"Brasil quiere convertirse en el principal socio de Cuba", dijo Dilma Rousseff, durante la inauguración del puerto del Mariel, al lado del general Raúl Castro.
"Un proyecto trascendental para la economía nacional", dijo Castro, sobre un fondo de imponentes montañas de contenedores adornados con banderitas cubanas.
Agregó el general que el puerto, y la zona de desarrollo adyacente, son un ejemplo concreto del optimismo y la confianza con la que "nosotros, los cubanos, vemos el próspero futuro socialista".
La actualización del Mariel, a un costo de unos 900 millones de dólares, es el mayor proyecto de infraestructura del régimen militar de Cuba en décadas.
La isla caribeña es deudora del Gobierno de Brasilia y supuestamente compensa la generosidad de la presidenta Rousseff con acuerdos como el programa “Más Médicos”, por el que el país suramericano importa doctores cubanos.
Precisamente arribarían a Brasil unos 2,000 médicos de la isla que empezarán a prestar sus servicios a partir de marzo, en lo que sería la tercera oleada del programa que comenzó el año pasado. Rousseff aprovechó durante el acto del Mariel para agradecer la ayuda del "pueblo cubano" en este proyecto.
El periódico español “El País” informó que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil, una de las instituciones de ese tipo más grandes del mundo, prestó 682 millones de dólares para que la empresa Odebrecht pudiese construir, en colaboración con la empresa Quality, vinculada al régimen cubano, una terminal de contenedores en el puerto del Mariel.
El coste del entramado llama la atención porque supera, incluso, el total de las exportaciones brasileñas a Cuba que, el año pasado, ascendieron sólo a unos 530 millones de dólares.
No obstante, más allá del entusiasmo solidario de Rousseff no sólo la avalancha de médicos provoca reticencias en Brasil, sino también este inusitado caudal de capitales derivados hacia la isla, sobre todo en un momento en que el país sudamericano tiene una política exterior tímida en relación con otros países vecinos que, con menos bombo y más pragmatismo, se encuentran cerrando ambiciosos acuerdos de libre comercio.
Así, Alberto Pfeifer, director de negocios del Consejo Empresarial de América Latina, declara al País que: "El apoyo a las obras del puerto del Mariel no es una simple cuestión de infraestructura, sino un gesto político". Para Pfeifer, el hecho de ir de Davos a La Habana es un movimiento muy simbólico, que intenta subrayar una cierta independencia de Rousseff. "La presidenta quiere mostrar que es ella quien decide qué hacer, con quién y de qué forma", explica.
Entretanto, el generoso gesto de la mandataria, generoso con el dinero de otros hay que decir, ha sido visto con asombro por el empresariado brasileño que no parece entender muy bien qué beneficio puede traer dicho puerto cubano a la economía del país sudamericano, y se pregunta, además, si lo único que mueve a la presidenta no sería una estrategia política e ideológica para apoyar a La Habana.
Para Pfeifer, según apunta en “El País”, las ganancias en un proyecto como el puerto del Mariel son limitadas. "Deberíamos concentrar nuestros esfuerzos en proyectos con más énfasis económico y comercial", y agrega que la propia cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que tuvo lugar en Cuba, tiene un peso más político que económico y emite señales difusas sobre la política de apertura comercial de Brasil.
Habría que decir que, como las mismas reformas del general Castro, el proyecto del Mariel no es precisamente nuevo y como antecedente directo tiene el desarrollo de las Zonas Francas en la isla en la década de los noventa, las cuales jugaron un papel importante en la atracción de inversionistas extranjeros, y no puede dejar de observarse que fueron decisivas en paliar la crisis del denominado período especial.
No obstante, como siempre ocurre cuando el peligro pasa, fueron eliminadas aproximadamente en 2005, cuando el régimen militar dio un viraje y regresó a la ortodoxia económica, bajo el mando de Fidel Castro.
Pudiera decirse que, debido al desastre de la economía cubana y la problemática por la que pasa su principal socio, Venezuela, habría que vislumbrar que las supuestas aperturas al mercado en Cuba serían más un gesto desesperado del régimen de los militares que un esfuerzo verdadero por atraerse a los inversionistas foráneos.
