No sé otros periodistas cubanos, pero yo solo en tres ocasiones estuve cerca de Gabriel García Márquez.
La primera, el 15 de diciembre de 1986, cuando junto a otros colegas del ICRT, cubrí la inauguración de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, en San Antonio de los Baños. Los reporteros nacionales y extranjeros, pudimos saludar al Gabo, al argentino Fernando Birri, el primer director que tuvo la Escuela, y a Julio García Espinosa, en ese momento al frente del ICAIC. Algunos también a Fidel Castro, presente en el acto.
La segunda vez que vi al Gabo fue en 1987, cuando fui por la revista Bohemia a entrevistar al brasileño Doc Comparato, guionista entre otros del serial Una mujer llamada Malú, que tuvo gran éxito en Cuba. Comparato estaba participando en el taller Cómo contar un cuento, impartido por García Márquez. Entonces nos saludó al fotógrafo y a mí y dejó que le retrátaramos. Cualquier día, semana o mes, uno se podía encontrar al Gabo por los pasillos de la escuela de cine que ayudó a crear "porque no sabía cómo se enseña a escribir literatura".
La tercera vez fue en 1988. A Alexis Núñez Oliva, entonces joven humorista (años después llegaría a ser productor ejecutivo en Televisa) y a mi hijo Iván, que aún no era periodista, pero tenía muchas ideas, les pedí su colaboración para realizar un programa Puntos de Vista sobre cine, televisión y video.
Estábamos grabando en la Escuela de San Antonio de los Baños cuando vemos pasar al Gabo. Alexis, que era muy avispado, enseguida lo abordó. Cuando García Márquez lo vio, con micrófono en mano y un camarógrafo, le pregunta de dónde eran, Alexis le responde: "De Tele Rebelde". "¿De dónde?", pregunta de nuevo el Gabo, como quien no ha escuchado bien.
"Del Canal Tele Rebelde", le precisa Alexis. Y el escritor hizo un gesto despectivo y se fue. Nos dio tremendo 'raspe'. Su actitud me sorprendió: un año antes había ido a su taller de guiones, a entrevistar a Doc Comparato y su trato había sido afable.
Me di cuenta que el Gabo era un tipo selectivo. Atendía a los enviados de un medio si él lo consideraba importante y de larga tradición, como la revista Bohemia. Durante sus estancias en Cuba, lo más probable es que nunca viera la televisión cubana. No lo necesitaba: en su residencia habanera podía ver programas y noticieros de otros países.
La primera, el 15 de diciembre de 1986, cuando junto a otros colegas del ICRT, cubrí la inauguración de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, en San Antonio de los Baños. Los reporteros nacionales y extranjeros, pudimos saludar al Gabo, al argentino Fernando Birri, el primer director que tuvo la Escuela, y a Julio García Espinosa, en ese momento al frente del ICAIC. Algunos también a Fidel Castro, presente en el acto.
La segunda vez que vi al Gabo fue en 1987, cuando fui por la revista Bohemia a entrevistar al brasileño Doc Comparato, guionista entre otros del serial Una mujer llamada Malú, que tuvo gran éxito en Cuba. Comparato estaba participando en el taller Cómo contar un cuento, impartido por García Márquez. Entonces nos saludó al fotógrafo y a mí y dejó que le retrátaramos. Cualquier día, semana o mes, uno se podía encontrar al Gabo por los pasillos de la escuela de cine que ayudó a crear "porque no sabía cómo se enseña a escribir literatura".
La tercera vez fue en 1988. A Alexis Núñez Oliva, entonces joven humorista (años después llegaría a ser productor ejecutivo en Televisa) y a mi hijo Iván, que aún no era periodista, pero tenía muchas ideas, les pedí su colaboración para realizar un programa Puntos de Vista sobre cine, televisión y video.
Estábamos grabando en la Escuela de San Antonio de los Baños cuando vemos pasar al Gabo. Alexis, que era muy avispado, enseguida lo abordó. Cuando García Márquez lo vio, con micrófono en mano y un camarógrafo, le pregunta de dónde eran, Alexis le responde: "De Tele Rebelde". "¿De dónde?", pregunta de nuevo el Gabo, como quien no ha escuchado bien.
"Del Canal Tele Rebelde", le precisa Alexis. Y el escritor hizo un gesto despectivo y se fue. Nos dio tremendo 'raspe'. Su actitud me sorprendió: un año antes había ido a su taller de guiones, a entrevistar a Doc Comparato y su trato había sido afable.
Me di cuenta que el Gabo era un tipo selectivo. Atendía a los enviados de un medio si él lo consideraba importante y de larga tradición, como la revista Bohemia. Durante sus estancias en Cuba, lo más probable es que nunca viera la televisión cubana. No lo necesitaba: en su residencia habanera podía ver programas y noticieros de otros países.