Raúl Castro presidiendo un organismo regional integrado fundamentalmente por gobiernos democráticos, es una aberración que demuestra la falta de respeto que se tienen así mismos los gobernantes de América Latina.
La Cumbre en Santiago de Chile de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe en la que Castro asumirá la presidencia pro tempore de la entidad regional, demuestra la falta de convicciones democráticas de los mandatarios latinoamericanos.
Las credenciales democráticas de Raúl Castro son las mismas de su hermano Fidel, que solo podía presentar para legitimar su mandato las que ostentaban Augusto Pinochet, Francisco Franco, Lenin o José Stalin, porque hay que admitir, con vergüenza ajena, que fueron los pueblos de Italia y Alemania los que eligieron a Benito Mussolini y a Adolfo Hitler en sus primeros mandatos.
Pero si la sola presencia del dictador cubano es un reto a los más elementales principios democráticos, el que Paraguay, país miembro del CELAC, no fuera invitado al encuentro porque el Senado depuso en un juicio apegado a la constitución del país al presidente Fernando Lugo, un aliado incondicional del chavismo y de los países que están asociados o relacionados con el Socialismo del Siglo XXI, confirma mas allá de toda duda, que en América no hay un liderazgo democrático capaz de enfrentar el populismo sustentado en los petrodólares del chavismo.
Cuba ocupa temporalmente la presidencia del CELAC, no por que reúna los requisitos necesarios para representar el hemisferio, sino porque una jugada política de los gestores del proyecto, los mandatarios de Venezuela y Ecuador, Hugo Chávez y Rafael Correa, respectivamente lo hicieron posible.
Correa y Chávez las máximas representaciones del despotismo electoral en el hemisferio, influenciaron en la Cumbre de Caracas, diciembre de 2011, para que Raúl Castro presidiera la organización después de Sebastián Piñera, jefe de estado de Chile, un presidente elegido en comicios plurales y libres y le relevara en esas funciones Costa Rica, donde también el gobernante es elegido libremente por los ciudadanos.
Una jugada sucia en la que participaron todos los gobiernos del continente, que busca darle legitimidad moral a la dictadura cubana.
El conocido que el propósito del CELAC es desplazar a la Organización de Estados Americanos, porque a pesar de la incapacidad del organismo regional para defender la democracia y la libertad en el continente, los líderes del Socialismo del Siglo XXI necesitan una entidad en la que no estén Estados Unidos y Canadá para ejercer una mayor influencia y control.
Cierto que los gobernantes del hemisferio han sido históricamente complaciente con la dictadura cubana, pero el que un Castro no elegido democráticamente se convierta en el enlace principal entre Unión Europea y América Latina era algo material y moralmente inconcebible una década atrás.
Para algunos el pragmatismo en política es casi mandatorio para lograr resultados concretos, pero la frontera con el oportunismo, la indiferencia y complicidad con los crímenes morales y materiales, es apenas perceptible, y estos últimos caracteres son lo que se aprecia en la mayoría de los líderes políticos del hemisferio.
La frivolidad y el dejar pasar han caracterizado a los presidentes de América Latina, que por décadas han cerrado los ojos ante lo que acontece en Cuba y hasta han guardado silencio cuando la dictadura de la isla les ha intentado desestabilizar.
Pero el liderazgo que asume el régimen de Raúl Castro por elección de los gobiernos de América, también genera interrogantes y críticas en lo que respecta a la Unión Europea supuestamente la instancia gubernamental más comprometida con la libertad y el respeto a los derechos humanos.
En cierta medida el hecho de que la Unión Europea acepte a Cuba como representante temporal de 33 gobiernos de América, le resta a los cuestionamientos del Bloque al gobierno de la isla el sostén moral necesario para continuar con una política originada en 1996.
El continente enfrenta una seria crisis de valores que puede concluir con el establecimiento en todo el hemisferio de dictaduras electorales, que asociadas entre sí, conformen agrupaciones capaces de actuar en bloque contra aquellas instituciones y países que no se plieguen a sus deseos. Ejemplo de lo que puede ocurrir los padeció Honduras y lo vive Paraguay. Sin embargo el golpe institucional que se produjo en Venezuela el pasado diez de enero cuando Hugo Chávez no juramento como presidente, tal y como disponía la constitución, no ha causado impacto en las relaciones de este país con el resto del continente.
Son los países que no se ajusten a las reglas del equipo que originalmente constituyeron Cuba y Venezuela y que se ha ido extendiendo a otras naciones, los que corren el riesgo de ser excomulgado, sino cumplen las reglas que han impuestos los autócratas elegidos por voto popular.
