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Con 56% de tierras baldías, agricultura cubana no levanta vuelo


Un campesino limpia un sembrado con un azadón en el municipio habanero de Mariel (Cuba). Foto Archivo.
Un campesino limpia un sembrado con un azadón en el municipio habanero de Mariel (Cuba). Foto Archivo.

Salvo en algunos renglones, un informe de la Oficina Nacional de Estadísticas reseñado por Reuters arroja crecimientos marginales e insuficientes, estancamientos y retrocesos en la producción agrícola 2016 de un país que dedica $2.000 millones al año a importar alimentos.

Más de la mitad de las tierras cultivables de Cuba permanecen en barbecho casi diez años después de que el gobierno se comprometiera a cultivarlas, y la producción de alimentos es lenta, de acuerdo con un informe oficial.

Cuba aún no ha publicado cifras sobre el total de la producción agrícola del año pasado, pero el reporte dado a conocer el fin de semana por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, ONEI, indicó solo una mejoría marginal en 2016 respecto al año anterior.

El estado es propietario del 80 por ciento de las tierras y arrienda la mayor parte a usufructuarios y cooperativas. El resto es propiedad de familias de pequeños agricultores privados y de sus cooperativas.

A pesar de la entrega en usufructo de pequeñas parcelas a unos 200.000 aspirantes a agricultores en el último decenio, el informe precisa que sólo 2,7 millones de hectáreas de los 6,2 millones de hectáreas de tierras arables disponibles estaban cultivadas el año pasado.

El gobierno cubano a menudo culpa al mal tiempo y la falta de mano de obra y capital por la mala utilización de la tierra y la baja producción, mientras los críticos señalan que se debe a la escasa propiedad privada e inversión extranjera, una infraestructura endeble y una burocracia de estilo soviético.

Después de asumir oficialmente el gobierno de Cuba en 2008, debido a la incapacidad por enfermedad de su hermano Fidel, Raúl Castro prometió convertir en sus máximas prioridades el aumento de la producción de alimentos y la reducción de la dependencia de la isla de las importaciones de comestibles.

Castro comenzó a distribuir tierras en usufructo, a descentralizar la toma de decisiones y a introducir mecanismos de mercado en el sector. Pero la mayor parte de estos esfuerzos ha fracasado y el gobierno ha reculado recientemente en sus reformas de mercado, retomando la asignación de recursos, la fijación de precios y el control del grueso de la distribución.

Pese a sus problemas de liquidez Cuba importa cada año alrededor de $2.000 millones de dólares en alimentos para cubrir el 60% de la demanda nacional, invirtiendo principalmente en la compra a granel de granos y cereales como arroz, maíz, soya y frijoles, así como en leche en polvo y pollos congelados.

El año pasado, $232 millones de dichas importaciones se hicieron desde Estados Unidos, en virtud de una excepción al embargo comercial que permite a La Habana comprar en efectivo productos y materias primas agrícolas.

El país no produce trigo ni soya, aunque se están realizando experimentos para producir esta última. En los diez años el gobierno ha invertido millones de dólares, sin mucho éxito, para producir más maíz, arroz, frijoles, carne y productos lácteos, con la esperanza de reducir las importaciones.

La producción de arroz sin procesar fue en 2016 de 514.000 toneladas, para un incremento de más del 20 por ciento respecto al año anterior. Pero esa cifra, que representa sólo un tercio del consumo nacional, apenas superó las 436.000 toneladas producidas en 2008, y fue inferior a las 642.000 cosechadas cinco años atrás.

La producción de frijoles registró 137.000 toneladas, un incremento de más del 15 por ciento respecto al año anterior, y más que las 117.000 obtenidas en 2012, pero un avance discreto en comparación con las 127.000 toneladas de 2008.

Con 404.000 toneladas el año pasado, el incremento en la producción de maíz fue de aproximadamente 10 por ciento con respecto a 2015 y a las 360.000 reportadas 5 y 10 años antes, Pero de nuevo, sólo alcanza para cubrir un tercio del consumo nacional.

La producción de carne de cerdo y de res se elevó en 2016, mientras que la de leche, huevos y pollo se estancó.

Los cultivos de exportación, desde el café y los cítricos hasta el tabaco y el azúcar de caña, no experimentaron crecimientos significativos, y en algunos casos disminuyeron.

Las cosechas de tubérculos y verduras mejoraron un 15 por ciento a lo largo del decenio y alcanzaron 5,3 millones de toneladas el año pasado, un aumento de 200.000 toneladas con relación a 2015. Un millón de toneladas de bananos y plátanos en 2016 significó una mejoría de 15 por ciento en comparación con un promedio para la década de 850.000 toneladas.

[Marc Frank, Reuters. Traducción de Rolando Cartaya]

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