El diario Chicago Tribune cuenta a Rusia, Irán, Venezuela y Cuba entre los países perjudicados por la reciente caída de los precios del petróleo –de más de 100 dólares el barril en junio a 80 dólares en la actualidad─ que prevé se mantendrían en los próximos dos años entre 75 y 95 dólares el barril.
En un artículo sobre los ganadores y los perdedores de la baja de los crudos, el cotidiano anticipa que beneficiará a la economía mundial y a los consumidores estadounidenses, pero afectará las ambiciones geo-estratégicas de petroestados como Irán y Rusia.
La reducción ejercerá por otra parte una presión adicional sobre el régimen comunista cubano, que ha sido mantenido a flote en los últimos años por los subsidios petroleros de Venezuela, a razón de 115.000 barriles diarios valorados en alrededor de 3 mil millones de dólares anuales.
El diario de la Ciudad de los Vientos señala que el experimento cubano con limitadas reformas de mercado no ha dado los frutos esperados, pero dice no estar seguro de lo que significaría un recorte del petróleo barato que le suministra Venezuela.
El castrismo ─apunta─ podría decidirse a vivir con un grave estancamiento económico, que impondría aún más penurias a sus ciudadanos, o también podría avanzar hacia más reformas orientadas al mercado de estilo chino.
El Tribune señala que en cuanto al régimen socialista “horriblemente administrado” de Venezuela, debe estar bastante nervioso ante la posibilidad de enfrentar a una población privada del colchón de petróleo a 110 dólares el barrill, y también podría verse obligado a reconsiderar sus dádivas a La Habana.
El periódico enumera entre las razones de la caída de los precios la desaceleración de la economía mundial, el incremento de la producción norteamericana debido a la revolución del petróleo obtenido a partir de esquistos bituminosos, y sobre todo la decisión del mayor productor de la OPEP, Arabia Saudita, de convivir con precios mundiales más bajos.
La extracción de esquistos ha ayudado a aumentar la producción estadounidense hasta 9 millones de barriles diarios, lo cual según analistas situaría a Estados Unidos por delante de Arabia Saudita para 2016.