A pocas horas de la inauguración de la edición XIII de la Bienal de La Habana, las autoridades cubanas detuvieron a la reconocida artista y académica cubanoamericana Coco Fusco en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, donde fue declarada "inadmisible".
Fusco, reconocida en 2018 como una de las 51 figuras más influyentes en el mundo del Arte, dijo a Radio Martí que al indagar sobre las causas de su expulsión las autoridades dijeron no tener información, simplemente se limitaron a decir “usted no puede entrar”.
Luego llegó un hombre uniformado de Imigración y Extranjería y dijo que entre los pasajeros había una inadmisible, relató a Radio Martí la artista cuyo trabajo ha sido respaldado por importantes becas como Cintas 2014, Guggenheim Foundation 2013 y Fulbright 2013, entre otras.
La prestigiosa publicación ArtForum denunció la detención de la autora de Movidas peligrosas: políticas y performance en Cuba (Tate Publishing, 2015) como "el último episodio en la represión de la libertad artística en Cuba".
Durante su detención en La Habana, la creadora escribió una fuerte denuncia en la que reconoce que esta medida se debe a su activismo contra la censura artística en Cuba.
"Me parece trágico que un gobierno hostigue a sus artistas y silencie sus debates sobre su cultura para impresionar a los visitantes con la falsa impresión de que el único arte en Cuba es lo que el estado quiere mostrar. El estado cuenta con una recepción favorable de los visitantes que saben poco y que permanecerán en los autobuses turísticos y sus corrales de arte. También cuenta con la complicidad de los artistas que permanecen en silencio para ser promovidos por el estado. Se benefician de escépticos que creen que las intervenciones políticas son realizadas por artistas que carecen de formas mejores (es decir, más artísticas) de obtener atención", escribió.
INADMISIBLE
Actualmente estoy sentada en el área de inmigración del Aeropuerto José Martí en La Habana. Me han negado la entrada a Cuba por segunda vez en el último año. Escuché que uno de los funcionarios de inmigración se refirió a mí como "inadmisible". No soy una planta viva, un queso, un narcótico o una publicación pornográfica, pero el acto de expresar opiniones críticas sobre las medidas represivas contra los artistas me convierte en una materia prohibida en Cuba.
No soy la primera o la última intelectual con estrechos vínculos con Cuba que ha sido castigada de esta manera por expresar mis opiniones y abogar por una mayor libertad de expresión en Cuba. El fenómeno se ha convertido en una triste rutina.
Los funcionarios de inmigración en el aeropuerto no dan razones para mi inminente expulsión. Estoy segura de que esto se debe a mis escritos sobre el arte y la política cultural de Cuba, y mi apoyo al movimiento liderado por artistas en Cuba contra el Decreto 349. Me parece trágico que un gobierno hostigue a sus artistas y silencie sus debates sobre su cultura para impresionar a los visitantes con la falsa impresión de que el único arte en Cuba es lo que el estado quiere mostrar. El estado cuenta con una recepción favorable de los visitantes que saben poco y que permanecerán en los autobuses turísticos y sus corrales de arte. También cuenta con la complicidad de los artistas que permanecen en silencio para ser promovidos por el estado. Se benefician de escépticos que creen que las intervenciones políticas son realizadas por artistas que carecen de formas mejores (es decir, más artísticas) de obtener atención.
Muchos ciudadanos cubanos creen que no tienen otra opción que optar por el silencio porque hablar de este tema significa la muerte social. La forma en que los extranjeros racionalizan su silencio es una historia muy complicada, en la que el apoyo inquebrantable a la revolución cubana funciona como una especie de antiamericanismo chic para los intelectuales trotamundos que no han sufrido la experiencia de tener sus vidas vueltas al revés por la seguridad del Estado.
Aquellos que sugieren que cada bienal es selectivo y que Cuba no es diferente, están evadiendo el verdadero problema. ¿Desde cuándo las bienales en otros países detienen a artistas que abren sus estudios o organizan eventos paralelos? ¿Desde cuándo los museos detienen a los artistas que protestan por sus prácticas? ¿Desde cuándo está bien amenazar a los extranjeros que se presentan a un evento artístico producido de forma independiente con la deportación? Cuba es ciertamente diferente de muchos otros países en su dura represión de la crítica y el activismo cultural y la leyenda de su educación gratuita no la justifica. También es diferente en que la cultura es el último producto valioso para la exportación y el blanqueo de su imagen que le queda al estado. Si los artistas pueden determinar el valor estético, el gobierno perderá la última joya de su corona.
Me molesta que se necesiten decapitaciones, lapidaciones y largas penas de prisión para que la mayoría de las personas en el mundo del arte proteste por la censura y la represión de los artistas. La violencia no es reducible a la agresión física. La creatividad, la imaginación y la esperanza mueren lentamente en un país donde se criminaliza cualquier expresión de disidencia. Una bienal cada pocos años no detiene ese deterioro.
[Con información de redes sociales y reportaje de Yolanda Huerga de Radio Martí]