María Elena Cruz Varela: En mi Opinión
3 de mayo, Día Internacional de la Libertad de Prensa
Este año, 2019, se celebra en Adis Abeba, Etiopía, la 26 edición de la Conferencia Internacional por el Día Mundial de la Libertad de Prensa con el tema Medios para la democracia: Periodismo y Elecciones en los tiempos de la Desinformación, apoyada en estas palabras de la Sra. Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO:
"La libertad de prensa es la piedra angular de las sociedades democráticas. Todos los Estados, todas las naciones, se fortalecen mediante la información, el debate y la confrontación de puntos de vista. En un momento en que se multiplican los discursos de desconfianza y deslegitimación de la prensa y la labor periodística, resulta fundamental garantizar la libertad de opinión mediante el libre intercambio de ideas y de información basada en verdades fácticas. El tema de esta 26ª edición es “Medios de comunicación para la democracia: periodismo y elecciones en tiempos de desinformación.”
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones; el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”
Así, textualmente, ni un punto más, ni una coma menos, reza el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada en su tercera sesión por la Asamblea General de las Naciones Unidas –ONU- celebrada en París el 10 de diciembre de 1948. Apenas 3 años antes había finalizado la Segunda Guerra Mundial y las heridas del mundo, estremecido y roto, ni siquiera empezaban a sanar.
Esta declaración redefiniendo los derechos de la humanidad era imprescindible para dar comienzo a la estabilización del péndulo, creando una armazón humanístico-legal que, a la manera de una terapia intensiva, fuera regenerando la confianza en el delicado tejido de la psiquis social.
Han pasado 71 años y cada uno de los 30 artículos de este alegato a la cordura conserva la conmovedora belleza de su origen y sus intenciones pero...
Refiriéndonos al Artículo 19 sobre el Derecho a la Libertad de Prensa, los datos obtenidos a través de organizaciones tales como la UNESCO, Reporteros sin Fronteras y Amnistía Internacional, nos muestran que este es uno de los derechos más comúnmente conculcados en el mundo, sobre todo, en países con regímenes totalitarios ya sea políticos o religiosos.
Basta un vistazo al mapa estadístico publicado por Reporteros sin Fronteras definiendo por colores, del negro al blanco, pasando por el rojo intenso, ocre y amarillo, el estado de la represión a los comunicadores en el orbe. Sencillamente alarmante.
Negro…. Situación muy grave con el 11%
Rojo……Situación difícil con el 29%
Ocre……Situación problemática con el 37%
Amarillo..Situación Satisfactoria con el 16%
Blanco…..Buena situación con el 8%
Si tenemos en cuenta que países grandes como China y pequeños, como Cuba, se encuentran en ese 11% de negra gravedad, tendríamos que llegar a la triste conclusión de que, ateniéndonos a la densidad de población, Cuba se sigue llevando el título de Campeón en las Olimpiadas de violaciones al Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la cual, para mayor ironía, es signataria desde mediados del Siglo XX.
Es cierto que en los últimos años en la isla se han “permitido” algunas y muy selectivas “libertades” en cuanto a medios de comunicación independientes, quizá como aliviadero a las tensiones internas y condenas internacionales pero, en la realidad cotidiana, aquellos que han roto las cadenas y forman el cada vez mayor equipo de periodistas independientes, informan sometidos a estricta vigilancia que se extiende a sus familiares y allegados, se enfrentan a golpizas, arrestos arbitrarios y amenazas.
Al parecer, el régimen, escaldado por la enorme repercusión de la Primavera Negra del año 2003, en la cual 75 miembros de la Prensa Independiente fueron condenados, en juicios sumarísimos, a penas entre 15 y 25 años de cárcel, ha inaugurado una nueva estrategia que expertos del Comité Internacional de Derechos Humanos -CIDH por sus siglas-, han bautizado como “represión sin dejar huella jurídica”.
