Ezequiel Morales, un disidente cubano que pasó 50 horas en los calabozos de la policía política de la isla acusado de querer ocasionar disturbios durante el juicio al español Ángel Carromero, narró al periódico español La Gaceta los atropellos de que fue víctima en un calabozo de la seguridad del Estado.
Tras señalar que Morales, de 49 años, “se mantiene a duras penas como zapatero en su ciudad natal de Puerto Padre”, en Las Tunas, el diario precisa que hacia 1999 el opositor se involucró fuertemente en el Proyecto Varela, impulsado por Oswaldo Payá y el Movimiento Cristiano Liberación.
Después de haber sido arrestado en 2003 por “desacato y desobediencia” y condenado a 27 meses de cárcel, dice, Morales fue detenido una quincena de veces entre 2006 y 2012, la penúltima en marzo pasado durante la visita del Papa a Cuba.
La publicación agrega que como pocos, el disidente ha experimentado las técnicas represivas llevadas a cabo por el castrismo en los últimos tiempos, que se caracterizan por multiplicar las detenciones cortas para minar la moral de los opositores.
Pero lo que Morales “todavía no había tenido el gusto de saborear -dice el diario- era la represión preventiva: hasta la víspera del juicio a Ángel Carromero (…) por su supuesta e hipotética responsabilidad en la muerte de Oswaldo Payá”. Y relata cómo Morales fue detenido y llevado hasta la Unidad Provincial de Procesos Penales, en Las Tunas, la que califica de “lugar siniestro”.
La Gaceta describe después cómo agentes de la “temible Seguridad del Estado” , lo insultaron y lo golpearon en el rostro y en el pecho hasta que Morales perdió el conocimiento, y cuando lo recuperó se halló tirado en el suelo y esposado, en una celda húmeda y con poca luz, rodeado de mosquitos y roedores.
Luego de ser puesto en libertad, su odisea no terminó, porque al ir al hospital en busca de asistencia por las lesiones que había sufrido, cuenta el diario, Morales se apuntó en una lista de espera para ser atendido por un ortopédico, pero los resultados del ultrasonido demoraron 13 días en saberse.
Al cabo de dos semanas en su casa sin poder moverse, según el primer diagnóstico, Morales tenía un derrame en la parte externa de la rodilla pero sin lesión. Sin embargo, ante su insistencia logró ver a otro médico que le confirmó que lo que tenía era una fisura, una rotura en el menisco.
“En Cuba—aclaró Morales al diario--, los hospitales y demás centros sanitarios grandes son lugares donde la Seguridad del Estado dispone de oficinas y de personas: pueden ser médicos, enfermeras, técnicos sanitarios o personal de servicio”.
Ahora, concluye el periódico, el opositor “está viviendo de la caridad" - la presión fiscal le impide seguir con su pequeño negocio-, y en permanencia vigilado por la Seguridad del Estado. Pero toda esta acumulación de desgracias no le disuade de seguir luchando: La liberación, tanto la nacional como la personal, "es un deber moral”.
Tras señalar que Morales, de 49 años, “se mantiene a duras penas como zapatero en su ciudad natal de Puerto Padre”, en Las Tunas, el diario precisa que hacia 1999 el opositor se involucró fuertemente en el Proyecto Varela, impulsado por Oswaldo Payá y el Movimiento Cristiano Liberación.
Después de haber sido arrestado en 2003 por “desacato y desobediencia” y condenado a 27 meses de cárcel, dice, Morales fue detenido una quincena de veces entre 2006 y 2012, la penúltima en marzo pasado durante la visita del Papa a Cuba.
La publicación agrega que como pocos, el disidente ha experimentado las técnicas represivas llevadas a cabo por el castrismo en los últimos tiempos, que se caracterizan por multiplicar las detenciones cortas para minar la moral de los opositores.
Pero lo que Morales “todavía no había tenido el gusto de saborear -dice el diario- era la represión preventiva: hasta la víspera del juicio a Ángel Carromero (…) por su supuesta e hipotética responsabilidad en la muerte de Oswaldo Payá”. Y relata cómo Morales fue detenido y llevado hasta la Unidad Provincial de Procesos Penales, en Las Tunas, la que califica de “lugar siniestro”.
La Gaceta describe después cómo agentes de la “temible Seguridad del Estado” , lo insultaron y lo golpearon en el rostro y en el pecho hasta que Morales perdió el conocimiento, y cuando lo recuperó se halló tirado en el suelo y esposado, en una celda húmeda y con poca luz, rodeado de mosquitos y roedores.
Luego de ser puesto en libertad, su odisea no terminó, porque al ir al hospital en busca de asistencia por las lesiones que había sufrido, cuenta el diario, Morales se apuntó en una lista de espera para ser atendido por un ortopédico, pero los resultados del ultrasonido demoraron 13 días en saberse.
Al cabo de dos semanas en su casa sin poder moverse, según el primer diagnóstico, Morales tenía un derrame en la parte externa de la rodilla pero sin lesión. Sin embargo, ante su insistencia logró ver a otro médico que le confirmó que lo que tenía era una fisura, una rotura en el menisco.
“En Cuba—aclaró Morales al diario--, los hospitales y demás centros sanitarios grandes son lugares donde la Seguridad del Estado dispone de oficinas y de personas: pueden ser médicos, enfermeras, técnicos sanitarios o personal de servicio”.
Ahora, concluye el periódico, el opositor “está viviendo de la caridad" - la presión fiscal le impide seguir con su pequeño negocio-, y en permanencia vigilado por la Seguridad del Estado. Pero toda esta acumulación de desgracias no le disuade de seguir luchando: La liberación, tanto la nacional como la personal, "es un deber moral”.