialdemócratas, conservadores o neocomunistas, se apoyan en las nuevas tecnologías para dar a conocer sus textos y sus proyectos de futuro.
Incluso, periodistas oficiales abren bitácoras y generan encendidas polémicas con escritos que, en los panfletos redactados por el partido comunista, hubieran ido a parar a la papelera.
Quien el mes pasado develó la trama del fraude cantado y corrupción en las pruebas de ingreso a la Universidad de La Habana, fue un bloguero de La Chiringa, bitácora autorizada por el gobierno.
En el periodismo oficial online, hay sitios que al igual que sus homólogos de la prensa independiente, critican el asfixiante costo de la vida, los precios descabellados en la venta de autos o en las salas de internet. Hay un glosario de temas donde ambos bandos reconocen la existencia de problemas.
La diferencia radica en su solución. Mientras las plumas oficiales describen la corrupción, mal funcionamiento del transporte público o se preguntan por qué la papa, el pescado o las naranjas han desaparecido y son muy cautelosos a la hora de señalar un culpable, los reporteros sin mordaza no se cortan para culpar a los Castro y demostrar que las actuales estructuras ideológicas y económicas han resultado un fracaso.
Dentro del periodismo independiente se localizan varios portales hechos desde Cuba. En La Habana se editan Primavera Digital, Hablemos Press, Cuba Prensa Libre y 14ymedio. Desde Pinar del Río, Convivencia; en Villa Clara, Cubanacan Press; en Sancti Spiritus, Yayabo Press, y en Santiago de Cuba, la Agencia de Prensa Libre Oriental y Pedazos de la Isla, entre otros.
Cada grupo o movimiento opositor tiene un sitio en la red. Punto y aparte merecen las informaciones y denuncias a diario enviadas por email por Martha Beatriz Roque Cabello y su Red Cubana de Comunicadores Comunitarios.
Es un chorro de periodismo libre y opiniones diversas. El 90% de los cubanos no tienen acceso a esa batalla digital de criterios donde con más o menos serenidad y vehemencia, se debate sobre el modelo a seguir en el futuro de la nación.
Algunos creen que es una disputa demasiado elitista para una población magullada por la inflación, salarios exiguos, poca comida y convivir bajo el mismo techo con tres generaciones diferentes. Pero siempre será mejor un huracán de criterios a la falta de polémica.
El terremoto en ocasiones se produce en las dos orillas. En la diáspora existe un racimo de publicaciones digitales, donde tienen cabida todas las tendencias. Del humor político subido de tono de Varela, el látigo verbal de la escritora Zoé Valdés a los artículos de Diario de Cuba y Cubaencuentro.
Y no son los únicos. Están también Martí Noticias, Café Fuerte, Havana Times, Penúltimos Días y El Correo de Cuba, sin contar las decenas de bitácoras. Es probable que los cubanos tengamos un per cápita alto a la hora de crear blogs y webs.
En ese ajíaco digital, encuentras textos chapuceros y difamatorios, pero la mayoría son enjundiosos, amenos y bien redactados. En este siglo 21, entre los cubanos de cualquier tendencia política, se ha destapado un manantial de periodismo.
Se escribe de deportes, economía, historia, política, cultura y ocio. En los análisis políticos, económicos o históricos, se van consolidando figuras de calibre. En La Habana, Antonio G. Rodiles, Pedro Campos, Dimas Castellanos y Manuel Cuesta Morúa, con argumentos concretos, dejan en evidencia la esencia autocrática del régimen. Se va gestando un columnismo político necesario, aún huérfano en la prensa oficial.
En el exilio, Rafael Rojas, Haroldo Dilla, Carmelo Mesa-Lago, Alexis Jardínes, Roberto Álvarez Quiñones, Carlos Alberto Montaner, Arnaldo M. Fernández, Eugenio Yáñez, Alejandro Armengol o Arturo López-Levy son la contraparte. Y descubres lápices que desde Madrid le sacan filo a la crónica. Raúl Rivero es el maestro.
En la isla destacan periodistas independientes como Luis Cino, Jorge Olivera, Víctor Manuel Domínguez, José Hugo Fernández, Augusto César San Martín, Orlando Freire Santana, Ernesto García Díaz, Camilo Ernesto Olivera y Víctor Ariel González, entre otros. Y la tendencia es a crecer en cantidad y calidad, con el aporte de fotorreportajes como los que están publicando en Cubanet, web decana del periodismo independiente cubano"..
Ahora mismo, un grupo de mujeres jóvenes, maduras y de la tercera edad, escriben libremente desde las calles cubanas. Tania Díaz Castro, Gladys Linares, Aimée Cabrera, Yusmila Reyna, Aini Martín, Dania Virgen García, Miriam Celaya, Regina Coyula, Yusimí Rodríguez, Dariela Aquique, María Matienzo, Lilianne Ruiz, Marcia Cairo y Polina Martínez Shviétsova se hacen notar con sus incisivos textos.
La lista no termina ahí. Desde otros terrenos y con otros puntos de vista, encontramos a Elaine Díaz, Sandra Álvarez, Yasmín S. Portales, Yanelys Núñez, Irina Pino, Verónica Vega, Regina Cano, Irina Echarry, Daisy Valera y Verónica Fernández, entre otras.
En un país de machismo avasallador, ese brote de periodismo femenino quizás sea la mejor noticia.