Los casos de canadienses que viajan a Cuba, se enamoran y luego contraen matrimonio con una pareja que al parecer sentía lo mismo por ellos termina frecuentemente en costosas decepciones, según un reportaje publicado en la página digital del diario The Toronto Star.
El periódico cita el caso de John- Barry Livingstone, un turista de 56 años que conoció a la cubana Vilma-Rosa Morales-Rodriguez, de 27, en un parque en Cuba, y luego de regresar cuatro veces a la isla se casó con ella en 2007 y la llevó a Canadá.
Pero menos de dos años después, cuando Morales-Rodríguez pudo sacar de Cuba a su hija de 11 años, la mujer lo abandonó mientras él estaba en un viaje de trabajo en Chicago.
Livingstone llegó a comprar un condominio de dos habitaciones que le costó $322 mil dólares para poder acomodar a su esposa y la niña, y lo peor es que las autoridades canadienses le han dicho que tiene que pagar una factura de $3 mil 800 dólares por concepto de beneficios de bienestar social recibidos por la mujer.
El abogado de inmigración Sergio Karas dijo al Star que casos como éste ocurren con frecuencia. “Cuando uno bebe muchas margaritas y (cocteles) piñas coladas y le hablan dulcemente al oído, la gente se vuelve vulnerable”, señaló.
Durante la última década, 10 mil 563 cubanos viajaron a Canadá con el estatus de residentes permanentes, la mayoría de ellos gracias a matrimonios o por concepto de reunificación familiar.
Los funcionarios de inmigración canadienses aseguran que los matrimonios de conveniencia de cubanos con canadienses se han convertido en objeto de suma preocupación.
Alrededor de la tercera parte de esas relaciones, dice el diario, han terminado poco después del arribo de los cubanos a Canadá, y entre las causas se citan fraudes y tergiversación de la verdad.
El reportaje también alude al caso de una madre soltera de Brampton, Erin Standen, cuyo esposo cubano la dejó tres días después de su arribo, lo que ha desencadenado un gran debate en el país sobre el programa que permite este tipo de inmigrantes.
De acuerdo con el periódico, bajo las más recientes regulaciones, los que son patrocinados para que entren a Canadá de esa manera deben permanecer obligatoriamente casados dos años antes de que reciban el estatus de residentes permanentes.
Si se les halla culpables de matrimonio fraudulento se les puede revocar el estatus, pero según el abogado Karas, el proceso es muy demorado y a su juicio las autoridades deben acelerarlo prohibiendo la posibilidad de apelaciones.
El periódico cita el caso de John- Barry Livingstone, un turista de 56 años que conoció a la cubana Vilma-Rosa Morales-Rodriguez, de 27, en un parque en Cuba, y luego de regresar cuatro veces a la isla se casó con ella en 2007 y la llevó a Canadá.
Pero menos de dos años después, cuando Morales-Rodríguez pudo sacar de Cuba a su hija de 11 años, la mujer lo abandonó mientras él estaba en un viaje de trabajo en Chicago.
Livingstone llegó a comprar un condominio de dos habitaciones que le costó $322 mil dólares para poder acomodar a su esposa y la niña, y lo peor es que las autoridades canadienses le han dicho que tiene que pagar una factura de $3 mil 800 dólares por concepto de beneficios de bienestar social recibidos por la mujer.
El abogado de inmigración Sergio Karas dijo al Star que casos como éste ocurren con frecuencia. “Cuando uno bebe muchas margaritas y (cocteles) piñas coladas y le hablan dulcemente al oído, la gente se vuelve vulnerable”, señaló.
Durante la última década, 10 mil 563 cubanos viajaron a Canadá con el estatus de residentes permanentes, la mayoría de ellos gracias a matrimonios o por concepto de reunificación familiar.
Los funcionarios de inmigración canadienses aseguran que los matrimonios de conveniencia de cubanos con canadienses se han convertido en objeto de suma preocupación.
Alrededor de la tercera parte de esas relaciones, dice el diario, han terminado poco después del arribo de los cubanos a Canadá, y entre las causas se citan fraudes y tergiversación de la verdad.
El reportaje también alude al caso de una madre soltera de Brampton, Erin Standen, cuyo esposo cubano la dejó tres días después de su arribo, lo que ha desencadenado un gran debate en el país sobre el programa que permite este tipo de inmigrantes.
De acuerdo con el periódico, bajo las más recientes regulaciones, los que son patrocinados para que entren a Canadá de esa manera deben permanecer obligatoriamente casados dos años antes de que reciban el estatus de residentes permanentes.
Si se les halla culpables de matrimonio fraudulento se les puede revocar el estatus, pero según el abogado Karas, el proceso es muy demorado y a su juicio las autoridades deben acelerarlo prohibiendo la posibilidad de apelaciones.