La dura crítica hecha por el senador cubanoamericano Marco Rubio al cantante estadounidense Jay-Z por su adoración a la figura del Che Guevara, es destacada este jueves en un artículo del periódico digital estadounidense The Commentator.
El autor del trabajo, Joseph Hammond, excorresponsal de Radio Europa Libre en El Cairo, cita las palabras del senador cuando puso de relieve el desprecio que sentía por los negros el guerrillero argentino, tenido por un paradigma “revolucionario”.
Jay-Z, quien recientemente viajó en La Habana con su esposa Beyonce, en una visita que desató gran turbulencia política en EE.UU., debería informarse mejor de que uno de sus “héroes” fue un racista que escribió “de la superioridad de los europeos blancos sobre la gente de descendencia africana”, dijo Rubio.
Tras señalar que artistas como Jay-Z, Carlos Santana y Johnny Depp han dado muestras de admirar al Che Guevara, el articulista menciona el pasaje citado en el website Afro-Punk por el bloguero Faraji Toure, que reproduce partes de un diario escrito en 1952 por el médico argentino.
El pasaje en cuestión dice que “el negro es indolente y soñador; gasta su exiguo salario en frivolidades o en beber; el europeo tiene la tradición de trabajar y ahorrar, que lo ha conducido tan lejos como a este rincón de América y lo ha llevado a progresar, incluso de manera independiente a sus propias aspiraciones individuales”.
Hammond precisa que aun así Toure defiende a Guevara alegando que cuando escribió el diario sólo tenía 24 años, una excusa que el biógrafo Jon Lee Anferson considera insólita porque para entonces el médico argentino estaba bien informado del tema ya que había visitado países como Trinidad y Tobago y Brasil.
Otro argumento de quienes tratan de defenderlo es que se expresó de esa manera antes de 1959, lo que según Hammond podría ser peor porque “cuando le fue útil abandonar sus previos puntos de vista racistas para pelear en la Revolución cubana, lo hizo sin reparos”.
De hecho, apunta, un creciente número de izquierdistas y anarquistas modernos están abriendo los ojos ante la realidad de que el Che Guevara no fue un “héroe revolucionario”, sino sólo “uno más en la larga lista de asesinos comunistas del siglo XX”.
Se trató de un hombre, agrega, que fue defensor del régimen de Corea del Norte y que lloró profundamente la muerte de Joseph Stalin. “Incluso biógrafos compasivos como John Anderson—puntualiza—, admiten que el Che supervisó muchas ejecuciones en la notoria prisión cubana de La Cabaña tras la revolución de 1959”.
Incluso, añade, que existen evidencias de que Guevara personalmente llevó a cabo algunos de los asesinatos asociados con el período revolucionario, y que además, como ha informado el diario Huffington Post, deseó que los soviéticos lanzaran ataques nucleares contra ciudades de EE.UU.
“Tal vez la mejor razón para condenar a Guevara no sean sus declaraciones racistas enterradas en la lejanía de sus diarios—concluye— sino sus manos muy visiblemente manchadas de sangre”.
El autor del trabajo, Joseph Hammond, excorresponsal de Radio Europa Libre en El Cairo, cita las palabras del senador cuando puso de relieve el desprecio que sentía por los negros el guerrillero argentino, tenido por un paradigma “revolucionario”.
Jay-Z, quien recientemente viajó en La Habana con su esposa Beyonce, en una visita que desató gran turbulencia política en EE.UU., debería informarse mejor de que uno de sus “héroes” fue un racista que escribió “de la superioridad de los europeos blancos sobre la gente de descendencia africana”, dijo Rubio.
Tras señalar que artistas como Jay-Z, Carlos Santana y Johnny Depp han dado muestras de admirar al Che Guevara, el articulista menciona el pasaje citado en el website Afro-Punk por el bloguero Faraji Toure, que reproduce partes de un diario escrito en 1952 por el médico argentino.
El pasaje en cuestión dice que “el negro es indolente y soñador; gasta su exiguo salario en frivolidades o en beber; el europeo tiene la tradición de trabajar y ahorrar, que lo ha conducido tan lejos como a este rincón de América y lo ha llevado a progresar, incluso de manera independiente a sus propias aspiraciones individuales”.
Hammond precisa que aun así Toure defiende a Guevara alegando que cuando escribió el diario sólo tenía 24 años, una excusa que el biógrafo Jon Lee Anferson considera insólita porque para entonces el médico argentino estaba bien informado del tema ya que había visitado países como Trinidad y Tobago y Brasil.
Otro argumento de quienes tratan de defenderlo es que se expresó de esa manera antes de 1959, lo que según Hammond podría ser peor porque “cuando le fue útil abandonar sus previos puntos de vista racistas para pelear en la Revolución cubana, lo hizo sin reparos”.
De hecho, apunta, un creciente número de izquierdistas y anarquistas modernos están abriendo los ojos ante la realidad de que el Che Guevara no fue un “héroe revolucionario”, sino sólo “uno más en la larga lista de asesinos comunistas del siglo XX”.
Se trató de un hombre, agrega, que fue defensor del régimen de Corea del Norte y que lloró profundamente la muerte de Joseph Stalin. “Incluso biógrafos compasivos como John Anderson—puntualiza—, admiten que el Che supervisó muchas ejecuciones en la notoria prisión cubana de La Cabaña tras la revolución de 1959”.
Incluso, añade, que existen evidencias de que Guevara personalmente llevó a cabo algunos de los asesinatos asociados con el período revolucionario, y que además, como ha informado el diario Huffington Post, deseó que los soviéticos lanzaran ataques nucleares contra ciudades de EE.UU.
“Tal vez la mejor razón para condenar a Guevara no sean sus declaraciones racistas enterradas en la lejanía de sus diarios—concluye— sino sus manos muy visiblemente manchadas de sangre”.