La Cumbre en Santiago de Chile de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe en la que Castro asumirá la presidencia pro tempore de la entidad regional, demuestra la falta de convicciones democráticas de los mandatarios latinoamericanos.
Las credenciales democráticas de Raúl Castro son las mismas de su hermano Fidel, que solo podía presentar para legitimar su mandato las que ostentaban Augusto Pinochet, Francisco Franco, Lenin o José Stalin, porque hay que admitir, con vergüenza ajena, que fueron los pueblos de Italia y Alemania los que eligieron a Benito Mussolini y a Adolfo Hitler en sus primeros mandatos.
Pero si la sola presencia del dictador cubano es un reto a los más elementales principios democráticos, el que Paraguay, país miembro del CELAC, no fuera invitado al encuentro porque el Senado depuso en un juicio apegado a la constitución del país al presidente Fernando Lugo, un aliado incondicional del chavismo y de los países que están asociados o relacionados con el Socialismo del Siglo XXI, confirma mas allá de toda duda, que en América no hay un liderazgo democrático capaz de enfrentar el populismo sustentado en los petrodólares del chavismo.
Cuba ocupa temporalmente la presidencia del CELAC, no por que reúna los requisitos necesarios para representar el hemisferio, sino porque una jugada política de los gestores del proyecto, los mandatarios de Venezuela y Ecuador, Hugo Chávez y Rafael Correa, respectivamente lo hicieron posible.
Correa y Chávez las máximas representaciones del despotismo electoral en el hemisferio, influenciaron en la Cumbre de Caracas, diciembre de 2011, para que Raúl Castro presidiera la organización después de Sebastián Piñera, jefe de estado de Chile, un presidente elegido en comicios plurales y libres y le relevara en esas funciones Costa Rica, donde también el gobernante es elegido libremente por los ciudadanos.
Una jugada sucia en la que participaron todos los gobiernos del continente, que busca darle legitimidad moral a la dictadura cubana.
El conocido que el propósito del CELAC es desplazar a la Organización de Estados Americanos, porque a pesar de la incapacidad del organismo regional para defender la democracia y la libertad en el continente, los líderes del Socialismo del Siglo XXI necesitan una entidad en la que no estén Estados Unidos y Canadá para ejercer una mayor influencia y control.
Cierto que los gobernantes del hemisferio han sido históricamente complaciente con la dictadura cubana, pero el que un Castro no elegido democráticamente se convierta en el enlace principal entre Unión Europea y América Latina era algo material y moralmente inconcebible una década atrás.
Para algunos el pragmatismo en política es casi mandatorio para lograr resultados concretos, pero la frontera con el oportunismo, la indiferencia y complicidad con los crímenes morales y materiales, es apenas perceptible, y estos últimos caracteres son lo que se aprecia en la mayoría de los líderes políticos del hemisferio.
La frivolidad y el dejar pasar han caracterizado a los presidentes de América Latina, que por décadas han cerrado los ojos ante lo que acontece en Cuba y hasta han guardado silencio cuando la dictadura de la isla les ha intentado desestabilizar.
Pero el liderazgo que asume el régimen de Raúl Castro por elección de los gobiernos de América, también genera interrogantes y críticas en lo que respecta a la Unión Europea supuestamente la instancia gubernamental más comprometida con la libertad y el respeto a los derechos humanos.
En cierta medida el hecho de que la Unión Europea acepte a Cuba como representante temporal de 33 gobiernos de América, le resta a los cuestionamientos del Bloque al gobierno de la isla el sostén moral necesario para continuar con una política originada en 1996.
El continente enfrenta una seria crisis de valores que puede concluir con el establecimiento en todo el hemisferio de dictaduras electorales, que asociadas entre sí, conformen agrupaciones capaces de actuar en bloque contra aquellas instituciones y países que no se plieguen a sus deseos. Ejemplo de lo que puede ocurrir los padeció Honduras y lo vive Paraguay. Sin embargo el golpe institucional que se produjo en Venezuela el pasado diez de enero cuando Hugo Chávez no juramento como presidente, tal y como disponía la constitución, no ha causado impacto en las relaciones de este país con el resto del continente.
Son los países que no se ajusten a las reglas del equipo que originalmente constituyeron Cuba y Venezuela y que se ha ido extendiendo a otras naciones, los que corren el riesgo de ser excomulgado, sino cumplen las reglas que han impuestos los autócratas elegidos por voto popular.