Así, los 900 millones de dólares que la mandataria de Brasil pone en manos de los militares isleños devenidos empresarios, no estarían precisamente en las mejores manos.
Quizás la presidenta Dilma Rousseff no sea tan tonta o generosa como para malbaratar inversiones en una suerte de saco hueco. Quizás no la muevan las clásicas simpatías políticas e ideológicas de los políticos de este hemisferio por el vetusto régimen de La Habana, o los también clásicos alardes de independencia en este hemisferio a costa de hacer zalamerías a los mandamases de la isla. Quizás detrás de esas inversiones haya un tema mucho más serio.
Quizás los dineros de Brasil dirigidos al puerto del Mariel formen parte de la estrategia del Foro de Sao Paulo, que agrupa a casi un centenar de partidos y fuerzas políticas de izquierda de América Latina y el Caribe.
Estartegia de Sao Paulo
El Foro fue instituido, en julio de 1990, por el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, en su calidad de representante del Partido de los Trabajadores, partido al que pertenece Rousseff, a iniciativa de Fidel Castro, en su calidad de representante del Partido Comunista de Cuba, quien aún comandaba el régimen de la isla.
De acuerdo con sus fundadores, el Foro fue constituido para aunar esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda, para debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín y las consecuencias, dicen, del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe.
Los miembros latinoamericanos del Foro de Sao Paulo tienen voz y voto, sin embargo, a los encuentros del Foro asisten también partidos y movimientos sociales de izquierda de otras regiones del mundo (como Europa y Asia), los cuales sólo tienen voz pero no voto (aunque sí votan en las comisiones especiales).
Así, representantes de Brasil y Cuba se reunieron en La Habana para organizar en abril de 2013 un evento del Foro de Sao Paulo, que tuvo lugar en julio de ese mismo año.
Por la parte cubana participó en las conversaciones José Ramón Balaguer, miembro del Secretariado del Partido Comunista de Cuba (PCC), y por Brasil el secretario ejecutivo del Foro de Sao Paulo, Valter Ventura.
Balaguer, también jefe del departamento de Relaciones Internacionales del PCC, calificó el momento actual de "especial" y consideró que la realidad exige de mayor resistencia ante el complejo escenario mundial.
Ventura, quien es además miembro de la Dirección Nacional del Partido de los Trabajadores de Brasil, dijo que se aprovecharán los debates para coordinar acciones de solidaridad, como en el caso de Venezuela, nación a favor de la cual se organizaba.
Sostuvo que la cita de trabajo de La Habana ayudará a perfilar una agenda que permita fortalecer la unidad y la integración regional.
Es bueno tener presente que organizaciones terroristas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y el Ejército de Liberación Nacional, ELN, participaban en el Foro aunque el Partido de los Trabajadores de Brasil ahora niega que hayan sido miembros.
El 27 de mayo de 1996, el entonces jefe de las FARC, alias Raúl Reyes, muerto a manos del Ejército de Colombia, participó en representación del Secretariado de las FARC en el sexto encuentro del Foro de Sao Paulo. En esa ocasión Reyes leyó un mensaje del comandante de las FARC, alias Manuel Marulanda, ya desaparecido también.
Después del año 2005, el Partido de los Trabajadores no le permitió a las FARC participar más en el Foro. La guerrilla por su parte pidió formalmente participación activa en el Foro, pero, las FARC actúan en otros espacios junto a muchas de las organizaciones también miembros del Foro de Sao Paulo mediante la denominada Coordinadora Continental Bolivariana.
Para el analista político Mario A. Martínez, el derrumbamiento del Muro de Berlín y la desintegración del Imperio Soviético en 1990, así como la adaptación de China al sistema de libre empresa, creó una mentalidad derrotista dentro de los sistemas comunistas operantes en esa época. La gran mayoría de las personas creían que estaban presenciando el final de la viabilidad del marxismo y los peligros que dicha filosofía política representaba para la libertad. El miedo que esto generó hizo que muchos de los partidos comunistas de la Europa Occidental cambiaran el nombre de sus instituciones y su doctrina política.
