El primer pretexto del gobierno cubano fue decir que el nombre ofendía el orgullo nacional, y por inferencia la llamaron ‘radio anticubana’, como anticubano era cada uno de los que la escuchaban a escondidas. Era el 20 de mayo de 1985, y la voz de Moisés López anunciaba: “Muy Buenos días, escuchan la primera transmisión de Radio Martí, programa de información de La Voz de los Estados Unidos de América”.
El escritor y profesor Rafael Saumell pasó varios años encerrado en los fosos de la prisión La cabaña, en La Habana, del tiempo en que estuvo en Guanajay recuerda que fue precisamente allí donde escuchó Radio Martí (RM) por primera ocasión.
“Yo puedo decir que con orgullo y tremenda curiosidad –y con una suerte enorme, precisa- gracias un compañero preso político en la cárcel de Guanajay se inventó una radio de Galena, pude escuchar las primeras emisiones de RM desde la cárcel y para mí eso siempre significó lo que yo siempre he dicho: “No hay proja que taje una nube de ideas”, que es un frase de José Martí”, afirmó Saumell.
El hoy profesor de literatura y residente en el estado de Texas, concluye: “Por primera vez tuvimos una voz los que no teníamos voz en Cuba”.
La Ley de Transmisiones a Cuba que permitió la creación RM fue aprobada el 4 de octubre de 1983; el hoy fallecido ex presidente Ronald Reagan comentó que la puesta en marcha de la radioemisora cubana respondía al propósito de acabar con el monopolio castrista sobre la información que se proveía a los cubanos residents en la isla. El cubano Jorge Más Canosa fue el principal impulsor de un sueño que hoy cumple 29 años.
Una radio que va a la calle
En los últimos diez años las antenas de inetrferencia que el régimen ha puesto sobre las unidades policiales y las sedes de los comités militares hacen insoportable la audición de la emisora, sin embargo los cuabanos se las arreglan para escucharla.
Daniel Téllez dice que él le puso “un cable que baja de la antenna de mi radio, es simple, y con eso escucho los deportes, las noticias y hasta programas de mujeres que pone Radio Martí. Yo no tengo problemas con la interferencia, aunque en el centro de las ciudades se oye con un poco de ruido”, asegura el pinareño.
La dama de blanco y activista de derechos humanos Leticia Ramos Herrería, residente en Cárdenas, Matanzas, hace lo contrario del común de los oyentes: “A principios de los años ‘90 fue muy difícil oir la emisora porque había vecinos, chivatos, muy pendientes de cualquier estación de afuera y te calculaban como contrarrevolucionario, pero eso ha cambiado, ahora la escuhamos a todo volumen, y es costumbre que cuando nos vamos y cerramos la casa, la dejamos encendida, para que la oiga todo el que pase”, concluye.
El caso de Eliécer Palma es curioso, había regresado de combatir en el Africa y junto a su hermano tenían una entonces flamante radio casetera Sony: “lo que me contaba mi hermano era que un general, llamado Rafael del Pino se había ido del país y estaba hablando por Radio Martí, se escuchaba mucho y la gente comentaba sobre eso. El ataque del gobierno era que RM decía mentiras, sin embargo metió un ataque, con antenas digitalizadas que son militares, para que nadie escuche. Y si es mentira, por qué no dejan que la gente la escuche?”, finaliza Palma.
Un servicio social
Junto al miedo a que los sorprendieran escuchando RM, por “contrarrevolucionaria”, se sumaba el hecho de que la gente no quería que su voz se escuchara ahí, debido al estigma que significa, traducido en la represión policial.
Guillermo del Sol considera que esa ecuación se ha revertido considerablemente, tanto que sus propios vecinos se ofrecen a testimoniarle las denuncias y “se alegran cuando sienten que su voz, aunque no lo hizo propiamente, sale por RM y se escucha en toda Cuba”, comenta el periodista independiente residente en Santa Clara.
Para muchos poner una denuncia en RM les funciona como un boomerang. Cuando la escuchan los funcionarios, a veces se apuran solucionar los problemas sociales, dice este reportero porscrito. Del Sol relata que en el año 2009 hizo una insvetigación sobre un dique de agua que había reventado, las inudaciones afectaron a muchos ciudadanos y “allí se escucharon por RM voces propias de los vecinos, que quisieron ellos mismos testimoniar lo que les pasaba”, indica.
Recientemmente Del Sol publicó un artículo sobre la labor de los sepultureros en su ciudad. Él considera que son menospreciados por la gente y que ese trabajo es tenido como algo temible. Días después en el diario oficial Granma apareció uno similar, pero desde la ciudad de Matanzas. Guillermo Del Sol cree que desde altas instancias de gobierno siguen los pasos de la prensa independiente y lo que sale en RM.
