Las causas de dos de los cuatro condenados a cadena perpetua por el intento de secuestro de la Lanchita de Regla en abril de 2003 están bajo revisión por parte del Ministerio de Justicia de Cuba.
“Llevo 16 años escribiendo, escribiendo, y he pedido por mediación de abogados y todo, y nunca me habían aceptado la revisión, jamás”, dijo Julia Estrella Aramburo Taboas, madre de Maykel Delgado Aramburo y tía de Harold Alcalá Aramburo, entrevistada por la reportera de Radio Martí Ivette Pacheco.
Además de Delgado Aramburo y Alcalá Aramburo, fueron condenados entonces a cadena perpetua Yoanny Thomas González y Ramón Henry Grillo.
“Si [por un gesto condescendiente del gobierno cubano] han liberado a otras personas que han cometido asesinatos, como la gente de las FARC, el ELN que está en Cuba, los etarras vascos, algunos componentes de los Panteras Negras norteamericanos que están aquí viviendo en Cuba y sí quitaron vidas” argumenta el abogado Edilio Hernández; “estos muchachos, que no hubo heridos ni muertos, ¿por qué van a estar condenados?”.
En términos legales, la decisión del Ministerio de Justicia representa que van a considerar por qué la causa amerita una revisión, las incongruencias entre la sanción y lo que se vio en el juicio, para valorar si procede --de acuerdo con las leyes cubanas-- conmutar la pena, concederles una licencia extrapenal o rebajarles la sanción, teniendo en cuenta que ya han cumplido la mayor parte de la condena que deberían haber recibido, explicó Hernández.
“Todavía hay que esperar”, indica el abogado. “Ahora van al Tribunal a ver si coincide con la sentencia original, [abren] un expediente, lo elevan al viceministro de Justicia, que es quien tiene esa facultad, revisa todos los descargos, valora y emite un dictamen final”.
El proceso demora uno o dos meses aproximadamente, dice el jurista. El jueves, Hernández entregará en el Consejo de Estado una petición de indulto dirigida al ahora Presidente de la República Miguel Díaz-Canel.
Entre otros argumentos, esa solicitud invoca detalles puntuales como el hecho de que Cuba les ha perdonado la vida a personas condenadas por actos terroristas mientras que a Delgado Aramburo y Alcalá Aramburo, que no mataron a nadie en un episodio donde tampoco hubo heridos, “los ha enfermado la prisión precisamente”, víctimas de una injusticia.
Están presos “en condiciones infrahumanas”, revela Estrella Aramburo, en el Área Especial 47, sección de máxima severidad del Combinado del Este, conocida como El Corredor de la Muerte.
“Están en un cubículo cerrado herméticamente, nada más salen al sol cuando tienen visitas, y ahora las visitas son una vez al mes”, relata la mujer. “La comida es pésima, es un sancocho, se puede decir. Cuando mi sobrino estuvo ingresado lo saqué de allí, pedí el alta, porque aquello no se podía comer. La probé y no le puedo explicar el abuso tan grande”.
El 25 de mayo, ella entregó personalmente una solicitud de revisión de causa en el Ministerio de Justicia.
“Como ellos [los funcionarios del Ministerio de Justicia] siempre me [decían] que no había elementos nuevos, en esta revisión les puse elementos nuevos: les puse todo lo que ellos han pasado, las enfermedades; los artículos que se violaron cuando los sancionaron, artículos 10 y 11, que por esos mismos artículos es que les ponen esas cadenas [perpetuas], y los tres fusilados”, declaró la mujer.
Sesenta días después de haber entregado la solicitud, cuando el abogado Hernández fue a buscar la respuesta, le preguntaron si ella no la había recibido por correo. Fue entonces cuando supieron que el Ministerio de Justicia aceptaba revisar la causa.
“Le di la sentencia, se le hizo fotocopia, él la llevó [al Ministerio de Justicia] y le dieron un acuse de recibo” el 1ro de octubre, relata Aramburo.
Hasta entonces, los argumentos para negarle la petición iban desde la falta de “nuevos elementos” hasta referencias a la Ley de Ajuste Cubano, cuenta ella.
El martes, Aramburo visitó a su hijo y a su sobrino en la prisión y, según dijo en la entrevista con Pachecho, “ellos están supercontentísimos”.