Sin embargo, Cuba era por ese tiempo el único país comunista en toda la región latinoamericana. La isla, por otro lado, sería el país que más sufriría el desmembramiento de la Unión Soviética al depender para su subsistencia de los subsidios que ésta le proveía.
Pero, pocos políticos y líderes democráticos se dieron cuenta del peligro inminente que representaría para ellos la creación del Foro de Sao Paulo. Fue precisamente, en esos momentos difíciles, que el régimen de los militares cubanos pudo fundar una efectiva alianza entre los partidos de izquierda y las narco guerrillas continentales, y pronto el mundo se asombraría del rápido crecimiento de este movimiento al recuperar el terreno perdido y propagar la filosofía marxista a niveles nunca soñados en Latinoamérica.
La idea central sería el apoyo solidario e incondicional de los unos con los otros, no importando de dónde procedían ni hacía dónde se dirigían.
El Foro ha funcionado como una plataforma política, con una estructura orgánica bien orquestada y aceitada por Fidel Castro, quien creó un modo permanente de comunicación, y un sistema de coordinación y centralización de sus actividades. Lo que, lógicamente, ha heredado su hermano el general.
En 2010 salió a la venta en Colombia el libro "El Foro de Sao Paulo: una amenaza continental", impreso por la importante editorial Random House-Mondadori, el cual analiza concienzudamente la crisis que vivió Honduras luego de la destitución del ex presidente Manuel Zelaya.
El libro, del escritor y político venezolano Alejandro Peña Esclusa, se enfoca con detenimiento en las causas que llevaron a la sucesión presidencial, la reacción precipitada de la OEA y de otros actores hemisféricos frente a la crisis, y el destape de Lula, al amparar a Zelaya en la Embajada de Brasil.
El autor presenta un punto de vista novedoso, según el cual los organismos multilaterales latinoamericanos han sido "secuestrados" por el Foro de Sao Paulo, que agrupa además de las organizaciones y personajes mencionados, entre otros, a Hugo Chávez, ya desaparecido, Evo Morales, Daniel Ortega y al Partido Socialista de Chile, en el cual ha militado el Secretario General del OEA, José Miguel Insulza.
El libro repasa la historia del Foro de Sao Paulo, sus orígenes, crecimiento y desarrollo, e incluye un análisis de los acontecimientos latinoamericanos en que ha sido determinante, desde la crisis hondureña hasta la masacre de Pando en Bolivia, además de los hechos acaecidos en la zona amazónica de Bagua en Perú.
El reconocido escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza ha declarado que: "No es posible entender lo que ocurre hoy en América Latina sin saber cómo surgió y qué se propone el Foro de Sao Paulo. Las revelaciones contenidas en este libro muestran la realidad y los peligros del llamado Socialismo del Siglo XXI, la manera cómo gracias a la estrategia diseñada en dicho Foro consiguió en Venezuela y otros países llegar al poder, demoler las instituciones democráticas y confiscar las libertades al amparo de una ideología fracasada en Europa y revivida en este continente. Una amenaza nunca antes vista en la región es desnudada en su origen y toda su magnitud por Alejandro Peña Esclusa".
Sintomáticamente, en agosto del año pasado, el Foro de Sao Paulo aprobaba una resolución de apoyo a la presidenta brasileña, la socialista y ex guerrillera Dilma Rousseff, y, faltaba más, a los movimientos que convocaron las protestas que sacudieron al país durante el mes de junio.
El documento indica que "los propios partidos de izquierda en el Gobierno (en Brasil) y los movimientos sociales" sostienen que las protestas en demanda de mejores servicios públicos y transparencia en la política "comprueban los avances democráticos conquistados por el pueblo brasileño"; gracias, por supuesto, a líderes como Lula y Dilma.
El Foro de Sao Paulo, en la misma resolución, convoca a "que la militancia esté activa en las presentes jornadas de lucha, al lado de los movimientos sociales y progresistas, con la meta de construir una plataforma común" y "perfeccionar el poder popular".
