Desde el 11 de julio se encuentra detenido Yunior Consuegra Sotolongo, un joven de veinticuatro años que padece una discapacidad auditiva. Las autoridades cubanas lo acusan de participar en las protestas populares en San Miguel del Padrón, en La Habana, donde reside.
Su madre, Mayda Yudith Sotolongo, declaró a Radio Martí que, desde el arresto de su hijo, la Seguridad del Estado la ha citado en tres ocasiones; la última, el pasado viernes.
Sotolongo explicó que fue citada a la estación de policía del sector, pero no acudió por encontrarse enferma. La vez anterior que la hicieron ir, dijo, la intención de la policía política era “como para regañarme, como para cuestionarme las decisiones que yo pude haber tomado con mi hijo”.
La mujer aseguró que su hijo Yunior, quien trabaja en un taller de mecánica automotriz, no participó en las protestas.
“Nos enteramos de la noticia, y la mayoría de las personas salieron a la calle a ver qué es lo que estaba pasando. Se puso fatal, y lo detienen a él también”, lamentó Sotolongo.
Yunior Consuegra estuvo detenido primero en una prisión para jóvenes, en el municipio Cotorro, donde su madre pudo verlo una sola vez. Luego fue trasladado a la cárcel El Guatao, en el reparto La Lisa, en La Habana.
El joven padece de una malformación en uno de sus oídos, explicó su madre a Radio Martí. “Sordera parcial; a él no se le formó el pabellón auricular derecho”, especificó Sotolongo. “La malformación la tiene, es visible”, agregó.
La madre de Consuegra dijo a Radio Martí que lo que más le preocupa es el tiempo que las autoridades cubanas se han tomado para la investigación del caso de su hijo, quien ha enfermado varias veces en prisión.
“Les he mostrado pruebas contundentes de las condiciones críticas de mi hijo y ellos siguen dilatando ese proceso. El niño se me enfermó en la piel, cogió hongos en los pies. Covid también cogió allá dentro, estando en la enfermería, y le fue negada (la visita) a la abogada”, denunció.
Consuegra es, según su madre, un muchacho tranquilo, sin antecedentes penales.
“Cada vez que habla, llora. No puede apenas hablar. De hecho, los vecinos me hicieron una carta, la firmaron todos los vecinos, no faltó uno. La entregué el mes pasado a Fiscalía provincial y a la Fiscalía General de la República, pidiendo liberación para mi hijo inocente”, concluyó Sotolongo.