“Es importante para la gente”, asegura Del Sol, y finaliza: “ellos ven que su noticia no se quedó en el aire y que salió por Radio Martí”.
El escritor y profesor Rafael Saumell pasó varios años encerrado en los fosos de la prisión La cabaña, en La Habana, del tiempo en que estuvo en Guanajay recuerda que fue precisamente allí donde escuchó Radio Martí (RM) por primera ocasión.
“Yo puedo decir que con orgullo y tremenda curiosidad –y con una suerte enorme, precisa- gracias un compañero preso político en la cárcel de Guanajay se inventó una radio de Galena, pude escuchar las primeras emisiones de RM desde la cárcel y para mí eso siempre significó lo que yo siempre he dicho: “No hay proja que taje una nube de ideas”, que es un frase de José Martí”, afirmó Saumell.
El hoy profesor de literatura y residente en el estado de Texas, concluye: “Por primera vez tuvimos una voz los que no teníamos voz en Cuba”.
La Ley de Transmisiones a Cuba que permitió la creación RM fue aprobada el 4 de octubre de 1983; el hoy fallecido ex presidente Ronald Reagan comentó que la puesta en marcha de la radioemisora cubana respondía al propósito de acabar con el monopolio castrista sobre la información que se proveía a los cubanos residents en la isla. El cubano Jorge Más Canosa fue el principal impulsor de un sueño que hoy cumple 29 años.
Una radio que va a la calle
En los últimos diez años las antenas de inetrferencia que el régimen ha puesto sobre las unidades policiales y las sedes de los comités militares hacen insoportable la audición de la emisora, sin embargo los cuabanos se las arreglan para escucharla.
Daniel Téllez dice que él le puso “un cable que baja de la antenna de mi radio, es simple, y con eso escucho los deportes, las noticias y hasta programas de mujeres que pone Radio Martí. Yo no tengo problemas con la interferencia, aunque en el centro de las ciudades se oye con un poco de ruido”, asegura el pinareño.
La dama de blanco y activista de derechos humanos Leticia Ramos Herrería, residente en Cárdenas, Matanzas, hace lo contrario del común de los oyentes: “A principios de los años ‘90 fue muy difícil oir la emisora porque había vecinos, chivatos, muy pendientes de cualquier estación de afuera y te calculaban como contrarrevolucionario, pero eso ha cambiado, ahora la escuhamos a todo volumen, y es costumbre que cuando nos vamos y cerramos la casa, la dejamos encendida, para que la oiga todo el que pase”, concluye.
El caso de Eliécer Palma es curioso, había regresado de combatir en el Africa y junto a su hermano tenían una entonces flamante radio casetera Sony: “lo que me contaba mi hermano era que un general, llamado Rafael del Pino se había ido del país y estaba hablando por Radio Martí, se escuchaba mucho y la gente comentaba sobre eso. El ataque del gobierno era que RM decía mentiras, sin embargo metió un ataque, con antenas digitalizadas que son militares, para que nadie escuche. Y si es mentira, por qué no dejan que la gente la escuche?”, finaliza Palma.
Un servicio social
Junto al miedo a que los sorprendieran escuchando RM, por “contrarrevolucionaria”, se sumaba el hecho de que la gente no quería que su voz se escuchara ahí, debido al estigma que significa, traducido en la represión policial.
Guillermo del Sol considera que esa ecuación se ha revertido considerablemente, tanto que sus propios vecinos se ofrecen a testimoniarle las denuncias y “se alegran cuando sienten que su voz, aunque no lo hizo propiamente, sale por RM y se escucha en toda Cuba”, comenta el periodista independiente residente en Santa Clara.
Para muchos poner una denuncia en RM les funciona como un boomerang. Cuando la escuchan los funcionarios, a veces se apuran solucionar los problemas sociales, dice este reportero porscrito. Del Sol relata que en el año 2009 hizo una insvetigación sobre un dique de agua que había reventado, las inudaciones afectaron a muchos ciudadanos y “allí se escucharon por RM voces propias de los vecinos, que quisieron ellos mismos testimoniar lo que les pasaba”, indica.
Recientemmente Del Sol publicó un artículo sobre la labor de los sepultureros en su ciudad. Él considera que son menospreciados por la gente y que ese trabajo es tenido como algo temible. Días después en el diario oficial Granma apareció uno similar, pero desde la ciudad de Matanzas. Guillermo Del Sol cree que desde altas instancias de gobierno siguen los pasos de la prensa independiente y lo que sale en RM.
“Es importante para la gente”, asegura Del Sol, y finaliza: “ellos ven que su noticia no se quedó en el aire y que salió por Radio Martí”.