El documento también expresa el "rechazo" del Foro de Sao Paulo a "los hechos aislados de violencia" registrados en las protestas.
Asimismo, repudia "la agenda impuesta por los grandes medios de comunicación y las fuerzas políticas conservadoras, con el interés de generar un clima de ingobernabilidad que pudiese dar pretextos para interrumpir el esfuerzo transformador brasileño".
En el último de sus siete párrafos, la resolución manifiesta la "solidaridad" del Foro de Sao Paulo "con el Gobierno de Dilma Rousseff y el pueblo de Brasil, a sabiendas de que juntos sabrán extraer importantes lecciones de las presentes jornadas de lucha, para fortalecer el proyecto nacional, democrático y popular".
Pero, en agosto del mismo año Dilma corresponde denominando al Foro de Sao Paulo como "extraordinario laboratorio político" y le atribuyó las ideas que han permitido "cambiar" la región.
Durante la apertura oficial del XIX Encuentro de sesiones del Foro, celebrado en Sao Paulo, fue proyectado un mensaje de Rousseff, quien saludó a "los partidos progresistas que formularon los proyectos y las alternativas que están cambiando" a América Latina.
En América Latina, según Dilma, gracias a los gobiernos progresistas que surgieron en la última década, se han reducido la pobreza y las desigualdades, así como han aumentado el empleo y la renta.
Aseguró, entre otras cosas, que esos cambios se han dado "por medio de elecciones libres, democráticas y con amplia participación popular", que llevaron al poder a líderes que "no se refugiaron en nacionalismos estrechos" y, por el contrario, impulsaron "como nunca antes" la integración regional, según estimó la mandataria.
Por lo pronto, sería oportuno observar si Brasil recupera en algún momento su multimillonaria inversión en el puerto del Mariel, incrementada como es lícito esperar, o si simplemente serían sólo unas inversiones apuntadas en el amañado hielo de los trópicos, o peor, si asistimos asustados a un aumento de las actividades de la agenda continental del Foro de Sao Paulo sostenida desde La Habana con los fondos del país sudamericano.
"Un proyecto trascendental para la economía nacional", dijo Castro, sobre un fondo de imponentes montañas de contenedores adornados con banderitas cubanas.
Agregó el general que el puerto, y la zona de desarrollo adyacente, son un ejemplo concreto del optimismo y la confianza con la que "nosotros, los cubanos, vemos el próspero futuro socialista".
La actualización del Mariel, a un costo de unos 900 millones de dólares, es el mayor proyecto de infraestructura del régimen militar de Cuba en décadas.
La isla caribeña es deudora del Gobierno de Brasilia y supuestamente compensa la generosidad de la presidenta Rousseff con acuerdos como el programa “Más Médicos”, por el que el país suramericano importa doctores cubanos.
Precisamente arribarían a Brasil unos 2,000 médicos de la isla que empezarán a prestar sus servicios a partir de marzo, en lo que sería la tercera oleada del programa que comenzó el año pasado. Rousseff aprovechó durante el acto del Mariel para agradecer la ayuda del "pueblo cubano" en este proyecto.
El periódico español “El País” informó que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil, una de las instituciones de ese tipo más grandes del mundo, prestó 682 millones de dólares para que la empresa Odebrecht pudiese construir, en colaboración con la empresa Quality, vinculada al régimen cubano, una terminal de contenedores en el puerto del Mariel.
El coste del entramado llama la atención porque supera, incluso, el total de las exportaciones brasileñas a Cuba que, el año pasado, ascendieron sólo a unos 530 millones de dólares.
No obstante, más allá del entusiasmo solidario de Rousseff no sólo la avalancha de médicos provoca reticencias en Brasil, sino también este inusitado caudal de capitales derivados hacia la isla, sobre todo en un momento en que el país sudamericano tiene una política exterior tímida en relación con otros países vecinos que, con menos bombo y más pragmatismo, se encuentran cerrando ambiciosos acuerdos de libre comercio.
