La habanera Dulce María Regalado se enteró por un mensaje a través de Facebook que los restos de su prima hermana Carmen Issel Navarro Olazábal descansan en la aldea panameña La Turquesa. La contactó el joven compañero de viaje que le dio sepultura, con la ayuda de nativos.
La voluntad de Carmen Issel de llegar Estados Unidos la impulsó a la selva, pero su cuerpo no le respondió. Murió de edema pulmonar e insuficiencia renal en ese punto de El Darién, entre Colombia y Panamá, según confirmó a la familia, Adbel de la Cruz, quien se encuentra ahora en un albergue de la Iglesia Católica en Panamá.
“La inclinación de ella, como todos los cubanos, era buscar su libertad”, advierte Dulce María.
Al igual que cientos de cubanos, Carmen Issel se marchó a Turbo, Colombia al ver frustradas en Ecuador sus esperanzas de conseguir un puente aéreo hacia México. Un año antes, el 20 de mayo, había llegado a Quito. Tras 121 deportaciones a migrantes cubanos que habían participado por semanas en protestas frente a la embajada mexicana, el consulado de Cuba y en un parque de Quito, le quedó claro que tendría que intentar llegar a Estados Unidos de la manera difícil.
Carmen Issel, de 49 años, padecía de una fuerte asma y las largas caminatas por la selva durante 13 días la agotaron y lastimaron a tal punto que terminó separándose del resto del grupo. Adbel decidió acompañarla y seguir al ritmo que su cuerpo le permitiera. Ella falleció pocas horas después de llegar exhausta y con asma a La Turquesa.
Gracias a Abdel, la familia y los amigos de Carmen Issel han logrado saber cómo fueron sus últimos momentos. Dulce María explica a Martí Noticias la disyuntiva en que se ve la familia cuando un ser querido decide emprender esta peligrosa travesía:
“Uno se va muy ilusionado. Piensa que eso es fácil y se mete en una aventura que le cuesta la vida. Pero, al mismo tiempo, hay que respetar la decisión de los otros y resignarse a aceptar que quiere ser libre”.
Dulce María recibió el último mensaje de Carmen Issel el 7 de agosto pasado a través de la aplicación de mensajería Imo. Le decía que estaba bien y que estaba montada en un bote, en plena travesía, recuerda.
La familia encuentra consuelo en saber que falleció persiguiendo su sueño de una vida mejor. “Si por algo estoy un poquito más calmada es porque intentó y, de cierta manera logró, su libertad”, insiste su prima hermana.
Los hijos de Carmen Issel se debaten entre exhumar sus restos para trasladarlos a Cuba o dejarlos descansar en la tierra donde la sorprendió la muerte. Uno de sus hijos está convencido de que allí debe permanecer, porque esa fue su voluntad.