La mujer cubana estuvo presente en la lucha contra la dictadura tanto en las ciudades como en el Escambray, una región montañosa de Cuba en la que cumplieron con las misiones que les encomendaron las organizaciones opositoras.
Zoila Águila (la niña de Placetas), Celeste Roque, Dora Delgado, Cari Roque, Vivian de Castro, Gloria Argudín, Anette Escandón, Olivia Vázquez, Juanita Espinosa, Manuela García, Olimpia Bombino son nombres de mujeres cubanas que se alzaron en las montañas del Escambray para poner el sello de distinción y valor en las misiones que les encomendaron.
Colaboradoras unas, guerrilleras otras, todas emprendieron el camino de la insurrección, porque entendieron que en esa época era la vía factible para cambiar el régimen que recién se había instaurado en el poder.
Muchas de ellas dejaron la comodidad de sus casas en la ciudad y fueron a las montañas a llevar encomiendas, mensajes, transportar armas, municiones, ropas, y medicinas para los alzados y guiar a personas que querían unirse a la insurrección.
Otras prestaron sus fincas y casas para que los alzados contra Castro acamparan. NInguna reparó a la hora de prepararles comida o de esconderlos para despistar a los milicianos que los perseguían.
Fueron al presidio político y allí protagonizaron capítulos de valor incomparables.
Gloria Argudín, una joven habanera que dejó la comodidad de la casa para ir hacia las montañas con los alzados, cuenta las escenas de horror que vivió desde el momento que cayó en manos de los milicianos, comandados por el tristemente célebre Félix Torres.
"Me arrestaron en una finca en la zona cercana a Mataguá y me llevaron para Topes de Collantes, donde fui torturada y simularon un fusilamiento" relató.
Argudín se mantuvo "plantada" durante el tiempo que estuvo en la cárcel, como lo hicieron decenas de mujeres de su generación que no aceptaron la disciplina que el régimen intentó imponerle a las prisioneras políticas.
Vivian de Castro dejó su vida tranquila en la ciudad para ir al Escambray a colaborar con las tropas alzadas en armas, y allí fue detenida y condenada a 15 años de cárcel.
En febrero de este año, en Miami, el Instituto de la Rosa Blanca entregó una distinción a la ex prisionera política Felicia Guillén, una mujer del Escambray que ha mantenido siempre una postura firme en la lucha contra la dictadura.
Sufrió persecución, acoso y cárcel por su colaboración con los alzados en armas, entre ellos su hemano Porfirio Guillén, masacrado junto a su guerrilla por las tropas del Caballo de Mayaguara, en enero de 1963.
Vive en Fomento y es fundadora desde 1959 del Movimiento de la Rosa Blanca, y su coordinadora nacional desde 1967.
La familia de los alzados en el Escambray
Las esposas, madres, hijas y hermanas de los alzados en el Escambray jugaron un papel muy inmportante en la historia de esa etapa de insurrección en la isla.
No usaron las armas en el combate, pero sí estuvieron allí en sus casas dispuestas a prestar todo tipo de ayuda y colaboración a las guerrillas.
Las esposas de Osvaldo Ramírez, Plinio Prieto, Porfirio Ramírez, la hermana de Tomás San Gil, por citar ejemplos, fueron también cubanas dignas y ejemplares a las que les tocó jugar un rol determinante en la familia, toda vez que los esposos y otros familiares murieron (fusilados o en combate), o fueron a prisión a cumplir largas condenas.