La situación en Corea del Norte es tan dramática, que los cubanos, tras 54 años de dictadura feroz, con muertos, presos de por vida, un 20 por ciento de la población en el exilio, y todas las libertades coartadas, cuando vemos las condiciones en las que vive ese pueblo, nos consolamos y respiramos aliviados.
Hace pocos días, el 12 de febrero, la República Popular Democrática de Corea hizo estallar su tercer artefacto nuclear. Una prueba calificada de exitosa por ese gobierno y evidentemente por la reacción de las potencias mundiales, que rápidamente llevaron el caso al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con la intención de aumentar las condenas al Estado forajido.
La relación del mundo con la dictadura que impera en Corea comunista, siempre me recuerda la relación que tiene con la dictadura cubana. Todos tratan de apaciguarla y entenderla en el marco del realismo político y la soberanía irresponsable. A pocos les interesa lo que sucede con ese pueblo y la ausencia de herramientas para enfrentar al tirano.
Por ejemplo, la prestigiosa The Economist, contiene en un número correspondiente a septiembre de 2008 un análisis sobre la situación de Corea del Norte, contrastándola con el Sur capitalista y democrática. La revista anota que es casi imposible obtener información sobre la situación al interior de Corea del Norte, por la paranoia y la represión existente sobre los informadores locales, pero reconoce una investigación apoyada en una encuesta a 1.300 refugiados norcoreanos, residentes en China.
Según el estudio sobre Corea comunista, el 23% de los hombres y el 37% de las mujeres afirman que algún miembro de su familia murió por hambre. Más de un cuarto informan que fueron arrestados. Entre los detenidos por causas políticas, el 90% atestiguó casos de privación del alimento, el 60% observó muertes por golpes o torturas, y el 27% presenció ejecuciones.
Entre las violaciones de derechos humanos en Corea del Norte figuran el empleo de la tortura, la aplicación de la pena de muerte, la detención y el encarcelamiento arbitrarios de hasta la tercera generación de los convictos, las condiciones de reclusión inhumanas y la supresión total de las libertades, incluidas las de expresión y circulación.
Otra investigación sobre los ciudadanos de Norcorea, anota que cerca del 40 % de los refugiados sufren de estrés post-traumático. Los más perturbados fueron los encarcelados por el régimen, o los que vieron a familiares morir de hambre. Dicho impacto psicológico es elevado entre los entrevistados que conocían de la existencia de programas internacionales para ayudar a la población por la hambruna (1995-98), pero admitieron no ser beneficiados de tal ayuda. Se estima en más de un millón los muertos por hambre.
Según la investigación, una proporción de los entrevistados nunca escuchó hablar de programas internacionales de ayuda. Entre los que lo sabían antes de fugarse al exterior, la gran mayoría piensa que esos programas beneficiaron al Ejército y al Ministerio del Interior.
Las frías cifras nos recuerdan que un norcoreano de cada veinte pertenece al Ejército Popular de Corea (EPC), y uno de cuarenta fue encarcelado alguna vez.
El gobierno clasifica a la mitad de la población como hostil a su ideología. Los teléfonos móviles e Internet están prohibidos, y las estaciones de radio y televisión son estatales.
El impacto de la desnutrición prolongada llevó la estatura promedio de los norcoreanos a 8 cm. menos que sus homólogos surcoreanos. La diferencia en la expectativa de vida es de 12 años. El PIB per cápita estimado de Pyongyang es de $1.118, comparado con $19.751 en Seúl. Al norte del paralelo 38, el comercio exterior suma $ 5.200 millones, mientras que al sur alcanza $ 719.900 millones.
A ese historial sumemos el desarrollo del programa nuclear con el argumento de la disuasión y la defensa en contra de EE UU y Corea del Sur. Este programa es polémico entre estados nucleares y limítrofes como Rusia, China y Japón, y los Estados Unidos. Los países democráticos y la Unión Europea consideran ilegal la tenencia de material bélico atómico por parte de Corea del Norte.
Pyongyang posee capacidad para fabricar armamento nuclear desde el año 2006, cuando realizó la primera prueba de un dispositivo nuclear, lo que la convirtió en la novena potencia nuclear.
El día 25 de mayo del 2009 llevó a cabo con éxito su segundo ensayo nuclear, consistente en una explosión subterránea con una potencia de 20 kilotones.
Con esta tercera prueba nuclear, la monarquía comunista de los Kim, demuestra estar en capacidad de dar un paso apocalíptico. Para ello, cuenta con misiles de largo alcance que desarrolló ante las narices de la comunidad internacional.
El juego irresponsable de China y Rusia, de alimentar a Norcorea, para degastar a los EE. UU., se vuelve ahora contra ellos.
Igual pasa con Surcorea. Su irresponsabilidad política de preferir dejar las cosas como están en vez de salir en auxilio de sus hermanos del norte, se vuelve cada vez con más fuerza contra ellos.