Así, Alberto Pfeifer, director de negocios del Consejo Empresarial de América Latina, declara al País que: "El apoyo a las obras del puerto del Mariel no es una simple cuestión de infraestructura, sino un gesto político". Para Pfeifer, el hecho de ir de Davos a La Habana es un movimiento muy simbólico, que intenta subrayar una cierta independencia de Rousseff. "La presidenta quiere mostrar que es ella quien decide qué hacer, con quién y de qué forma", explica.
Entretanto, el generoso gesto de la mandataria, generoso con el dinero de otros hay que decir, ha sido visto con asombro por el empresariado brasileño que no parece entender muy bien qué beneficio puede traer dicho puerto cubano a la economía del país sudamericano, y se pregunta, además, si lo único que mueve a la presidenta no sería una estrategia política e ideológica para apoyar a La Habana.
Para Pfeifer, según apunta en “El País”, las ganancias en un proyecto como el puerto del Mariel son limitadas. "Deberíamos concentrar nuestros esfuerzos en proyectos con más énfasis económico y comercial", y agrega que la propia cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que tuvo lugar en Cuba, tiene un peso más político que económico y emite señales difusas sobre la política de apertura comercial de Brasil.
Habría que decir que, como las mismas reformas del general Castro, el proyecto del Mariel no es precisamente nuevo y como antecedente directo tiene el desarrollo de las Zonas Francas en la isla en la década de los noventa, las cuales jugaron un papel importante en la atracción de inversionistas extranjeros, y no puede dejar de observarse que fueron decisivas en paliar la crisis del denominado período especial.
No obstante, como siempre ocurre cuando el peligro pasa, fueron eliminadas aproximadamente en 2005, cuando el régimen militar dio un viraje y regresó a la ortodoxia económica, bajo el mando de Fidel Castro.
Pudiera decirse que, debido al desastre de la economía cubana y la problemática por la que pasa su principal socio, Venezuela, habría que vislumbrar que las supuestas aperturas al mercado en Cuba serían más un gesto desesperado del régimen de los militares que un esfuerzo verdadero por atraerse a los inversionistas foráneos.
Así, los 900 millones de dólares que la mandataria de Brasil pone en manos de los militares isleños devenidos empresarios, no estarían precisamente en las mejores manos.
Quizás la presidenta Dilma Rousseff no sea tan tonta o generosa como para malbaratar inversiones en una suerte de saco hueco. Quizás no la muevan las clásicas simpatías políticas e ideológicas de los políticos de este hemisferio por el vetusto régimen de La Habana, o los también clásicos alardes de independencia en este hemisferio a costa de hacer zalamerías a los mandamases de la isla. Quizás detrás de esas inversiones haya un tema mucho más serio.
Quizás los dineros de Brasil dirigidos al puerto del Mariel formen parte de la estrategia del Foro de Sao Paulo, que agrupa a casi un centenar de partidos y fuerzas políticas de izquierda de América Latina y el Caribe.
Estartegia de Sao Paulo
El Foro fue instituido, en julio de 1990, por el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, en su calidad de representante del Partido de los Trabajadores, partido al que pertenece Rousseff, a iniciativa de Fidel Castro, en su calidad de representante del Partido Comunista de Cuba, quien aún comandaba el régimen de la isla.
De acuerdo con sus fundadores, el Foro fue constituido para aunar esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda, para debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín y las consecuencias, dicen, del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe.
Los miembros latinoamericanos del Foro de Sao Paulo tienen voz y voto, sin embargo, a los encuentros del Foro asisten también partidos y movimientos sociales de izquierda de otras regiones del mundo (como Europa y Asia), los cuales sólo tienen voz pero no voto (aunque sí votan en las comisiones especiales).
Así, representantes de Brasil y Cuba se reunieron en La Habana para organizar en abril de 2013 un evento del Foro de Sao Paulo, que tuvo lugar en julio de ese mismo año.
Por la parte cubana participó en las conversaciones José Ramón Balaguer, miembro del Secretariado del Partido Comunista de Cuba (PCC), y por Brasil el secretario ejecutivo del Foro de Sao Paulo, Valter Ventura.
