Estados Unidos saludó este martes el cincuentenario del Tratado de Tlatelolco, un acuerdo regional espoleado por la crisis de los misiles soviéticos en Cuba que estableció una zona libre de armas nucleares en América Latina y el Caribe, y abrió el camino para otras zonas similares en el mundo.
“Agradecemos la sabiduría de sus redactores de hace cincuenta años y nos dedicamos a trabajar unidos para seguir adelante con su propósito”(de limitar los riesgos de una guerra nuclear y afianzar la no proliferación nuclear regional), señaló una nota del Departamento de Estado.
Aunque la primera propuesta para crear una zona desnuclearizada en América Latina y el Caribe fue presentada por Costa Rica en 1958, el catalizador para que se hiciera realidad dentro del sistema interamericano fue la crisis de los misiles soviéticos de alcance medio emplazados en Cuba y descubiertos por Washington en octubre de 1962.
Este suceso, que tuvo al mundo al borde de la aniquilación, llevó a Brasil a plantear ante el Primer Comité de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) un proyecto de resolución que luego apoyaron Bolivia, Chile y Ecuador para crear en la región una zona libre de armas nucleares, mediante un compromiso de no fabricarlas, recibirlas, almacenarlas ni ensayarlas.
El documento no fue finalmente sometido a votación entonces debido a su amplio alcance, al incluir a otras zonas como Africa entre las prioridades de desnuclearización, pero allanó el camino para las negociaciones de Tlatelolco.
El impulso final lo dieron desde 1963 el presidente de México, Adolfo López Mateos, y el diplomático mexicano Alfonso García Robles, quien recibió en 1982 el Premio Nobel de la Paz en buena medida debido a su labor en relación con el tratado.
La redacción del texto fue encomendada a la Comisión Preparatoria para la Desnuclearización de América Latina (COPREDAL), y el 14 de febrero de 1967 fueron suscritos por 14 países de la región en Tlatelolco, Ciudad de México, los dos protocolos y un convenio del acuerdo. Posteriormente se adhirieron otros estados de la región hasta sumar 33.
Reticencia cubana
Cuba tardó hasta 1995 para refrendar el Tratado de Tlatelolco. Fidel Castro indicó que lo firmaba porque así lo aconsejaban las relaciones de La Habana con América Latina, pero aun entonces lo consideró “una locura”, ya que Estados Unidos, según él, podía seguir “fabricando todas las bombas atómicas que le dé la gana” (Durante la crisis de octubre de 1962 Castro había instado al dirigente soviético Nikita Jruschov a asestar el primer golpe nuclear a EE.UU.).
El gobernante cubano condicionó no obstante la permanencia de Cuba en el Tratado a que los demás países signatarios analizaran la situación de la base estadounidense en la Bahía de Guantánamo, por donde aseguró transitaban buques con armas nucleares. El Tratado no prohibió el transporte, por parte de Estados Unidos, de armas nucleares en tránsito, en aviones o barcos por la zona.
La nota emitida hoy por la cancillería estadounidense acerca de Tlatelolco recuerda que “Estados Unidos hace parte de ambos Protocolos del Tratado. Como tal, Estados Unidos se ha comprometido a no utilizar ni amenazar con utilizar armas nucleares contra otros firmantes del Tratado ni a contribuir al incumplimiento de las obligaciones impuestas por el Tratado, ni a realizar pruebas, fabricar, almacenar o desplegar armas nucleares en territorios estadounidenses dentro de los límites territoriales de la zona”.