Arropados por una fuerte herencia gráfica y la rica identidad cultural de Cuba, un grupo de emprendedores y diseñadores de la isla trasladan a la moda la nostalgia y el choteo criollos con mensajes que resuenan entre los cubanos de dentro y fuera del país. Fresko lleva por nombre una de estas ideas que tienen entre sus intenciones promover contenidos con los que los cubanos se identifiquen, en lugar de usar una imagen que nada tiene que ver con su realidad o manera de pensar. Sus dueñas Gisel Reigada y Mariela Hurtado son las promotoras de dicho proyecto. Abogadas devenidas diseñadoras quienes optaron por esta vertiente cuentapropista para darle un aire renovado e identificativo al armario cubano.
Las piezas dispersas por tiendas de su tipo en La Habana muestran los dibujos animados soviéticos más conocidos como muñequitos, y electrodomésticos de los antiguos países socialistas europeos de los que se surtía la isla en aquellas décadas, imágenes de la década de los 80 y 90 del siglo pasado que irónicamente forman parte de la idiosincrasia cubana.
“Tratamos de hacer las imágenes contemporáneas y ahí está el detalle de la marca. Los diseños los hacemos con una tela 90 por ciento algodón pensando en el calor de Cuba, unido a serigrafías que tienen un sentido nostálgico bien fuerte por todo lo que significan las imágenes. Muchas personas los aprecian con gusto y hay incluso quien se molesta. Yo creo que hay muchos jóvenes con deseos de hacer que se están apoyando en las posibilidades que se están desarrollando en el país en materias legales y de construcción, pero aún nos falta mucho camino que recorrer” coincides ambas creadoras.
Fresko también incluye ropa para bebé con mensajes como "Aún vivo con mis padres", o carteras con el letrero "Plan Jaba" -alternativa del Gobierno cubano para facilitar las compras de alimentos subsidiados a los trabajadores que aún se encuentra vigente-.
"Hay muchos deseos de hacer, mucha gente inteligente, con creatividad, y el Estado ha desarrollado posibilidades legales. Eso es algo que aprovechamos desde que decidimos hacer este proyecto unido al deseo de crear un espacio donde converjan diversos diseñadores y artistas afines para ampliar las perspectiva y retroalimentarnos en función de la creación, evolución y desarrollo.”
Para nadie es un secreto que en Cuba las personas visten como pueden y no como quieren por cuestiones obvias de calidad-precio y unido a que en muchas ocasiones no aparece lo que realmente se busca. Este tipo de iniciativa privada es una alternativa bien recibida en la isla, donde las tiendas -en su mayoría estatales- tienen una oferta poco variada y de un costo alto para el cubano medio. A ello se unen también vendedores que ofrecen ropa de segunda mano de marcas internaciones como Zara, Forever 21 y Primark a sobreprecio.
“Nosotros pasamos mucho trabajo a la hora de confeccionar las ropas, estamos dispersos por la ciudad. Tenemos el taller de serigrafía en un sitio, las costureras en otro y vendemos en varias tiendas. Sería perfecta la oportunidad de tener una tienda-taller donde se pueda hacer todo junto pero ahora ese un sueño distante. También el costo de las telas es excesivo, tenemos amistades que por caridad nos ayudan y a veces nos las traen de otros países. Es complicado porque en ese caso solo se pueden importar 10 metros como máximo cuando viajas. Es eso, o comprarlas aquí en el Fondo Cubano de Bienes Culturales o por “la izquierda” pero siempre intentamos que los precios del producto estén acorde más o menos, al bolsillo del cubano.”
Para estas noveles diseñadoras su mayor disfrute consiste en que el público pase y aunque no compre, se identifique con el contenido detrás de sus productos. Los mismos están disponibles en la tienda "Conga. Arte y diseño" en el barrio habanero de Miramar. Este proyecto aún en proceso de experimentación, intenta posicionarse en el mercado cubano apelando al gusto y la frescura de prendas utilitarias para lo citadinos y visitantes. Fresko constituye entonces, un desafío ante el panorama del vestir en Cuba, ante esa realidad que nos hace cuestionarnos si tenemos mal gusto o pocas opciones para vestir.