Para todos estos periodistas, nuestro respeto y solidaridad en este día de la Libertad de Prensa, que ellos honran con su tenacidad y valor.
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2021, el año en que Otero Alcántara se convirtió en una de las personas más influyentes del mundo y pasó su cumpleaños en prisión
Luis Manuel Otero Alcántara, una de las cien personalidades más influyentes del mundo en 2021, cumple hoy 34 años y dentro de pocos días, cumplirá cinco meses en prisión sin haber sido juzgado y, lo que es peor, sin la esperanza de tener un juicio justo, con todas las garantías procesales a las que, se supone, tienen derecho todos los seres humanos en la segunda década del siglo XXI.
Otero Alcántara, nació el 2 de diciembre de 1987, veintiocho años después que el Ejército Rebelde hiciera su entrada triunfal a la capital cubana sin disparar un tiro y de ello, dan fe los billetes de un peso que, sin apenas valor, todavía circulan por la isla.
Luis Manuel, Luisma o LMOA, para los amigos cercanos, nació y creció con la revolución, marginado como la mayoría de los afrocubanos, como los que no pertenecen a la élite en el poder. Creció siendo testigo de cómo el sarcoma revolucionario fue devorando las paredes de su casa, en la calle Damas Nº 955, en uno de los barrios más humildes de la ciudad intramuros, el barrio de San Isidro.
Su obra, su casa y su barrio salieron del anonimato cuando, a golpe de decretos, el régimen cubano se propuso tapiar los pocos orificios legales para las iniciativas de los creadores con los decretos 349, 370 y algunos números más.
Se levantó junto a otros jóvenes artistas para fundar, a grandes rasgos, el Movimiento San Isidro (MSI) que en poco tiempo ganaría las simpatías y la admiración de nacionales y extranjeros.
La casa de Otero Alcántara se convirtió en la sede del Movimiento y Luis Manuel Otero Alcántara en su punta de lanza. Desde entonces, el incansable artista ha sufrido detenciones, vigilancia, huelgas de hambre, allanamientos, confiscación de sus obras, la reclusión forzada en la sala de un hospital y la cárcel.
El Movimiento San Isidro y Luis Manuel Otero Alcántara fueron, quizá sin proponérselo, la dinamita al final de una mecha que arde por más de sesenta y dos años.
El 27 de noviembre, por primera vez, más de quinientos artistas protestaron frente al Ministerio de Cultura indignados por el secuestro de Otero Alcántara y otros activistas que permanecían en huelga de hambre. De esa solidaridad con "los Acuartelados de San Isidro" surge luego el 27N.
Otero Alcántara también inspiró la protesta ocurrida el 30 de abril en la Calle Obispo, donde un grupo de jóvenes protagonizó una histórica sentada cuando la policía les impidió llegar a la casa donde el artista estaba en huelga de hambre.
Se le vió por última vez en vivo, el 11 de julio, en La Habana, cuando hizo un llamado a sumarse al levantamiento nacional por el fin del régimen comunista.
"Toda Cuba está en la pista. Me voy para el Malecón, cuésteme lo que cueste (...) Ya está bueno de dictadura", aseguró en una directa en Facebook en la que pidió a la Unión Patriótica de Cuba y otras organizaciones opositoras que convocaran a los cubanos a unirse a la protesta.
El levantamiento, como ya se sabe, ocurrió masivamente en numerosas ciudades y poblados en la isla, fue reprimido con brutalidad y ha dejado a más de 600 personas en la cárcel, entre ellas Otero Alcántara, quien está recluido en la cárcel de Guanajay, reconocido como Amnistía Internacional como preso de conciencia.
El Movimiento San Isidro, ampliamente reconocido en el mundo entero, no es, ni con mucho, el único grupo, ni el de más valor. Es, como ellos mismos reconocen, el resultado de la acumulación de años de resistencia, de cárceles repletas de prisioneros políticos, de los ecos de los pelotones de fusilamiento y de todos los que hicieron el camino por donde ahora ellos transitan.