Balaguer, también jefe del departamento de Relaciones Internacionales del PCC, calificó el momento actual de "especial" y consideró que la realidad exige de mayor resistencia ante el complejo escenario mundial.
Ventura, quien es además miembro de la Dirección Nacional del Partido de los Trabajadores de Brasil, dijo que se aprovecharán los debates para coordinar acciones de solidaridad, como en el caso de Venezuela, nación a favor de la cual se organizaba.
Sostuvo que la cita de trabajo de La Habana ayudará a perfilar una agenda que permita fortalecer la unidad y la integración regional.
Es bueno tener presente que organizaciones terroristas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y el Ejército de Liberación Nacional, ELN, participaban en el Foro aunque el Partido de los Trabajadores de Brasil ahora niega que hayan sido miembros.
El 27 de mayo de 1996, el entonces jefe de las FARC, alias Raúl Reyes, muerto a manos del Ejército de Colombia, participó en representación del Secretariado de las FARC en el sexto encuentro del Foro de Sao Paulo. En esa ocasión Reyes leyó un mensaje del comandante de las FARC, alias Manuel Marulanda, ya desaparecido también.
Después del año 2005, el Partido de los Trabajadores no le permitió a las FARC participar más en el Foro. La guerrilla por su parte pidió formalmente participación activa en el Foro, pero, las FARC actúan en otros espacios junto a muchas de las organizaciones también miembros del Foro de Sao Paulo mediante la denominada Coordinadora Continental Bolivariana.
Para el analista político Mario A. Martínez, el derrumbamiento del Muro de Berlín y la desintegración del Imperio Soviético en 1990, así como la adaptación de China al sistema de libre empresa, creó una mentalidad derrotista dentro de los sistemas comunistas operantes en esa época. La gran mayoría de las personas creían que estaban presenciando el final de la viabilidad del marxismo y los peligros que dicha filosofía política representaba para la libertad. El miedo que esto generó hizo que muchos de los partidos comunistas de la Europa Occidental cambiaran el nombre de sus instituciones y su doctrina política.
Sin embargo, Cuba era por ese tiempo el único país comunista en toda la región latinoamericana. La isla, por otro lado, sería el país que más sufriría el desmembramiento de la Unión Soviética al depender para su subsistencia de los subsidios que ésta le proveía.
Pero, pocos políticos y líderes democráticos se dieron cuenta del peligro inminente que representaría para ellos la creación del Foro de Sao Paulo. Fue precisamente, en esos momentos difíciles, que el régimen de los militares cubanos pudo fundar una efectiva alianza entre los partidos de izquierda y las narco guerrillas continentales, y pronto el mundo se asombraría del rápido crecimiento de este movimiento al recuperar el terreno perdido y propagar la filosofía marxista a niveles nunca soñados en Latinoamérica.
La idea central sería el apoyo solidario e incondicional de los unos con los otros, no importando de dónde procedían ni hacía dónde se dirigían.
El Foro ha funcionado como una plataforma política, con una estructura orgánica bien orquestada y aceitada por Fidel Castro, quien creó un modo permanente de comunicación, y un sistema de coordinación y centralización de sus actividades. Lo que, lógicamente, ha heredado su hermano el general.
En 2010 salió a la venta en Colombia el libro "El Foro de Sao Paulo: una amenaza continental", impreso por la importante editorial Random House-Mondadori, el cual analiza concienzudamente la crisis que vivió Honduras luego de la destitución del ex presidente Manuel Zelaya.
El libro, del escritor y político venezolano Alejandro Peña Esclusa, se enfoca con detenimiento en las causas que llevaron a la sucesión presidencial, la reacción precipitada de la OEA y de otros actores hemisféricos frente a la crisis, y el destape de Lula, al amparar a Zelaya en la Embajada de Brasil.
El autor presenta un punto de vista novedoso, según el cual los organismos multilaterales latinoamericanos han sido "secuestrados" por el Foro de Sao Paulo, que agrupa además de las organizaciones y personajes mencionados, entre otros, a Hugo Chávez, ya desaparecido, Evo Morales, Daniel Ortega y al Partido Socialista de Chile, en el cual ha militado el Secretario General del OEA, José Miguel Insulza.
