El diario brasileño O Globo criticó esta semana los créditos del gobierno de Dilma Roussef a Angola y Cuba, cuyos detalles, pese a que suman miles de millones de dólares, son mantenidos en secreto por el Ejecutivo.
El artículo de O Globo señala que los brasileños tendrán que esperar hasta el año 2027 para saber cómo se utiliza el dinero de sus contribuciones en negocios multimillonarios y sensibles con Angola y Cuba, países a los que el gobierno de Roussef, a través del BNDES, Banco Nacional para el Desarrollo, ha transferido “según cálculos conservadores” unos 6.000 millones de dólares.
Luanda habría recibido la mayor parte, mientras que La Habana se habría beneficiado hasta ahora de unos 1.000 millones, entre financiamiento de exportaciones y ayuda alimentaria urgente.
El autor, José Casado, señala que a diferencia de las operaciones comerciales normales, como las llevadas a cabo con otros 90 países de África y América Latina por la Tesorería o BNDES, que es la principal fuente de financiación de las exportaciones brasileñas, los contratos con Angola y Cuba acabaron convirtiéndose en un secreto de Estado .
Todos los documentos en estas operaciones (actas, protocolos, informes, notas técnicas y correspondencia) permanecen clasificados como "secretos " hace 15 meses, por decisión del Ministro de Desarrollo, Fernando Pimentel.
Casado señala que esto no había ocurrido en Brasil desde el régimen militar, y por lo tanto proliferan las dudas tanto en círculos empresariales como en el Congreso, al que la Constitución asigna la facultad de fiscalizar el comportamiento del gobierno en operaciones financieras.
Cuando se le preguntó al respecto en una reciente audiencia del Senado, el presidente del banco de desarrollo, Luciano Coutinho, dijo que "El BNDES no trata estas operaciones (de exportación) de manera confidencial, salvo en casos como estos dos”. ¿Por qué? “En observancia de la legislación del país de destino de los fondos", precisó Coutinho.
"Entonces” –preguntó el senador Alvaro Dias ( PSDB -PR) – “debe Brasil prestar bajo estas condiciones, teniendo en cuenta las leyes de los países que toman prestado, al margen de nuestra legislación de transparencia absoluta en la actividad pública?”.
Casado concluye diciendo que la administración Rousseff discurre entre el secreto y el bochorno en sus relaciones con tiranos como José Eduardo Santos (Angola), los hermanos Castro (Cuba ), Robert Mugabe (Zimbabwe ), Teodoro Obiang (Guinea Ecuatorial ), Denis Sassou Nguesso (Congo- Brazzaville ), Odimba Ali Bongo (Gabón) y Omar al Bashir (Sudán).
En la revista Veja el columnista Rodrigo Constantino describe el asunto como una absurda “transferencia de recursos de los contribuyentes brasileños a dictadores de otros países, todo en total secreto”.
Apunta que aunque muchos critican la postura de los republicanos "radicales" en los Estados Unidos sobre la cuestión de aumentar el techo de la deuda, pero pasan por alto que el papel de la oposición es justamente poner en el temario debates importantes sobre el país.
“Aquí, el (des) gobierno reina sin ser molestado por sus travesuras, sin dar razones específicas de tal desorden. Sin una oposición firme, la democracia se vuelve hueca”, concluye diciendo Constantino.
El artículo de O Globo señala que los brasileños tendrán que esperar hasta el año 2027 para saber cómo se utiliza el dinero de sus contribuciones en negocios multimillonarios y sensibles con Angola y Cuba, países a los que el gobierno de Roussef, a través del BNDES, Banco Nacional para el Desarrollo, ha transferido “según cálculos conservadores” unos 6.000 millones de dólares.
Luanda habría recibido la mayor parte, mientras que La Habana se habría beneficiado hasta ahora de unos 1.000 millones, entre financiamiento de exportaciones y ayuda alimentaria urgente.
El autor, José Casado, señala que a diferencia de las operaciones comerciales normales, como las llevadas a cabo con otros 90 países de África y América Latina por la Tesorería o BNDES, que es la principal fuente de financiación de las exportaciones brasileñas, los contratos con Angola y Cuba acabaron convirtiéndose en un secreto de Estado .
Todos los documentos en estas operaciones (actas, protocolos, informes, notas técnicas y correspondencia) permanecen clasificados como "secretos " hace 15 meses, por decisión del Ministro de Desarrollo, Fernando Pimentel.
Casado señala que esto no había ocurrido en Brasil desde el régimen militar, y por lo tanto proliferan las dudas tanto en círculos empresariales como en el Congreso, al que la Constitución asigna la facultad de fiscalizar el comportamiento del gobierno en operaciones financieras.
Cuando se le preguntó al respecto en una reciente audiencia del Senado, el presidente del banco de desarrollo, Luciano Coutinho, dijo que "El BNDES no trata estas operaciones (de exportación) de manera confidencial, salvo en casos como estos dos”. ¿Por qué? “En observancia de la legislación del país de destino de los fondos", precisó Coutinho.
"Entonces” –preguntó el senador Alvaro Dias ( PSDB -PR) – “debe Brasil prestar bajo estas condiciones, teniendo en cuenta las leyes de los países que toman prestado, al margen de nuestra legislación de transparencia absoluta en la actividad pública?”.
Casado concluye diciendo que la administración Rousseff discurre entre el secreto y el bochorno en sus relaciones con tiranos como José Eduardo Santos (Angola), los hermanos Castro (Cuba ), Robert Mugabe (Zimbabwe ), Teodoro Obiang (Guinea Ecuatorial ), Denis Sassou Nguesso (Congo- Brazzaville ), Odimba Ali Bongo (Gabón) y Omar al Bashir (Sudán).
En la revista Veja el columnista Rodrigo Constantino describe el asunto como una absurda “transferencia de recursos de los contribuyentes brasileños a dictadores de otros países, todo en total secreto”.
Apunta que aunque muchos critican la postura de los republicanos "radicales" en los Estados Unidos sobre la cuestión de aumentar el techo de la deuda, pero pasan por alto que el papel de la oposición es justamente poner en el temario debates importantes sobre el país.
“Aquí, el (des) gobierno reina sin ser molestado por sus travesuras, sin dar razones específicas de tal desorden. Sin una oposición firme, la democracia se vuelve hueca”, concluye diciendo Constantino.