Los demonios están a punto de liberarse en Norcorea y todos somos un poco responsables de ello.
Publicado en Primavera Digital el 21 de febrero del 2013
Hace pocos días, el 12 de febrero, la República Popular Democrática de Corea hizo estallar su tercer artefacto nuclear. Una prueba calificada de exitosa por ese gobierno y evidentemente por la reacción de las potencias mundiales, que rápidamente llevaron el caso al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con la intención de aumentar las condenas al Estado forajido.
La relación del mundo con la dictadura que impera en Corea comunista, siempre me recuerda la relación que tiene con la dictadura cubana. Todos tratan de apaciguarla y entenderla en el marco del realismo político y la soberanía irresponsable. A pocos les interesa lo que sucede con ese pueblo y la ausencia de herramientas para enfrentar al tirano.
Por ejemplo, la prestigiosa The Economist, contiene en un número correspondiente a septiembre de 2008 un análisis sobre la situación de Corea del Norte, contrastándola con el Sur capitalista y democrática. La revista anota que es casi imposible obtener información sobre la situación al interior de Corea del Norte, por la paranoia y la represión existente sobre los informadores locales, pero reconoce una investigación apoyada en una encuesta a 1.300 refugiados norcoreanos, residentes en China.
Según el estudio sobre Corea comunista, el 23% de los hombres y el 37% de las mujeres afirman que algún miembro de su familia murió por hambre. Más de un cuarto informan que fueron arrestados. Entre los detenidos por causas políticas, el 90% atestiguó casos de privación del alimento, el 60% observó muertes por golpes o torturas, y el 27% presenció ejecuciones.
Entre las violaciones de derechos humanos en Corea del Norte figuran el empleo de la tortura, la aplicación de la pena de muerte, la detención y el encarcelamiento arbitrarios de hasta la tercera generación de los convictos, las condiciones de reclusión inhumanas y la supresión total de las libertades, incluidas las de expresión y circulación.
Otra investigación sobre los ciudadanos de Norcorea, anota que cerca del 40 % de los refugiados sufren de estrés post-traumático. Los más perturbados fueron los encarcelados por el régimen, o los que vieron a familiares morir de hambre. Dicho impacto psicológico es elevado entre los entrevistados que conocían de la existencia de programas internacionales para ayudar a la población por la hambruna (1995-98), pero admitieron no ser beneficiados de tal ayuda. Se estima en más de un millón los muertos por hambre.
Según la investigación, una proporción de los entrevistados nunca escuchó hablar de programas internacionales de ayuda. Entre los que lo sabían antes de fugarse al exterior, la gran mayoría piensa que esos programas beneficiaron al Ejército y al Ministerio del Interior.
Las frías cifras nos recuerdan que un norcoreano de cada veinte pertenece al Ejército Popular de Corea (EPC), y uno de cuarenta fue encarcelado alguna vez.
El gobierno clasifica a la mitad de la población como hostil a su ideología. Los teléfonos móviles e Internet están prohibidos, y las estaciones de radio y televisión son estatales.
El impacto de la desnutrición prolongada llevó la estatura promedio de los norcoreanos a 8 cm. menos que sus homólogos surcoreanos. La diferencia en la expectativa de vida es de 12 años. El PIB per cápita estimado de Pyongyang es de $1.118, comparado con $19.751 en Seúl. Al norte del paralelo 38, el comercio exterior suma $ 5.200 millones, mientras que al sur alcanza $ 719.900 millones.
A ese historial sumemos el desarrollo del programa nuclear con el argumento de la disuasión y la defensa en contra de EE UU y Corea del Sur. Este programa es polémico entre estados nucleares y limítrofes como Rusia, China y Japón, y los Estados Unidos. Los países democráticos y la Unión Europea consideran ilegal la tenencia de material bélico atómico por parte de Corea del Norte.
Pyongyang posee capacidad para fabricar armamento nuclear desde el año 2006, cuando realizó la primera prueba de un dispositivo nuclear, lo que la convirtió en la novena potencia nuclear.
El día 25 de mayo del 2009 llevó a cabo con éxito su segundo ensayo nuclear, consistente en una explosión subterránea con una potencia de 20 kilotones.
Con esta tercera prueba nuclear, la monarquía comunista de los Kim, demuestra estar en capacidad de dar un paso apocalíptico. Para ello, cuenta con misiles de largo alcance que desarrolló ante las narices de la comunidad internacional.
El juego irresponsable de China y Rusia, de alimentar a Norcorea, para degastar a los EE. UU., se vuelve ahora contra ellos.
Igual pasa con Surcorea. Su irresponsabilidad política de preferir dejar las cosas como están en vez de salir en auxilio de sus hermanos del norte, se vuelve cada vez con más fuerza contra ellos.
Los demonios están a punto de liberarse en Norcorea y todos somos un poco responsables de ello.
Publicado en Primavera Digital el 21 de febrero del 2013