Los tiempos cambian, eso es algo que no tiene discusión, pero hay normas morales que rigen la conducta humana y que se mantienen a través de los años. Si bien es cierto que aquello que no fue permitido socialmente en algún momento de la historia de la humanidad, ahora sí lo es. Pero hay aspectos de la educación formal del ser humano que no pasarán al olvido, porque en ellos se afinca la civilización.
En nuestro país ha decaído mucho el comportamiento ético a nivel social. Y en ello ha tenido una fuerte influencia el abandono de las autoridades, no solo a la hora de evitar que se produzcan los problemas, también por no ayudar a resolverlos. Hay muchos ejemplos, desde los que hacen el amor en el Malecón, porque fueron cerradas las posadas, hasta las mujeres con pantalones pélvicos que, para estar a la moda, van enseñando el final de la espalda, al que llaman popularmente “alcancía”.
Pero hay algo que afecta aún más el ejercicio de la decencia en las calles: la falta de baños públicos, que se ha convertido en un problema nacional. Los individuos salen a la calle y no encuentran dónde hacer sus necesidades fisiológicas. Algunos se ven en situaciones apremiantes, y lo hacen en plena vía pública porque no les queda alternativa. Pero hay otros que ya han hecho una costumbre de esa práctica antihigiénica y grosera.
Los tanques de basura, las escaleras, los edificios derrumbados en algunas esquinas, son lugares utilizados como retretes al aire libre, sin que parezca importarles a sus usuarios, casi siempre hombres, que los estén mirando. La policía hace caso omiso de ello, al igual que el Ministerio de Salud Pública, a pesar de que es algo que se repite en cualquier barrio, en particular en la capital del país.
Después que han pasado unos cuantos “clientes” por el basurero, también lo visitan los llamados buzos, entre los cuales no hay distinción de sexo, ni de edad. Ellos se llevan cualquier cosa que les pueda ser útil, incluyendo desperdicios de comida, que siempre son escasos, porque la gente no tiene para botar.
El pasado día 15 de febrero, el periódico Granma, órgano oficial del partido comunista de Cuba, publicó un artículo titulado “Rebuscando comida en basureros”. Trata de dos jóvenes que registran en los basureros con el objetivo de localizar residuos comestibles: restos de pan, chocolates y verduras. Son alemanes y distribuyen la comida gratuitamente a través de un sitio web que se llama “compartiendo la comida”.
Según lo que explica la noticia, en Europa y América del Norte, cada persona malgasta un promedio de entre 95 y 115 kilos de alimentos al año, y con frecuencia tiran a la basura muchos productos alimenticios antes de que caduquen.
Hay una gran diferencia entre los “buceadores” cubanos y los de Europa, claro está, pero el Granma solo habla de los extranjeros. Los nacionales no tienen internet para proponerse ayudar al prójimo, pero tampoco pueden hacerlo, ya que lo poco que recogen lo necesitan para ellos mismos.
Toda esta manipulación en la basura conlleva a enfermedades y da una idea del relajamiento que existe en el país con respecto al control de las buenas costumbres. Sin embargo, como siempre, el gobierno cubano ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Publicado en Cubanet el 26 de febrero del 2013
En nuestro país ha decaído mucho el comportamiento ético a nivel social. Y en ello ha tenido una fuerte influencia el abandono de las autoridades, no solo a la hora de evitar que se produzcan los problemas, también por no ayudar a resolverlos. Hay muchos ejemplos, desde los que hacen el amor en el Malecón, porque fueron cerradas las posadas, hasta las mujeres con pantalones pélvicos que, para estar a la moda, van enseñando el final de la espalda, al que llaman popularmente “alcancía”.
Pero hay algo que afecta aún más el ejercicio de la decencia en las calles: la falta de baños públicos, que se ha convertido en un problema nacional. Los individuos salen a la calle y no encuentran dónde hacer sus necesidades fisiológicas. Algunos se ven en situaciones apremiantes, y lo hacen en plena vía pública porque no les queda alternativa. Pero hay otros que ya han hecho una costumbre de esa práctica antihigiénica y grosera.
Los tanques de basura, las escaleras, los edificios derrumbados en algunas esquinas, son lugares utilizados como retretes al aire libre, sin que parezca importarles a sus usuarios, casi siempre hombres, que los estén mirando. La policía hace caso omiso de ello, al igual que el Ministerio de Salud Pública, a pesar de que es algo que se repite en cualquier barrio, en particular en la capital del país.
Después que han pasado unos cuantos “clientes” por el basurero, también lo visitan los llamados buzos, entre los cuales no hay distinción de sexo, ni de edad. Ellos se llevan cualquier cosa que les pueda ser útil, incluyendo desperdicios de comida, que siempre son escasos, porque la gente no tiene para botar.
El pasado día 15 de febrero, el periódico Granma, órgano oficial del partido comunista de Cuba, publicó un artículo titulado “Rebuscando comida en basureros”. Trata de dos jóvenes que registran en los basureros con el objetivo de localizar residuos comestibles: restos de pan, chocolates y verduras. Son alemanes y distribuyen la comida gratuitamente a través de un sitio web que se llama “compartiendo la comida”.
Según lo que explica la noticia, en Europa y América del Norte, cada persona malgasta un promedio de entre 95 y 115 kilos de alimentos al año, y con frecuencia tiran a la basura muchos productos alimenticios antes de que caduquen.
Hay una gran diferencia entre los “buceadores” cubanos y los de Europa, claro está, pero el Granma solo habla de los extranjeros. Los nacionales no tienen internet para proponerse ayudar al prójimo, pero tampoco pueden hacerlo, ya que lo poco que recogen lo necesitan para ellos mismos.
Toda esta manipulación en la basura conlleva a enfermedades y da una idea del relajamiento que existe en el país con respecto al control de las buenas costumbres. Sin embargo, como siempre, el gobierno cubano ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Publicado en Cubanet el 26 de febrero del 2013