El libro repasa la historia del Foro de Sao Paulo, sus orígenes, crecimiento y desarrollo, e incluye un análisis de los acontecimientos latinoamericanos en que ha sido determinante, desde la crisis hondureña hasta la masacre de Pando en Bolivia, además de los hechos acaecidos en la zona amazónica de Bagua en Perú.
El reconocido escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza ha declarado que: "No es posible entender lo que ocurre hoy en América Latina sin saber cómo surgió y qué se propone el Foro de Sao Paulo. Las revelaciones contenidas en este libro muestran la realidad y los peligros del llamado Socialismo del Siglo XXI, la manera cómo gracias a la estrategia diseñada en dicho Foro consiguió en Venezuela y otros países llegar al poder, demoler las instituciones democráticas y confiscar las libertades al amparo de una ideología fracasada en Europa y revivida en este continente. Una amenaza nunca antes vista en la región es desnudada en su origen y toda su magnitud por Alejandro Peña Esclusa".
Sintomáticamente, en agosto del año pasado, el Foro de Sao Paulo aprobaba una resolución de apoyo a la presidenta brasileña, la socialista y ex guerrillera Dilma Rousseff, y, faltaba más, a los movimientos que convocaron las protestas que sacudieron al país durante el mes de junio.
El documento indica que "los propios partidos de izquierda en el Gobierno (en Brasil) y los movimientos sociales" sostienen que las protestas en demanda de mejores servicios públicos y transparencia en la política "comprueban los avances democráticos conquistados por el pueblo brasileño"; gracias, por supuesto, a líderes como Lula y Dilma.
El Foro de Sao Paulo, en la misma resolución, convoca a "que la militancia esté activa en las presentes jornadas de lucha, al lado de los movimientos sociales y progresistas, con la meta de construir una plataforma común" y "perfeccionar el poder popular".
El documento también expresa el "rechazo" del Foro de Sao Paulo a "los hechos aislados de violencia" registrados en las protestas.
Asimismo, repudia "la agenda impuesta por los grandes medios de comunicación y las fuerzas políticas conservadoras, con el interés de generar un clima de ingobernabilidad que pudiese dar pretextos para interrumpir el esfuerzo transformador brasileño".
En el último de sus siete párrafos, la resolución manifiesta la "solidaridad" del Foro de Sao Paulo "con el Gobierno de Dilma Rousseff y el pueblo de Brasil, a sabiendas de que juntos sabrán extraer importantes lecciones de las presentes jornadas de lucha, para fortalecer el proyecto nacional, democrático y popular".
Pero, en agosto del mismo año Dilma corresponde denominando al Foro de Sao Paulo como "extraordinario laboratorio político" y le atribuyó las ideas que han permitido "cambiar" la región.
Durante la apertura oficial del XIX Encuentro de sesiones del Foro, celebrado en Sao Paulo, fue proyectado un mensaje de Rousseff, quien saludó a "los partidos progresistas que formularon los proyectos y las alternativas que están cambiando" a América Latina.
En América Latina, según Dilma, gracias a los gobiernos progresistas que surgieron en la última década, se han reducido la pobreza y las desigualdades, así como han aumentado el empleo y la renta.
Aseguró, entre otras cosas, que esos cambios se han dado "por medio de elecciones libres, democráticas y con amplia participación popular", que llevaron al poder a líderes que "no se refugiaron en nacionalismos estrechos" y, por el contrario, impulsaron "como nunca antes" la integración regional, según estimó la mandataria.
Por lo pronto, sería oportuno observar si Brasil recupera en algún momento su multimillonaria inversión en el puerto del Mariel, incrementada como es lícito esperar, o si simplemente serían sólo unas inversiones apuntadas en el amañado hielo de los trópicos, o peor, si asistimos asustados a un aumento de las actividades de la agenda continental del Foro de Sao Paulo sostenida desde La Habana con los fondos del país sudamericano.