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Entre #CubaBoicot y el estalinismo


A través de bocinas, Antonio Rodiles expone a los vecinos de Lawton las ideas de la oposición.
A través de bocinas, Antonio Rodiles expone a los vecinos de Lawton las ideas de la oposición.

El régimen está presto a realizar un nuevo acto circense con el que busca legitimar a sus herederos de cara al interior y exterior de la Isla. Intenta que una masiva asistencia a las urnas del fraude, afinque al grupo de relevo, que ya no forma parte de la mitología castrista.

Muchos abogamos por el boicot, pero inexplicablemente se ha logrado colocar también la idea de que asistir a la farsa y votar No sería la acción primaria de rebeldía. Comprendo que algunos cubanos se muestren confundidos en ese sentido, pero no tengo dudas de que el régimen trabaja fuerte en promover la opción de asistir a sabiendas que es el paso inicial para validar su engaño.

El secretario del llamado Consejo de Estado Homero Acosta, lo decía muy claro hace unos días: La principal tarea es que vayan todos los cubanos a votar.

Si bien hay un grupo de elementos técnicos que se pueden aludir para boicotear esta farsa constituyente, las razones políticas y éticas son las que muestran mayor peso:

Raúl Castro y su círculo cercano están enfocados en legitimar ante el mundo la transferencia de poder a sus herederos después de 60 años de abusos y violaciones.

El castrismo no posee el mandato ni la legitimidad para convocar a ningún proceso electivo. Mucho menos a una constituyente.

No ha existido un proceso constituyente con la participación de distintas fuerzas políticas. El texto final no puede ser llamado una Constitución pues no constituye un pacto social que abarca a toda la sociedad. El documento viola en letra los derechos y libertades fundamentales.

Escoger la fecha del 24 de febrero, marcada por el asesinato de los jóvenes de Hermanos al Rescate, constituye un acto deliberado de cinismo que busca enmascarar sus múltiples asesinatos y crímenes.

La legitimación del fraude tiene que venir acompañada de una asistencia masiva. Cierto porcentaje de votos "No" le daría un toque de credibilidad y alegarían que es reflejo de un ejercicio democrático.

El voto No, técnicamente no representa un rechazo al sistema sino a la "nueva Constitución". Si ganara el No, dejaría todo lo vigente incluyendo el texto de 1976, el cual resulta más estalinista e impresentable que el que buscan imponer.

No existen mecanismos de monitoreo que permitan denunciar un fraude representativo en el conteo. Para un total de más de 25 000 mesas y más de 120 000 agentes del régimen se necesitarían mínimo 50 000 activistas con la posibilidad de operar con total libertad. Hablar de uno o dos centenares de observadores independientes implican menos del 1% de la cifra necesaria.

No existe posibilidad de monitoreo en los conteos a nivel provincial y nacional. En esas instancias solo son la Comisión Electoral Nacional y las comisiones electorales provinciales las que tienen acceso. Comisiones que en su totalidad son designadas por el régimen.

Solo el castrismo ha desarrollado una brutal campaña en todos los medios de comunicaciones y espacios públicos. Quienes invitan a asistir y votar No o quienes impulsamos el boicot no solo no hemos tenido ninguna vía para lanzar nuestro mensaje, sino que su divulgación es penada.

La llamada ley electoral no solo viola en letra las normas básicas de una democracia, también es violada en la práctica dada la infinita necesidad del régimen de imponer su voluntad. El castrismo juega ambos papeles, juez y parte. No hay observancia de actores independientes locales ni foráneos.

Participar en la farsa sin poder mostrar pruebas significativas del fraude lo obligará a asumir las "leyes y normas complementarias" por estar en consonancia con el "espíritu" del nuevo texto. Es decir, la Ley 88 conocida como Ley Mordaza; la Ley Electoral; el Código Penal con las correspondientes figuras de propaganda enemiga, la peligrosidad social predelictiva entre otras; Decreto 349; por solo citar algunos ejemplos.

La experiencia previa de participación en una farsa electoral del régimen, apenas hace un año, debería ser conclusiva. No se permitió ni las candidaturas, ni el mínimo monitoreo no oficial. Los activistas fueron amenazados, violentados e incluso arrestados.

Los cubanos hemos mencionado en múltiples ocasiones que los venezolanos no escucharon nuestras advertencias. Debemos mirar a Venezuela para comprender lo que conlleva intentar jugar con herramientas democráticas con un régimen de corte totalitario. El desespero de algunos actores políticos no oficialistas por ser tomados en cuenta por el régimen constituye una gran debilidad y la inteligencia del castrismo lo sabe.

El escenario general es muy desfavorable para la familia Castro y allegados, aprovecharlo dependerá también de frenar las jugadas de su sinuoso sistema de inteligencia y de no dejar que ganen tiempo, variable que han demostrado saber manejar, regalando fantasías y falsas expectativas.

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