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Cubanos se tragan la emoción para ver la Serie Mundial en salas clandestinas


Cubanos miran en la televisión un juego de la Serie Mundial de las Grandes Ligas.
Cubanos miran en la televisión un juego de la Serie Mundial de las Grandes Ligas.

Cubanos prefieren hacer el gran sacrificio de quedarse callados y no gritar cuando Yulieski "Yuli" Gurriel o Yasiel Puig pegan un jonrón en la Serie Mundial de béisbol de las Grandes Ligas estadounidenses, para poder ver la transmisión en vivo de los juegos en salas clandestinas diseminadas por La Habana.

"Tragarse la emoción es parte del precio que se paga en Cuba por ver el batazo en vivo" de Gurriel o Puig, señalan la revista Play Off Magazine y la publicación digital El Toque, que explican que "apenas 1 CUC compra el derecho de admisión y la tranquilidad de cada uno de los presentes".

Y es que los más de 40 asistentes a eventos de este tipo en la capital cubana no pueden alzar la voz, no pueden gritar pase lo que pase… de lo contrario el propietario del lugar apaga el televisor para evitar que las autoridades lo descubran.

Para entrar en el local, los asistentes utilizan una clave: "un toque de nudillos". Si se equivocan y lo hacen incorrectamente, se quedan en la calle y no pueden ver la Serie Mundial de MLB.

Yasiel Puig y Yulieski Gurriel en el 6to juego de la Serie Mundial 2017
Yasiel Puig y Yulieski Gurriel en el 6to juego de la Serie Mundial 2017

Las fuentes señalan que este tipo de actividad ilegal también ocurre con los partidos de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA) y el Super Bowl de la Liga Nacional de Fútbol NFL), que se juegan en EEUU.

Los asistentes a estas salas clandestinas de transmisión no están obligados a consumir nada, a diferencia de los hoteles y bares estatales, donde "el consumo es caro y obligatorio para permanecer en el local".

Otra opción que tiene el amante del deporte profesional en la isla es ir a la casa de un amigo, que a través de las antenas (también es ilegal en Cuba) capta la señal de la televisión por cable.

"Aunque totalmente clandestino, cuesta creer que un sitio como este sea un secreto. La única explicación lógica es que las salas son tan ilegales como la venta de colas de langostas, camarones o tabaco de contrabando. Pero ni un enchilado de marisco, ni un Cohíba robusto, y menos los batazos de Gurriel, consiguen derrocar un Gobierno. Son inofensivos. Y lo inofensivo es tolerado", señalan Play Off Magazine y El Toque.

(Con información de Play Off Magazine y El Toque)

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