Miles de cubanos residentes en los Estados Unidos y otros tantos llegan a los aeropuertos en la isla diariamente, solo que ahora con mucho menos equipaje, pues las nuevas regulaciones aduanales son tajantes.
Si en las últimas semanas de agosto se verificó una avalancha de viajeros cargados hasta el tope de cuanto artículo podían entregar o vender, luego de una semana de la aplicación de las nuevas regulaciones aduanales, el gobierno cubano confía en que, otra vez, aplicará sus restricciones al comercio y el movimiento de bienes, sin pagar nada a cambio.
Pero tras los viajeros, temerosos del decomiso o de las represalias contra familiares y amigos de los “indisciplinados” que violen las normas, Rosa López, periodista del diario 14yMedio, publicó un análisis que indica que tales medidas aumentarán el precio de muchos productos en el mercado interno cubano.
El analista del Centro de Estudios de la Economía Mundial (CEEM) en La Habana, Hirán Marquetti, ha calificado el mercado interno cubano como una plaza contaminada por la ausencia de productos de calidad y con un exorbitante valor añadido para una economía en quiebre.
Pero para otros importadores aficionados, un tema de excepción es la oportunidad de introducir tecnología informática comercial que permita la creación de redes informáticas y de wifi, en especial los routers y switches, que se utilizan para administrar redes de datos.
Sobre el tema un especialista de la delegación en Villa Clara del Ministerio de Comunicaciones, que dijo no estar autorizado a conversar con la prensa, informó que los permisos están disponibles y que la Agencia de Control y Supervisión de ese ministerio, es quien da el visto bueno luego de tres días, de recibir la información tecnológica de los equipos y valorar su compatibilidad con los estádares cubanos.
“En el aeropuerto usted recibirá el 'papel amarillo'. Lo llena con los datos técnicos y lo entrega, en la Agencia de Control y Supervisión, que antes tenía otras tareas y ahora está asumiendo esta. Y en tres días, le damos el visto bueno para que lo pueda sacar del aeropuerto”, puntualizó la fuente.
“La Habana, ahora está desbordada por estos aparatos, por lo que es mejor si lo entra por Santa Clara, pues aquí hay menos presión, y somos nosotros quienes autorizamos la entrada,” agregó.
Se supone que la información a la que refiere el especialista es la posibilidad de bloquear estos sistemas por las autoridades del MIC o la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), toda vez que se conoce la severidad y las reservas con que el gobierno observa la introducción de las nuevas tecnologías informáticas en la isla.
Sin novedad en la Aduana
En las terminales aéreas cubanas, mostrando temor a las cámaras, la mayoría de los viajeros residentes en Estados Unidos que arriban por la Terminal 2 del aeropuerto José Martí se muestran cautos a la hora de expresarse. Argumentan que la mayor parte de su equipaje es de productos para sus familias y amigos y que es una pena que no se puedan traer más cosas al desabastecido mercado cubano, “donde las cosas son tan caras”, dijo una señora que por su imagen rondaba los setenta años.
Todo indica que las mayores molestias se concentraban en los residentes de la isla, aunque los medios de comunicación oficiales realizaron reportajes escritos, televisivos y radiales referentes al tema, donde intentaban explicar la justeza de la decisión, fieles a su objetivo propagandístico.
Sin embargo, entre los cubanos de a pie existe un gran descontento. Sobre el tema conversaban en la ponchera de 1ra y B, en el Vedado, donde la mayoría de los hombres presentes afirmaban que tales medidas solo afectaban a los más pobres, que son en definitiva quienes se beneficiaban de ese mercado paralelo. La conversación, muy animada para los cánones cubanos cuando se critica al gobierno, tenía como testigo al jefe de la policía técnica en el municipio, quien prefirió concentrarse en el arreglo de su moto Suzuki.
Para el economista retirado Heriberto Ruiz, sin embargo, se le debe dar otro enfoque al asunto, “un enfoque económico”. Para importar 40 pantalones, decenas de máquinas de afeitar o varios televisores, hay que tener una licencia de importación para vender, pues sino eso es sencillamente contrabando en Cuba y en China. Hay que despolitizar el análisis que se hace, pero también decir al gobierno que dé licencias de exportación comercial para poder establecer la competividad necesaria que estimule al mercado. Ese proteccionismo al mal trabajo de las empresas importadoras y comercializadoras solo va contra ellas y perjudica al consumidor. El “homus economicus” seguirá buscando vías para introducir los productos que demanda el cliente.
Apasionados, como siempre, los cubanos siguen discutiendo sobre las regulaciones aduanales recién implementadas. Mientras tanto y parafraseando a Erich María Remarque, los días siguen pasando y no se reporta novedad en la Aduana.