La noche del 22 de junio de 1938 quedó marcada en la historia del boxeo, y en la lucha contra el racismo, cuando Joe Louis y Max Schmeling se enfrentaron en el Yankee Stadium de Nueva York.
La pelea era mucho más que un simple combate de boxeo, representaba una batalla simbólica contra el racismo y la supremacía racial promovida por la Alemania nazi.
El encuentro entre Louis y Schmeling tenía una historia previa. Dos años antes, en 1936, Schmeling había sorprendido al mundo al derrotar a Louis por nocaut en el 12º asalto. Aquella derrota fue un duro golpe para Louis y un momento que dejó una herida abierta en su carrera y en su orgullo como representante de la comunidad afroamericana.
El clima político y social de la época añadía una dimensión adicional a la pelea. Mientras Louis era un símbolo de esperanza y resistencia contra el racismo en Estados Unidos, Schmeling era considerado por muchos como un representante de la Alemania nazi.
Cuando llegó el día del combate, el mundo entero estaba pendiente del enfrentamiento. La expectación era abrumadora, ya que se sabía que esta pelea iba más allá del deporte. Representaba una oportunidad para Louis de superar la derrota anterior y luchar contra la opresión racial.
Desde el primer asalto, Louis demostró su superioridad. Golpe tras golpe, su velocidad y precisión pusieron en apuros a Schmeling, quien no encontraba respuesta a los ataques del boxeador afroamericano. En el segundo asalto, Louis conectó un potente gancho de izquierda que envió a Schmeling a la lona.
El árbitro contó hasta diez, y la victoria fue para Joe Louis por nocaut técnico. La multitud estalló en júbilo. Los afroamericanos en Estados Unidos encontraron en el boxeador un símbolo de orgullo y superación, un referente de que el talento y la determinación pueden romper barreras.
La importancia de esta pelea trascendió el ámbito deportivo. En una época marcada por la discriminación racial y la intolerancia, la victoria de Louis fue un poderoso mensaje de igualdad y justicia. Mostró al mundo que el talento no tiene color, que las habilidades y la valía de una persona no deben ser juzgadas por su raza o su origen.
Después de su derrota contra Louis, la vida de Schmeling tuvo altibajos, pero, en general, logró encontrar éxito y reconocimiento en diferentes áreas. Finalizada la guerra, su fama y reputación le permitieron incursionar en el mundo de los negocios. Se convirtió en un exitoso empresario en Alemania, donde creó una empresa de importación y exportación, e invirtió en el negocio de la cerveza y el tabaco. Además, fue promotor de boxeo y representante de varios boxeadores alemanes.
A pesar del combate, Schmeling y Louis desarrollaron una gran amistad. Incluso, el alemán fue defensor de la carrera del afroamericano y le brindó apoyo financiero en momentos difíciles.
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