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La traición de Humboldt 7 o el legal arte del saqueo


Humboldt 7 en La Habana, Cuba.
Humboldt 7 en La Habana, Cuba.

Esta negativa de viaje a Fructuoso Rodríguez, más que con el pasado tiene que ver con el presente y con un fenómeno que crece entre rincones poco iluminados de la sociedad cubana.

La Navidad es una tradición que trasciende los límites de la religión católica. Antes del nacimiento de Cristo, ya los incas celebraban el 25 de diciembre su Cápac Raymi (fiesta religiosa prehispánica en honor al Sol); y los antiguos romanos, su Natalia Solis Invicti o "Nacimiento del Sol Invencible".

Varias culturas coinciden; es una celebración de unión y felicidad familiar. Pero en esta Navidad no todos recibieron por regalo la alegría, mi amigo Osvaldo Fructuoso Rodríguez (hijo de uno de aquellos jóvenes que acompañaron a José Antonio Echevarría el 13 de marzo de 1957 en los asaltos a Radio Reloj y al Palacio Presidencial) recibió la negativa de las autoridades cubanas a un permiso solicitado para visitar a su madre enferma en La Habana.

¿Cuál es la razón o capricho que asiste y autoriza a un "Don Juan de los palotes" a negar el legítimo derecho que poseemos los cubanos de viajar a nuestro país?

Algunos dicen que no le permiten la entrada porque, en efecto, Osvaldo participó en la organización de aquella aparatosa y poco increíble escapada de Alina Fernández Revuelta, hija de Fidel Castro, en el verano de 1993. Otro grupo de personas piensa que Fructuoso Rodríguez Jr solo está pagando una cuenta por haber tenido estrechos y afectuosos lazos con el difunto general José Abrantes Fernández, ex ministro del Interior, quien por años figuró como sólido adversario del actual gobernante Raúl Castro.

Y claro, los efectistas asocian la injustificable negativa a un artículo titulado "Humboldt 7 y el hombre que delató a mi padre" escrito por Osvaldo Fructuoso en abril del 2007 en el que cuestiona a algunas personas vinculadas a la cúpula militar de Cuba.

Personalmente no comparto ninguno de estos argumentos. No los creo desorientados; pero solo siguen la pista a un razonamiento equivocado, pues, por un lado, el ex ministro del MININT falleció, lo mataron o le dejaron morir en enero del 91; y la hija rebelde de Fidel hoy viaja con regularidad a La Habana sin que nadie la moleste.

Para mí, esta negativa de viaje, más que con el pasado tiene que ver con el presente y con un fenómeno que crece entre rincones poco iluminados de la sociedad cubana.

La palabra robo es un sustantivo importante en la banda sonora nacional, y los dirigentes cubanos, expertos en el arte de saquear, logran el sostenido mayor de cualquier nota musical en una red que funciona con la precisión de un reloj suizo de alta gama, y la complicidad del ministerio del trabajo y seguridad social, el ministerio de justicia y otras instituciones.

El negocio está en ubicar a personas, de preferencia ancianos sin familia en el país, enfermos o con alguna incapacidad mental. A través de los trabajadores sociales, hospitales, asilos y CDR, los censan y los convierten en objetivos.

La intención es tomar el control de la vida de estos indefensos y desprotegidos individiduos y así despojarlos, con apoyo de la ley, de todo su patrimonio. Después de ser ubicados, entran al mezquino juego un selecto grupo de abogados con la estratégica misión de desheredar a herederos, alterando, cambiando o falsificando testamentos, poderes notariales y tutelares para romper todo vínculo legal entre víctimas y familiares.

Sucede todos los días en toda Cuba, deberíamos prestar atención. La señora Marta Jiménez (madre de Osvaldo) es una víctima más; enferma, sola, con casa en Nuevo Vedado, casa en Varadero y una estimable colección de arte donde se pueden apreciar, entre otras, algunas obras importantes que dejara el pintor vanguardista Servando Cabrera Moreno, se convirtió en un tesoro.

El lente ideológico empaña, esto es un delito mayor, cometido bajo el turbio espacio del poder gubernamental donde el dinero no puede rastrearse y lo ilegal se hace legal.

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    Juan Juan Almeida

    Licenciado en Ciencias Penales. Analista, escritor. Fue premiado en un concurso de cuentos cortos en Argentina. En el año 2009 publica “Memorias de un guerrillero desconocido cubano”, novela testimonio donde satiriza  la decadencia de la élite del poder en Cuba.

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