Las personas con discapacidad en la isla están enfrentando serias dificultades en medio de la situación que sufre el país ante el incremento de los casos de COVID-19.
Asuntos pendientes de larga data como una deficiente asistencia social, la falta de sillas de ruedas y bastones para los débiles visuales, están ahora agravados por el nuevo panorama de la pandemia, cuando cada día se hace casi imposible transportarse de un sitio a otro y comprar alimentos.
Para estas personas salir a la calle en tiempos del coronavirus presupone un reto mayor, según dan cuenta varios entrevistados por Radio Televisión Martí
Elena Ferrer Lamarche es parapléjica de nacimiento y vive en el segundo piso de un edificio en el Vedado, Plaza de la Revolución. La mujer que lleva años en una lista de espera para intentar mudarse a una vivienda en un primer piso, denuncia además la falta de transporte especializado para los minusválidos.
Ferrer Lamarche se refirió a las llamadas barreras arquitectónicas y a las pésimas condiciones de calles y aceras que les dificultan cualquier recorrido.
También en La Habana, Juan del Pilar Goberna, débil visual y uno de los líderes de la Red de Cultura Inclusiva, comenta que ante la falta de gestión del gobierno, también se les impide a las organizaciones independientes ayudar.
La Red Cubana de Cultura Inclusiva ha demandado al gobierno cubano la promulgación e implementación de una Ley Especial que proteja y asegure los derechos de las personas con discapacidad.
El caso de Eduardo Quiera Falcón, quien vive en San Miguel del Padrón, es aún más penoso.
Este hombre que asegura haber perdido la visión en sus dos ojos hace 10 años en las cárceles cubanas, se queja de que no recibir ningún tipo de asistencia social.
Desde San Benito en Songo la Maya, Santiago de Cuba, el campesino Alcibiades Silva, que sufrió la amputación de una pierna en enero de 2018 por la diabetes, expresa que la silla de ruedas que tiene fue donada desde el exilio.
El campesino dice que las autoridades de salud le han dicho que no existe ni la más remota posibilidad de que le puedan fabricar una prótesis.
Por último, Olainis Tejeda Beltrán, que vive en Nuevitas, Camagüey, expresa que su hijo menor, Daniel Moises Tejeda, de ocho años de edad y diagnosticado con autismo, no recibe ningún tipo de asistencia especial.