La crisis económica en Cuba y la ineficiencia del empleo de los recursos destinados a la salud han deteriorado a niveles alarmantes los servicios a la población en ese importante ramo.
En una barriada marginal a la que le dicen La Timba de Melquiades, justo detrás del Consejo de Estado, trashuma, junto a sus cuatro hijos, Sandra Toirac Lafitta.
Sandra no vive en La Habana, pero lleva más de cinco meses albergándose en casa de amigos y parientes, mientras espera el día que, su pequeña de 7 años, Analegna Martínez Toirac, recobre la visión de su ojo izquierdo mediante una intervención salvadora.
Analegna necesita de una operación quirúrgica desde hace 2 años y 8 meses, pero la respuesta es la indiferencia.
“La niña tuvo un accidente cuando tenía cinco, ahora tiene siete. Le cayó una limalla en el ojo y la trasladaron para La Habana porque en Holguín, donde residimos, no hay equipos para sacarle la limalla. Me la trasladan para acá y me lo operan. Le aplicaron aceite de silicona en el ojo porque la retina se le desprendió”, relató la madre a Radio Televisión Martí.
El aceite de silicón es una sustancia que se usa para el tratamiento de algunas enfermedades de la retina, que se coloca durante la cirugía de retina en sustitución del humor vítreo, el relleno natural del ojo, escribió el oftalmólogo mexicano Alberto Ruiz en un artículo.
“Normalmente a partir de los 6 meses el silicón debería ser extraído del ojo. Después de haberlo colocado por este tiempo puede producir problemas” como formación acelerada de cataratas, filtración a otras estructuras del ojo lo que provoca disminución de agudeza visual progresiva y aumento de presión intraocular, explicó el médico.
“A los 4 meses, había que retirarle ese aceite o cambiarlo si la retina todavía estaba desprendida. Pero llegó la COVID19, cerraron los salones, cerraron los hospitales y cerraron las provincias y perdimos el turno. Y además nunca nos llamaron de La Habana. Yo seguí llevándola a consulta en Holguín porque a veces le dolía el ojito y le subía la presión ocular”, dijo Toirac Laffita.
“Otro problema era que el aceite de silicona estaba en falta, pero hace 5 meses, la oculista que atendía a mi nena en Holguín, me hizo una remisión para acá para que me la operaron porque ya había entrado al hospital el aceite de silicona”.
“Cuando fuimos al hospital de aquí de La Habana habían cerrado el salón porque cogió bacterias y todavía no lo han desinfectado. Me dijo la especialista que, ya que no dependía de ella, que apenas abrieran me localizaban para volver de nuevo a iniciar los trámites y la preparación de la niña. ¡Y eso, si hay aceite de silicona porque estuvo en falta dos años!”
“Y cada vez que yo voy allí yo veo los muchos casos, no es solo mi niña. Ahora tiene cataratas por tanto tiempo sin cambiar el aceite de silicona", dijo.
Radio Televisión Martí trató, en varias ocasiones, de hablar con las autoridades del Instituto de Oftalmología Ramón Pando Ferrer, que posee el único salón quirúrgico especializado del país, pero en ningún momento accedieron a contestar nuestras preguntas.
La demora del hospital no solo ha afectado la visión de la menor, sino que ha traído como otra consecuencia su retraso escolar.
“Por este período entero ya ella dejó de ir a la escuela. Para que la matriculen aquí en La Habana, tengo que ir a Holguín a buscar los papeles y me es muy difícil viajar, con cuatro niños que tengo, para allá con lo malo que está el transporte para volver de nuevo para atrás con esos cuatro niños”, lamentó Toirac.
“Desde que yo estoy aquí, más nunca me habían llamado para una consulta. No importa que el salón esté cerrado, ella necesita seguimiento porque le sube la presión del ojo enfermo y el otro también se puede afectar. En Holguín nunca me dijeron que la niña tiene cataratas, decían que el velo que tiene en el ojo es por el aceite de silicona”, dijo.
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