Hace seis meses, Barack Obama y Raúl Castro sorprendieron al mundo al anunciar el fin de medio siglo de hostilidad oficial entre sus naciones.
Turistas, políticos y ejecutivos estadounidenses viajaron a Cuba como si se hubiera derrumbado el muro de Berlín del Caribe. Algunos grupos de interés, respaldados por empresas, cabildearon en el Congreso para que se levantara el embargo comercial impuesto hace medio siglo. Estrellas del fútbol y del basquetbol de Estados Unidos jugaron ante multitudes alborozadas en La Habana. El portal Airbnb expandió su alcance a la isla y ahora oferta miles de viviendas particulares para rentar a los visitantes.
Los diplomáticos de ambos países buscaron espacio adicional para sus oficinas, alistaron las astas de las banderas y ordenaron imprimir papelería con la palabra "embajada" en lugar de "sección de intereses".
Pero medio año después del anuncio del 17 de diciembre de 2014, ninguna de las dos naciones ha hecho anuncios referentes a lo que los observadores calificaron entonces como un acuerdo inminente para la apertura de embajadas en Washington y La Habana.
"Eso lo que te demuestra es la complejidad de este proceso", dijo a Associated Press Jesús Arboleya, politólogo y exdiplomático cubano en Washington. "Si el inicio ya ha tomado este tiempo, imagínate los conflictos que se pueden originar después de su funcionamiento".
Las negociaciones para llegar a un acuerdo sobre las embajadas han tomado cuatro rondas de intensas negociaciones, y la última dejó inconclusos un par de puntos para su apertura: La libertad de movimiento de los diplomáticos estadounidenses dentro de Cuba y la importación sin trabas ni revisiones de los suministros para su misión en La Habana.
Pero los temas que quedan pendientes por negociar una vez reanudadas las relaciones diplomáticas son mucho más complejos: Derechos Humanos; demandas de compensación por la confiscación de propiedades estadounidenses en La Habana y por daños a Cuba a causa del embargo; y un posible acuerdo de cooperación judicial, que incluye el espinoso tema de varios fugitivos de la justicia de Estados Unidos que aún están refugiados en Cuba.
Además, personas y grupos que se oponen a un acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, incluidos algunos disidentes en la isla, cubanoestadounidenses anticastristas y miembros del Congreso norteamericano creen que la nueva política básicamente recompensa a los líderes comunistas por décadas de abusos a los Derechos Humanos.
Precandidatos presidenciales republicanos como el senador Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, y el exgobernador de la Florida Jeb Bush, se han pronunciado firmemente en contra de la normalización de relaciones con Cuba.
Pero las encuestas muestran que la distensión tiene ahora un fuerte apoyo de la opinión pública de ambos países, lo que hace que muchos crean que el proceso sea irreversible. "Aun cuando se alargue, por aquí o por allá, la embajada se va a abrir y las relaciones se van a restablecer", dijo David Fuentes, de 55 años, quien trabaja en un estacionamiento en La Habana. "Eso me parece inevitable".
El senador Jeff Flake, un republicano que aboga por la normalización de las relaciones, se reunió el fin de semana en La Habana con el primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel y Josefina Vidal, jefa de la delegación de Cuba en las negociaciones, y dijo a AP que la apertura de las embajadas era "inminente".
(La agencia Reuters reportó la semana pasada, citando a fuentes cercanas al proceso, que se espera que las embajadas sean inauguradas a principios de julio, con un viaje del secretario de Estado John Kerry a La Habana para la ocasión).
Pero algunos impulsores del proceso temen que en general se esté moviendo con demasiada lentitud como para garantizar que un nuevo presidente no pueda revertir las medidas tomadas por Obama, tal como lo hicieron Ronald Reagan y George W. Bush después de Jimmy Carter y Bill Clinton.
"A mí me gustaría ver que el Presidente mantenga un ritmo de la normalización de las relaciones que lo lleve a la meta. La meta es dejar como legado unas relaciones normalizadas entre Estados Unidos y Cuba", dijo Muse. "No puedes negociar cómo te gustaría que se normalizaran las relaciones con Cuba en el tiempo que tiene Obama para lograrlo", dijo a AP. Robert Muse, un abogado de Washington especializado en leyes estadounidenses sobre Cuba.
Los promotores de la normalización enfrentan grandes obstáculos para progresar en ambas naciones.
En Washington, legisladores anticastristas han agregado cláusulas a iniciativas de leyes presupuestarias que anularían las medidas de Obama para levantar restricciones al comercio y al turismo. En Cuba, los viejos líderes son recelosos de un cambio súbito y descontrolado que los despoje del poder y ocasione desorden.
Pero algunos vínculos concretos sí se han creado entre Cuba y Estados Unidos desde el anuncio del 17 de diciembre. Turistas estadounidenses pueden reservar alojamiento en casas de cubanos mediante Airbnb; el costo de las llamadas telefónicas a Cuba bajó gracias a un nuevo acuerdo internacional de telecomunicaciones; y un centro de investigación de Nueva York realizará el ensayo clínico de un tratamiento cubano para el cáncer pulmonar. Estados Unidos aprobó licencias para ferries entre la Florida y Cuba, y abrió la puerta a servicios aéreos directos entre ambas naciones.
Con todos esos cambios, existe una nueva sensación de optimismo y posibilidades entre muchas personas en Cuba. Pero ello no ha evitado que miles de cubanos por encima de la cantidad normal emprendan viajes irregulares a Estados Unidos, lo que se ha atribuido al temor de que con el acercamiento desaparezca la Ley de Ajuste Cubano de 1966, que dispensa a los de la isla de gobierno comunista un trato migratorio preferente.
Aunque las empresas estadounidenses dicen que Cuba se muestra receptiva a nuevos proyectos, aún tiene que tomar medidas tangibles para hacerlos posibles.
Sarah Stephens, directora del Center for Democracy in the Americas, grupo en favor de la distensión y líder de decenas de viajes de delegaciones legislativas a la isla, dijo que las autoridades cubanas quieren ser socios equitativos en el futuro de un país que, consideran, debe ser tomado más que como otro mercado en el que las empresas estadounidenses puedan hacer lo que quieran.
"Es sin duda el mensaje que están enviado las autoridades cubanas", dijo. "Si quieres participar con nosotros, va a tomar algo de tiempo".