La primera palabra
Todos los años, en mayo como en enero, religiosamente le hacemos homenajes llenos de adjetivos y de símbolos que, como las plegarias, cada vez lo acercan más a las esferas celestes mientras, pieza tras pieza, de su cuerpo menudo y maltrecho se van desprendiendo el traje abrillantado por el uso, los zapatos de suelas agujereadas, la carne magra, la fístula que lo hizo padecer durante años, sus errores, su pasión febril por las palabras y, en primer lugar, por sobre todas las cosas, su devoción por la soberanía de Cuba, nuestra Patria:
“Mírame, madre, y por tu amor no llores.
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas
Tu mártir corazón llené de espinas
Piensa que nacen, entre espinas, flores.”
Escribió con sólo dieciséis años y apenas un año después, esclavo de esa edad y sus doctrinas, estrenaba el presidio político, con grilletes en los pies adolescentes, conde- nado a trabajos forzados. ¡Y hay quienes llaman cursis estos versos¡
Lo hemos vestido de mármol, de madera, de bronce, de oro, plata y hasta de yeso y cada vez vamos marcando más y más distancia entre quién en verdad fue y lo que somos.
Disfrutamos el hacerle flotar a la altura de una divinidad, de esas que se invocan implorando un milagro y desde tal distancia él nos envuelve con la mirada triste porque sabe que pocos recuerdan que todo lo que hizo o dijo fue porque era sencillamente humano. Un hombre enamo- rado de la belleza, sí, la belleza del verbo, la belleza femenina, la del gesto, la belleza que cabe en la idea de la libertad. Un hombre que sabía que la ética es también la estética de la conducta y empiezo a intuir que, en el mundo que hemos fabricado, ese tipo de humanos sólo son abarcables desde la muerte y sospecho que José Julián Martí y Pérez lo sabía y ese conocimiento lo llevó a inmolarse en Dos Ríos el 19 de mayo de 1995. No logro entender de otra manera el absurdo de esa muerte, propia de quien no ve otra salida que hacia arriba.
Ahora resulta en verdad mucho más cómodo para quienes ven el dinero como un fin, no como un simple medio. Para quienes no ponen el corazón en todo lo que hacen y las ideas más profundas no pasan de ser palabras que suenan bien, por eso no logran captar qué significa:
“Para Cuba que sufre, la primera palabra.”
“¿Qué República era aquella?”
De esa manera interpelaba Fidel Castro en los primeros meses del año 1959 -cobijado por la sombra del monumento a José Martí, en aquella plaza que ya había perdido su nombre- a la multitud cautiva por el efecto hipnótico de su verborrea:
“¿Qué República era aquella?”
Hubiera sido fácil responderle que, “aquella”, era la República que él se había cargado sin, al menos personalmente, disparar un tiro, la República imperfecta que le perdonó la vida, condenándolo a sólo dos años de presidio por el asalto al Cuartel Moncada, esa acción terrorista que él organizó, enviando a los asaltantes a una carnicería, no sin antes planificar, muy bien, cómo no arriesgar su personal pellejo. Pero no, las cosas nunca suelen ser tan sencillas.
Aquella República, que naciera el 20 de Mayo de 1902, tras 410 años de colonialismo español, fue gestada en dos cruentas Guerras de Independencia; incubada en los vientres de los campos de concentración creados por el feroz Valeriano Weyler; moldeada con el filo de los machetes de negros descalzos y aristócratas masones, liberales, patriotas, que habían empeñado hasta la cubertería familiar para costear sus sueños de independencia; tatuada con innumerables cicatrices en el cuerpo moreno de Antonio Maceo, el Titán de Bronce, cuya voz proclamaba con orgullo el 15 de marzo de 1878 en Los Mangos de Baraguá, enojado por el indecoroso Pacto del Zanjón, frente al representante de España, General Arsenio Martínez Campos:
“No, no nos entendemos, General.” “¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!!!”
