Los investigadores han documentado la presencia de 54 especies de tiburones en las aguas que circundan Cuba pero en base a reportes de pescadores su número ha venido disminuyendo, según un reportaje que publica la revista Scientific American.
La publicación señala que debido a la falta de información sobre los viveros naturales donde se reproducen los escualos en aguas de la isla se creó en 2007 una iniciativa de parte de científicos de EE.UU., México y Cuba.
Denominada Iniciativa Trinacional para la Ciencia Marina y la Conservación del Golfo de México y Caribe Occidental, la integran investigadores del Environmental Defense Fund (EE.UU.), del Colegio de la Frontera Sur (México), y del Centro para Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana.
Entre las prioridades del grupo está la de ampliar el conocimiento que se tiene del hábitat de los tiburones en aguas de la isla, y con ese fin en febrero último llevaron a cabo una expedición de nueve días a bordo del barco Felipe Poey para recolectar muestras de agua y plancton en la parte sur de Cuba, alrededor del Golfo de Batabanó y Ia Isla de la Juventud.
Las conclusiones a las que arribaron los investigadores tras numerosas entrevistas a pescadores del área sugieren que “la pesca excesiva en la zona ha afectado la población de tiburones”, un hecho que esperan confirmar cuando este año se realicen otras expediciones planeadas en Batabanó y la bahía de Júcaro.
La revista anticipa que otro crucero previsto para después del verano explorará el archipiélago de los Jardines de la Reina y el Golfo de Ana María, dos populares zonas de ecoturismo.
La gran preocupación de los científicos es que la merma de tiburones en cualquier área ha demostrado ser devastadora porque afecta toda la cadena alimenticia marina.
Por ejemplo puede dar como resultado un aumento desmedido de peces grandes que habitan en los arrecifes, que a su vez se alimentan de otros más pequeños encargados de mantener controladas las algas, cuya excesiva reproducción termina matando los corales.
Pero para poder hacer su trabajo, precisa Scientific American, los investigadores se han topado con retos adicionales como el de que los científicos cubanos cuentan con limitados recursos e infraestructura, y que no pueden trasladarse a un sitio cada vez que lo necesiten, debido a la falta de vehículos y combustible.
“También los científicos de EE.UU. y Cuba tienen dificultades para comunicarse—dice—porque los correos electrónicos pueden funcionar con lentitud y esporádicamente” Y además “demora mucho obtener permiso del gobierno cubano para emplear sistemas de posicionamiento vía satélite (GPS) y chapillas (de marcación) satelitales”, utilizadas por los biólogos para estudiar a los animales.
La publicación señala que debido a la falta de información sobre los viveros naturales donde se reproducen los escualos en aguas de la isla se creó en 2007 una iniciativa de parte de científicos de EE.UU., México y Cuba.
Denominada Iniciativa Trinacional para la Ciencia Marina y la Conservación del Golfo de México y Caribe Occidental, la integran investigadores del Environmental Defense Fund (EE.UU.), del Colegio de la Frontera Sur (México), y del Centro para Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana.
Entre las prioridades del grupo está la de ampliar el conocimiento que se tiene del hábitat de los tiburones en aguas de la isla, y con ese fin en febrero último llevaron a cabo una expedición de nueve días a bordo del barco Felipe Poey para recolectar muestras de agua y plancton en la parte sur de Cuba, alrededor del Golfo de Batabanó y Ia Isla de la Juventud.
Las conclusiones a las que arribaron los investigadores tras numerosas entrevistas a pescadores del área sugieren que “la pesca excesiva en la zona ha afectado la población de tiburones”, un hecho que esperan confirmar cuando este año se realicen otras expediciones planeadas en Batabanó y la bahía de Júcaro.
La revista anticipa que otro crucero previsto para después del verano explorará el archipiélago de los Jardines de la Reina y el Golfo de Ana María, dos populares zonas de ecoturismo.
La gran preocupación de los científicos es que la merma de tiburones en cualquier área ha demostrado ser devastadora porque afecta toda la cadena alimenticia marina.
Por ejemplo puede dar como resultado un aumento desmedido de peces grandes que habitan en los arrecifes, que a su vez se alimentan de otros más pequeños encargados de mantener controladas las algas, cuya excesiva reproducción termina matando los corales.
Pero para poder hacer su trabajo, precisa Scientific American, los investigadores se han topado con retos adicionales como el de que los científicos cubanos cuentan con limitados recursos e infraestructura, y que no pueden trasladarse a un sitio cada vez que lo necesiten, debido a la falta de vehículos y combustible.
“También los científicos de EE.UU. y Cuba tienen dificultades para comunicarse—dice—porque los correos electrónicos pueden funcionar con lentitud y esporádicamente” Y además “demora mucho obtener permiso del gobierno cubano para emplear sistemas de posicionamiento vía satélite (GPS) y chapillas (de marcación) satelitales”, utilizadas por los biólogos para estudiar a los animales.