Les había dado la noticia por teléfono, pero al conversar personalmente pudo hablar con más detalles, cuenta. “Cuando llegué ayer a la visita lo primero que me preguntaron fue eso. Les hice toda la explicación y me dijeron: ‘Ay, Mami, nosotros no soportamos más’. A mi hijo hasta se le aguaron los ojos; por na’ita empezamos a llorar todo el mundo ahí”.
Después empezamos a reírnos y les dije que Dios aprieta, pero no ahoga.
“Ustedes no mataron a nadie, y la ley de Dios no admite trampas, y lo que ellos hicieron fue una trampa para sancionarlos a esas condenas”, les dijo Aramburo, según contó en la entrevista.
El abogado Hernández dice tener esperanzas de que la revisión termine con buenas noticias para sus clientes.
“Las cárceles cubanas están repletas y no hay condiciones, ellos no hirieron ni mataron a nadie en esos hechos”, subraya Hernández. “Por lo tanto la condena fue injusta, teniendo como punto de partida las leyes cubanas, y ellos se han enfermado en prisión porque no han cumplido los requisitos mínimos del detenido, que incluso Cuba ha firmado ante la ONU: están ahí sin sol, sin comida, en condiciones infrahumanas, los han torturado durante tantos años, y por eso han tenido problemas en la piel, en los riñones por problemas higiénicos, donde mismo está la letrina está el agua de beber; la alimentación también, por supuesto”.
El abogado asegura que la sentencia fue desmedida e injusta y no se aviene a derecho: se valieron de un artículo que contemplaba la pena de muerte y la cadena perpetua y se lo aplicaron injustamente para justificar la pena de muerte. Se refiere también a cambios en las relaciones migratorias entre Estados Unidos y Cuba.
Los hechos ocurrieron el 3 de abril de 2003, cuando la Lanchita de Regla hacía su acostumbrado recorrido entre ese poblado del este del puerto habanero y el Muelle de Luz.
Tres jóvenes, Lorenzo Enrique Copello, Bárbaro Leodán Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac, conminaron a los pasajeros a acompañarlos --sin usar la violencia— en una fuga hacia las costas de la Florida.
Cuando la embarcación se quedó sin combustible a 30 millas de La Habana, una de las pasajeras se lanzó al agua, las tropas especiales del régimen abordaron la lancha y los jóvenes fueron detenidos.
Cinco días después, el 8 de abril, en un juicio sumarísimo que habría supervisado personalmente Fidel Castro, un tribunal condenó a muerte a Copello, Sevilla García y Martínez Isaac “tomando en cuenta la alta peligrosidad social de los hechos” y que los tres fueron “los brutales jefes de los secuestradores”.
Los fusilaron la madrugada del 11 de abril, sin avisar a sus familiares. De hecho, un coronel del MININT le dijo la víspera a Ramona Copello, la madre de Lorenzo Enrique Copello, que no se preocupara porque la sentencia de muerte no estaba firmada.
“Eso fue el jueves, a las 5 de la tarde, y el viernes a las 5 de la mañana, me estaban tocando la puerta para darme la noticia que fuera a las 10 de la mañana al cementerio, que ya mi hijo estaba enterrado”, declaró Ramona Copello en abril de este año desde Jacksonville, Florida, donde vive ahora, entrevistada en el programa de Radio Martí Hoy en Cuba.
Ademas de los cuatro condenados a cadena perpetua, hubo otros que recibieron sentencias entre dos y 30 años de prisión: Wilmer Ledea Pérez (30 años), Ana Rosa Ledea Ríos (cinco años), Yolanda Pozo Rizo (tres años) y Dania Rojas Góngora (dos años).
Poco más de una semana después del fusilamiento, 27 artistas y escritores cubanos firmaron una carta de apoyo al régimen que decía, entre otras cosas: “Para defenderse, Cuba se ha visto obligada a tomar medidas enérgicas que naturalmente no deseaba. No se le debe juzgar por esas medidas arrancándolas de su contexto”.
La firmaron Alicia Alonso, Miguel Barnet, Leo Brouwer, Octavio Cortázar, Abelardo Estorino, Roberto Fabelo, Pablo Armando Fernández, Roberto Fernández Retamar, Julio García Espinosa, Fina García Marruz, Harold Gramatges, Alfredo Guevara, Eusebio Leal, José Loyola, Carlos Martí, Nancy Morejón, Senel Paz, Amaury Pérez, Graziella Pogolotti, César Portillo de la Luz, Omara Portuondo, Raquel Revuelta, Silvio Rodríguez, Humberto Solás, Marta Valdés, Chucho Valdés y Cintio Vitier.