La primera bandera cubana que envolvió a la recién nacida República, ondeó de la manos del General Máximo Gómez, viejísimo y enfermo, a las 12: 08 minutos del 20 de mayo de 1902, frente a una población emocionada.
No queremos cerrar los ojos, ignorar realidades. Como cualquier criatura, la República daba bandazos, tropezaba, caía, volvía a levantarse pero, en 1940 era ya la orgullosa propietaria de la Constitución más avanzada de la época, según expertos.
De 1902 a 1959 tuvo 20 presidentes, entre ellos, al menos dos considerados dictadores; apenas otros dos lograron alcanzar un segundo mandato; tuvimos presidentes de un mes, de tres días y hasta otros dos que apenas sobrevivieron 24 horas en el poder y un golpe militar -o cuartelazo- asestado el 10 de Marzo de 1952, por el General Fulgencio Batista, sí, el mismo que amnistió a los que sobrevivieron del ya mencionado asalto al Cuartel Guillermón Moncada y, a pesar de que esos polvos trajeron estos lodos…
“¿Qué República era aquella?”
No, después de ser colonia durante casi medio siglo, no podía ser otra República que aquélla. Era la anhelada intención de una República. Cuba era sólo un pequeño país en transición, porque la democracia no es un título en propiedad, sino un arduo aprendizaje y, aunque eran los primeros, torpes pasos, la isla tuvo logros memorables, sí, memorables, que el Señor Castro, ese que hablaba más que un loro bajo la sombra del monumento a un avergonzado José Martí, se dedicó, sistemáticamente, a desenterrar de la memoria de los cubanos. En otro mundo, este fanático de la perorata podía ser acusado de infanticidio al asesinar, aún en su cuna, a la pequeña República que otros cubanos, mucho mejores, habían soñado y que él, el Asesino en Jefe, enterró hace ya 60 largos, duros, hambrientos, ensangrentados años.
NOTA DEL EDITOR: Esta opinión del autor es de su exclusiva responsabilidad y no representa los puntos de vista de Radio Television Martí.
La marcha del orgullo humano
Pasados varios días de la marcha reivindicativa convocada por la comunidad LGBTI+ en Cuba, después de haber visto, oído y leído opiniones de todos los bandos y bandas, aprovecho que las aguas de mis emociones se han asentado para -quizás, sólo quizás- abordar el hecho y lo ocurrido desde una perspectiva ¿más cerebral?
¡Sí se pudo! Por un lapso de tiempo que a mí me supo a eternidad, el Parque Central, con la estatua de José Martí como testigo, y el Paseo del Prado, con sus árboles profundamente deprimidos a fuerza de abulia, fueron el escenario de un libertad que, como es lógico, terminó a golpes, insultos, apelativos obscenos y detenciones porque la libertad es, para las tiranías, una especie de enfermedad altamente contagiosa cuyos vectores deben ser aislados y aplastados de inmediato.
¿Cómo iba a permitir una dictadura famosa por su sexagenaria homofobia, que los gays y las lesbianas tuvieran iniciativa propia? Sobre todo, después de haberles constitucionalmente despojado de sus aspiraciones a contraer matrimonio y de arrebatarles esa especie zanahoria llamada Conga con que los mantenían entretenidos y que, en honor a la verdad, para mí era sólo una de esas “actividades tácticas” que los vejestorios de polit-buró soportaban como un mal menor por aquello del “qué dirán.”
Pero se equivocaron, la Marcha del pasado 11 de Mayo les dio el golpe en las narices, con la misma fuerza de todas las puertas que se han ido cerrando ellos solitos, por ambiciosos, por brutos y por malos.
En la marcha, apoyando los derechos de una de las minorías más maltratadas por la histeria de la roboilusión, participaron heterosexuales, familias completas, cubanos hombro con hombro, marchando por el respeto a las diferencias, a todas las diferencias.
