La zona Especial de Desarrollo del Mariel, donde se ejecuta un proyecto económico que para algunos puede convertirse en una suerte de milagro económico para Cuba, no deja de ser una muestra más del destino al que se dirige el sistema castrista. Los castristas alternan sus plegarias comunistas mientras, por el otro lado, impulsan iniciativas de corte capitalista, pero ojo, porque aquí llega la peor de las versiones, la que mantiene a la ciudadanía sin posibilidad ninguna de negociación o pacto con su empleador. Es un Estado de sumisión.
Es probable además que se produzca un refuerzo de fidelidades políticas. Si se considera que los puestos de trabajo en la zona del Mariel son un privilegio para aquellos que los consigan, seguramente que los que más se van a beneficiar de esa explotación serán los que demuestren un grado de fidelidad más firme con el proceso revolucionario. Así pues, se entiende que en Cuba se reedita otra vez el caciquismo, con la creación de redes clientelares que conceden favores a cambio de comprar silencio político.
Ante este panorama hay una gran ausencia y es el de las fuerzas sindicales. Claro que tampoco hay que esperar una respuesta del único sindicato permitido, la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC) de la que prácticamente nadie tiene noticias, menos cuando en sus congresos y reuniones aparece Raúl Castro o algún otro jerifalte del régimen para marcarles la pauta. El trabajador en Cuba está totalmente indefenso, pero a pesar de eso, muchos se verán obligados a desfilar este Primero de Mayo de forma disciplinada por delante de sus explotadores, saludando efusivamente y cantando vítores al sistema que arruina sus vidas.
Mientras la foto del castrismo sigue fija, en cuanto a violación de derechos fundamentales, los bailes diplomáticos hace rato que apuntan hacia el deshielo. Ese sería el caso de la Unión Europea (UE) y el inicio de conversaciones con el régimen. En las últimas semanas varios representantes políticos europeos han visitado la Isla. El ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, sorprendió con unas declaraciones en La Habana en la que demostró respeto y sintonía con un gobierno que mantiene presos políticos en sus cárceles, que sigue manteniendo el monopolio de la comunicación, que niega a sus ciudadanos derechos básicos como libertad de asociación y manifestación.
La Habana está obligando a la UE a hacer un bochornoso ejercicio de cinismo que poco va a resolver a favor del pueblo cubano. Están apañados los cubanos si esta es la presión internacional que debe contribuir a que el régimen de los Castro se dé cuenta de que está de más y que debe irse dejando la puerta abierta a un cambio real en ese país. Lo más probable es que se vaya llegando a acuerdos económicos y comerciales mientras se vayan sacrificando por el camino todas las demandas referentes a derechos humanos, como se hace con China y con tantos otros países con los que se hacen negocios mientras sus gobiernos someten con mano dura a sus pueblos.
Cuba es ya una dictadura blanqueada y la veremos antes insertada en la eocnomía global, que subyugada al respeto de los derechos fundamentales.
Es probable además que se produzca un refuerzo de fidelidades políticas. Si se considera que los puestos de trabajo en la zona del Mariel son un privilegio para aquellos que los consigan, seguramente que los que más se van a beneficiar de esa explotación serán los que demuestren un grado de fidelidad más firme con el proceso revolucionario. Así pues, se entiende que en Cuba se reedita otra vez el caciquismo, con la creación de redes clientelares que conceden favores a cambio de comprar silencio político.
Ante este panorama hay una gran ausencia y es el de las fuerzas sindicales. Claro que tampoco hay que esperar una respuesta del único sindicato permitido, la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC) de la que prácticamente nadie tiene noticias, menos cuando en sus congresos y reuniones aparece Raúl Castro o algún otro jerifalte del régimen para marcarles la pauta. El trabajador en Cuba está totalmente indefenso, pero a pesar de eso, muchos se verán obligados a desfilar este Primero de Mayo de forma disciplinada por delante de sus explotadores, saludando efusivamente y cantando vítores al sistema que arruina sus vidas.
Mientras la foto del castrismo sigue fija, en cuanto a violación de derechos fundamentales, los bailes diplomáticos hace rato que apuntan hacia el deshielo. Ese sería el caso de la Unión Europea (UE) y el inicio de conversaciones con el régimen. En las últimas semanas varios representantes políticos europeos han visitado la Isla. El ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, sorprendió con unas declaraciones en La Habana en la que demostró respeto y sintonía con un gobierno que mantiene presos políticos en sus cárceles, que sigue manteniendo el monopolio de la comunicación, que niega a sus ciudadanos derechos básicos como libertad de asociación y manifestación.
La Habana está obligando a la UE a hacer un bochornoso ejercicio de cinismo que poco va a resolver a favor del pueblo cubano. Están apañados los cubanos si esta es la presión internacional que debe contribuir a que el régimen de los Castro se dé cuenta de que está de más y que debe irse dejando la puerta abierta a un cambio real en ese país. Lo más probable es que se vaya llegando a acuerdos económicos y comerciales mientras se vayan sacrificando por el camino todas las demandas referentes a derechos humanos, como se hace con China y con tantos otros países con los que se hacen negocios mientras sus gobiernos someten con mano dura a sus pueblos.
Cuba es ya una dictadura blanqueada y la veremos antes insertada en la eocnomía global, que subyugada al respeto de los derechos fundamentales.