“Brasil acoge durante los próximos 10 días la mayor maniobra militar aérea conjunta de Latinoamérica, la Cruzex Flight 2013. El ensayo, que este año llega a su séptima edición, llama la atención por contar con un gran número de países y por la participación de dos tan enfrentados en sus relaciones diplomáticas como Venezuela y EE UU”, y se considera la mayor maniobra militar en América Latina, indicó el diario español El País.
Inicialmente también estaba confirmada la presencia de militares y aviones de combate argentinos, aunque a última hora el país austral ha optado por no participar. El escenario de las maniobras será el espacio aéreo de Natal y Recife, donde 89 aeronaves, nueve helicópteros y más de dos mil militares se han concentrado hasta el 15 de noviembre. Durante los próximos días, las Fuerzas Azules (la coalición formada por Brasil y los países invitados) se enfrentarán virtualmente contra las Fuerzas Rojas (el enemigo, compuesto por la Fuerza Aérea Brasileña —FAB—). De esta manera, los cazas norteamericanos y venezolanos F-16 defenderán el mismo objetivo, junto a los Super Tucanos ecuatorianos.
Brasil participa en el ensayo con toda su artillería aérea: aparatos F-5EM/FM, F-2000 Mirage, R/A-1 Falcao, Super Tucanos, Hercules, E-99, Amazonas, BlackHawk, Super Pumas y AH-2 Sabre. Por su parte, EE UU, Chile y Venezuela combaten con cazas F-16. Los pilotos de Uruguay y Colombia participan con aparatos A-37 Dragonfly. En la zona de las maniobras también se pueden ver aeronaves IA-58 Pucará uruguayas, un C-5 Galaxy estadounidense y un avión de transporte chino Shaanxi Y-8 recientemente adquirido por la Fuerza Aérea de Venezuela.
La maniobra Cruzex, organizada por Brasil desde 2002, se enmarca en el esfuerzo que ha emprendido el gigante sudamericano para convertirse en una potencia militar creíble en el tablero internacional. En la cuerda floja ha quedado la compra de 36 cazas de combate, inicialmente adjudicados por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva a la francesa Dassault y posteriormente relegados a una segunda línea de prioridades por su sucesora, Dilma Rousseff. Cuando la situación económica brasileña comenzó a declinar, la presidenta decidió suspender el proceso de licitación, reavivando las esperanzas de la norteamericana Boeing, que compite con su modelo F-18.
Según la publicación madrilène, “el objetivo de los ensayos es poner a prueba la coordinación de las diferentes fuerzas aéreas en cualquier teatro de operaciones multinacional, así como poner a prueba la eficacia de las unidades de combate y las habilidades los efectivos”.
Los ocho países simularán acciones aéreas de mantenimiento de la paz, vigilancia de ataques aéreos mediante el refuerzo de zonas de exclusión aérea, ayuda humanitaria y auxilio en situaciones de catástrofe natural. También se trata de un periodo de convivencia e intercambio de conocimientos técnicos y tácticos entre militares de ocho países americanos, lo que convierte a estas maniobras en las más ambiciosas y espectaculares de Latinoamérica.
Inicialmente también estaba confirmada la presencia de militares y aviones de combate argentinos, aunque a última hora el país austral ha optado por no participar. El escenario de las maniobras será el espacio aéreo de Natal y Recife, donde 89 aeronaves, nueve helicópteros y más de dos mil militares se han concentrado hasta el 15 de noviembre. Durante los próximos días, las Fuerzas Azules (la coalición formada por Brasil y los países invitados) se enfrentarán virtualmente contra las Fuerzas Rojas (el enemigo, compuesto por la Fuerza Aérea Brasileña —FAB—). De esta manera, los cazas norteamericanos y venezolanos F-16 defenderán el mismo objetivo, junto a los Super Tucanos ecuatorianos.
Brasil participa en el ensayo con toda su artillería aérea: aparatos F-5EM/FM, F-2000 Mirage, R/A-1 Falcao, Super Tucanos, Hercules, E-99, Amazonas, BlackHawk, Super Pumas y AH-2 Sabre. Por su parte, EE UU, Chile y Venezuela combaten con cazas F-16. Los pilotos de Uruguay y Colombia participan con aparatos A-37 Dragonfly. En la zona de las maniobras también se pueden ver aeronaves IA-58 Pucará uruguayas, un C-5 Galaxy estadounidense y un avión de transporte chino Shaanxi Y-8 recientemente adquirido por la Fuerza Aérea de Venezuela.
La maniobra Cruzex, organizada por Brasil desde 2002, se enmarca en el esfuerzo que ha emprendido el gigante sudamericano para convertirse en una potencia militar creíble en el tablero internacional. En la cuerda floja ha quedado la compra de 36 cazas de combate, inicialmente adjudicados por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva a la francesa Dassault y posteriormente relegados a una segunda línea de prioridades por su sucesora, Dilma Rousseff. Cuando la situación económica brasileña comenzó a declinar, la presidenta decidió suspender el proceso de licitación, reavivando las esperanzas de la norteamericana Boeing, que compite con su modelo F-18.
Según la publicación madrilène, “el objetivo de los ensayos es poner a prueba la coordinación de las diferentes fuerzas aéreas en cualquier teatro de operaciones multinacional, así como poner a prueba la eficacia de las unidades de combate y las habilidades los efectivos”.
Los ocho países simularán acciones aéreas de mantenimiento de la paz, vigilancia de ataques aéreos mediante el refuerzo de zonas de exclusión aérea, ayuda humanitaria y auxilio en situaciones de catástrofe natural. También se trata de un periodo de convivencia e intercambio de conocimientos técnicos y tácticos entre militares de ocho países americanos, lo que convierte a estas maniobras en las más ambiciosas y espectaculares de Latinoamérica.