Durante más de medio siglo, la Revolución cubana se desarrolló única y exclusivamente inspirada en el arquetipo poderoso y omnipresente Fidel Castro. Imagen que ya no existe ni escondida entre los camerinos del teatro político-económico-social actual. Es por ello que cuando alguien me pregunta si en Cuba existen las condiciones objetivas y subjetivas para fraguar un cambio; siempre comienzo diciendo: Depende de lo que entendamos y queramos asumir por “Cambio”.
Está claro que el tan extendido proceso llamado Revolución cubana, no dio paso a una sociedad más justa ni más próspera ni más incluyente, sino a un extraño e irracional colapso que aún dura. El secuestro de todos los poderes, judicial y ejecutivo, dio al traste con la desprotección del ciudadano, e impuso la desidia y el miedo; como esa singular combinación que existe entre una taza de café con leche y un trozo de pan con mantequilla.
La vieja teoría asiática que habla de los dos elementos se basa en la idea de que todos los fenómenos del universo son el resultado del movimiento y la mutación de varias categorías. Lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo, el ying y el yang.
La presencia del Ministro de Relaciones Exteriores, del jefe del departamento político del Comité Central del Partido Comunista, y la desacertada intervención del Presidente de la República de Cuba, durante el acto de clausura del recién celebrado VIII Congreso de la UNEAC, fue una pésima puesta en marcha de esta vieja teoría, y una desastrosa estrategia para mostrar la autoridad del Gobierno y el Estado, a la vez que se intentó reconquistar a una intelectualidad que como ya todos sabemos figura por obstinación, comprometimiento, inercia o aburrimiento, pero que desde hace tiempo, debido a estas mismas razones, se desmarcó de la Revolución.
El gobierno de la isla, ante la pronta e indetenible desaparición de su líder-guía-sacerdote y ejemplo, consigue entretener hablando de transformación, al tiempo que nos intimida dejando muy claro el lugar de cada cual en su cadena de mando, ojo con esto. Muchas veces hemos visto reprimir a voces disidentes que surgen dentro de la isla, utilizando a pacientes con trastorno mental, como bipolaridad y esquizofrenia, que sin medicación adecuada adoptan comportamientos de extrema violencia. Indignante.
Me pregunto qué hacen los representantes de organismos internacionales, o qué dirán esas sensibles y apasionadas personas que decidieron defender con vehemencia y malhumor el juramento hipocrático al saber que enfermos mentales son usados cual armas letales.
El 14 de abril de 1912, el Titanic, para entonces el barco más seguro del mundo, chocó contra un iceberg y, mientras se hundía, la orquesta tocaba. De todas todas, quiera el General o no; el cambio viene, aunque tengo que admitir que desde el año 2008 el hombre se ha esforzado en confundirnos con un clima imaginario y mitológico de mejoras nacionales y de reformas radicales, por un lado muestra a varios políticos presos, y por el otro nos esconde a presos políticos (aquí, el orden de los factores sí altera el producto).
Según la biblia del marxismo, El Manifiesto Comunista, una transformación de la estructura de clases exige un cambio en el orden social, y una revolución política.
La Habana decidió echar a andar su viejo y oxidado reloj porque se le convirtió en tremenda retranca.
Está claro que el tan extendido proceso llamado Revolución cubana, no dio paso a una sociedad más justa ni más próspera ni más incluyente, sino a un extraño e irracional colapso que aún dura. El secuestro de todos los poderes, judicial y ejecutivo, dio al traste con la desprotección del ciudadano, e impuso la desidia y el miedo; como esa singular combinación que existe entre una taza de café con leche y un trozo de pan con mantequilla.
La vieja teoría asiática que habla de los dos elementos se basa en la idea de que todos los fenómenos del universo son el resultado del movimiento y la mutación de varias categorías. Lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo, el ying y el yang.
La presencia del Ministro de Relaciones Exteriores, del jefe del departamento político del Comité Central del Partido Comunista, y la desacertada intervención del Presidente de la República de Cuba, durante el acto de clausura del recién celebrado VIII Congreso de la UNEAC, fue una pésima puesta en marcha de esta vieja teoría, y una desastrosa estrategia para mostrar la autoridad del Gobierno y el Estado, a la vez que se intentó reconquistar a una intelectualidad que como ya todos sabemos figura por obstinación, comprometimiento, inercia o aburrimiento, pero que desde hace tiempo, debido a estas mismas razones, se desmarcó de la Revolución.
El gobierno de la isla, ante la pronta e indetenible desaparición de su líder-guía-sacerdote y ejemplo, consigue entretener hablando de transformación, al tiempo que nos intimida dejando muy claro el lugar de cada cual en su cadena de mando, ojo con esto. Muchas veces hemos visto reprimir a voces disidentes que surgen dentro de la isla, utilizando a pacientes con trastorno mental, como bipolaridad y esquizofrenia, que sin medicación adecuada adoptan comportamientos de extrema violencia. Indignante.
Me pregunto qué hacen los representantes de organismos internacionales, o qué dirán esas sensibles y apasionadas personas que decidieron defender con vehemencia y malhumor el juramento hipocrático al saber que enfermos mentales son usados cual armas letales.
El 14 de abril de 1912, el Titanic, para entonces el barco más seguro del mundo, chocó contra un iceberg y, mientras se hundía, la orquesta tocaba. De todas todas, quiera el General o no; el cambio viene, aunque tengo que admitir que desde el año 2008 el hombre se ha esforzado en confundirnos con un clima imaginario y mitológico de mejoras nacionales y de reformas radicales, por un lado muestra a varios políticos presos, y por el otro nos esconde a presos políticos (aquí, el orden de los factores sí altera el producto).
Según la biblia del marxismo, El Manifiesto Comunista, una transformación de la estructura de clases exige un cambio en el orden social, y una revolución política.
La Habana decidió echar a andar su viejo y oxidado reloj porque se le convirtió en tremenda retranca.