Eso asusta, ¿verdad, Mariela Castro? De ahí la prisa por culparnos a nosotros, la “escoria de Miami”, acusándonos de ser promotores e instigadores de ese acto sin precedentes por parte de aquellos a quienes subestimaste, creyendo que los tenías domesticados, que nunca se saldrían del guión que les habías escrito, incapaces de tener iniciativas propias y que han demostrado más valor del que han tenido los lacayos del régimen toda su vida.
Esta Marcha de orgullosos humanos, no importa la forma y el contenido de la manipulación que ensayen los expertos en medidas represivas, ha marcado un antes y atraído un después cuyas consecuencias los sesudos del Comité Central no podrán evitar.
Orgullosos humanos han descubierto el sabor de la libertad y han gritado bien alto y bien claro que, sean homosexuales o heterosexuales, ¡con los seres humanos no se juega!
Ahora, Ley Mordaza y ¿después qué?
Decía mi bisabuela canaria que “el que más amenaza es el que más miedo tiene” y con esa manera de envejecer que llamamos experiencia, aprendí que Dolores, larga, flaca y dura como un cuje, tenía razón: los asustados son quienes más vociferan.
Por eso cuando leí el tuit del señor Triple Erre, presidente del Tribunal Supremo Popular de Cuba, amenazando a los opositores con volver a aplicar la Ley 88 de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba, más conocida como Ley Mordaza, contra aquellos que “colaboren con los objetivos de la Ley Helms-Burton y con medios de prensa extranjeros”, junto al reconocible tufo a miedo, me volvió a la memoria la estampa de la bisabuela canaria con sus sentencias y sus cocotazos porque no lograba corregirme la dicción –la lengua, decía- con aquella retahíla de “Erre con erre cigarro…” de ahí que prefiera llamar “Triple Erre” a Rubén Remigio Ferro.
Descubrí también que el tuit de Triple Erre no era espontáneo, porque espontáneo también se fue de Cuba en 1959. Buscando, encontré la génesis de su amenaza tuitera contra los disidentes y sobre todo, contra los valerosos miembros de la Prensa Independiente dentro de Cuba y además, ¡sorpresa!, no estaba iluminado por la pasión patriótica, si no por esa otra pasión más vulgar y ejercida a modo de deporte nacional, que se llama envidia.
Triste, sí, triste y vergonzoso que precisamente quienes están en la obligación de defender los intereses de los ciudadanos, según suponemos deben hacer en el mundo civilizado los elegidos como delegados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, se sientan inspirados por las más bajas pasiones. Si no me creen, vean cómo empuja la Comisión de Relaciones Internacionales de dicha Asamblea a su homóloga, la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos, a raíz de que el Senador Demócrata John Kerry liberara 20 millones de dólares “para programas federales que promuevan la democracia en Cuba.”
“¿Por qué admitir –reclaman los envidiosos asambleístas- que naturales cubanos adquieran sumas importantes aprobadas por el Congreso norteamericano, nada menos que para subvertir el orden en Cuba? Hay que enfrentar resueltamente ese acto.”
Y obediente -como corresponde a alguien de su rango en un país donde no existe la separación de poderes, ni poderes, sino el poder único, nepótico y feudal de una familia muy acaudalada, y no precisamente gracias al sudor de la frente de sus integrantes- Triple Erre se lanza a proferir amenazas contra sus compatriotas.
Por ahora, el pres-cindente del Tribunal Supremo se limita a enarbolar el “coco” la Ley Mordaza pero, ¿qué pasará cuando la situación empeore aún más en la isla y los cubanos, famélicos, decidan, de una vez y por todas, agarrar el toro de sus destinos por los cuernos?
¿Vamos a esperar a que Triple Erre saque a la palestra el Artículo 91 del Código Penal, complemento perfecto de la Ley Mordaza y pasemos, otra vez, de amordazados, a maniatados, y con vendas en los ojos delante de los pelotones de fusilamiento mientras las turbas de envidiosos invaden las calles al grito de “!Paredón!” “!Paredón!”?