Cuba dejaba al descubierto este sábado, a través de una nota, su actitud de no tolerancia con las salas de cine en 3D o con cualquier otra forma de exhibición de cine privado en Cuba. Pero después de una costosa inversión inicial y muy poco tiempo de establecido en el mercado, ¿qué opciones le quedan a los dueños de estos nacientes negocios?
Según un reciente sondeo entre ciudadanos de la isla, aunque implique altos niveles de riesgo la recuperación a toda costa del dinero invertido condicionará que las opciones en 3D por parte de los privados continúen en la ilegalidad.
Para el habanero Lisbán Hernández, "la mayoría" de las personas están "inconformes con esta medida" y "muchos de los dueños de estas salas van a optar por trabajar ilegal y mantener la licencia" con que justificaban su negocio. "Antes tenían carteles y ahora no" pero deben seguir, concluye Hernández, para pagar sus deudas o recuperar los fondos.
La bloguera Lia Villares dice que los dueños "no se quedarán de brazos cruzados y yo me imagino que esto siga funcionando mediante el soborno a la policía y los inspectores", tal y como han hecho los bancos ilegales de películas.
Según la antigua profesora de Cine y Televisión en San Antonio de los Baños, María Caridad Cumaná, las opciones son pocas y a un alto precio "bajo riesgo de que te quiten todo; los equipos, te confisquen todo y hasta vayas preso".
Cumaná agrega que aunque la producción ya se le fue de control al Estado, su principal objetivo es seguir "controlando la exhibición" y el contenido de los materiales audiovisuales expuestos de manera pública en la isla.
Desde la capital cubana, Manuel Robles dice que es probable "que la situación esté tranquila por un tiempo", mientras otros opten por vender sus equipos a casas de renta, paladares u otras formas de negocio reconocidas legalmente.
"Vemos que poco a poco va desapareciendo la posibilidad del cuentapropismo en Cuba y de una empresa libre que nunca existió", asevera Robles.
Por su parte, el periodista independiente Lázaro Yuri Valle afirma que la "arremetida" en contra de los cines en 3D y los vendedores de ropa "es la misma" que la desencadenada en los 90 "cuando surgieron timbiritos" por todas partes.
Para Valle cuando las autoridades entendieron que "independencia económica es sinónimo de libertad política e independencia política también comenzaron a cerrar todo aquello", explicó.
En entrevista con Martinoticias, el director de cine cubano Ian Padrón dijo hace poco, que el fenómeno 3D en el sector por cuenta propia en Cuba es "un llamado de atención a las instituciones y demuestra que cuando se les deja a los particulares un margen a su creatividad, ellos logran cosas que el aparato institucional no puede en un corto plazo. Estoy muy feliz de que haya cine 3D en La Habana".
A pesar de esta alegría, fundamentalmente del público, la semana pasada el viceministro de Cultura cubano, Fernando Rojas, expresaba a través de la prensa oficial que los cines en 3D, tanto los privados como los estatales debían cumplir con la "política cultural de la Revolución". Menos de una semana después los cines privados 3D eran cerrados por decreto.
Según un reciente sondeo entre ciudadanos de la isla, aunque implique altos niveles de riesgo la recuperación a toda costa del dinero invertido condicionará que las opciones en 3D por parte de los privados continúen en la ilegalidad.
Para el habanero Lisbán Hernández, "la mayoría" de las personas están "inconformes con esta medida" y "muchos de los dueños de estas salas van a optar por trabajar ilegal y mantener la licencia" con que justificaban su negocio. "Antes tenían carteles y ahora no" pero deben seguir, concluye Hernández, para pagar sus deudas o recuperar los fondos.
La bloguera Lia Villares dice que los dueños "no se quedarán de brazos cruzados y yo me imagino que esto siga funcionando mediante el soborno a la policía y los inspectores", tal y como han hecho los bancos ilegales de películas.
Según la antigua profesora de Cine y Televisión en San Antonio de los Baños, María Caridad Cumaná, las opciones son pocas y a un alto precio "bajo riesgo de que te quiten todo; los equipos, te confisquen todo y hasta vayas preso".
Cumaná agrega que aunque la producción ya se le fue de control al Estado, su principal objetivo es seguir "controlando la exhibición" y el contenido de los materiales audiovisuales expuestos de manera pública en la isla.
Desde la capital cubana, Manuel Robles dice que es probable "que la situación esté tranquila por un tiempo", mientras otros opten por vender sus equipos a casas de renta, paladares u otras formas de negocio reconocidas legalmente.
"Vemos que poco a poco va desapareciendo la posibilidad del cuentapropismo en Cuba y de una empresa libre que nunca existió", asevera Robles.
Por su parte, el periodista independiente Lázaro Yuri Valle afirma que la "arremetida" en contra de los cines en 3D y los vendedores de ropa "es la misma" que la desencadenada en los 90 "cuando surgieron timbiritos" por todas partes.
Para Valle cuando las autoridades entendieron que "independencia económica es sinónimo de libertad política e independencia política también comenzaron a cerrar todo aquello", explicó.
En entrevista con Martinoticias, el director de cine cubano Ian Padrón dijo hace poco, que el fenómeno 3D en el sector por cuenta propia en Cuba es "un llamado de atención a las instituciones y demuestra que cuando se les deja a los particulares un margen a su creatividad, ellos logran cosas que el aparato institucional no puede en un corto plazo. Estoy muy feliz de que haya cine 3D en La Habana".
A pesar de esta alegría, fundamentalmente del público, la semana pasada el viceministro de Cultura cubano, Fernando Rojas, expresaba a través de la prensa oficial que los cines en 3D, tanto los privados como los estatales debían cumplir con la "política cultural de la Revolución". Menos de una semana después los cines privados 3D eran cerrados por decreto.