"The Artist" - el hombre que se rehusaba a hablar

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"The Artist" - el hombre que se rehusaba a hablar


El actor francés Jean Dujardin y la actriz argentinofrancesa Berenice Bejo en una escena de la película "The Artist"
El actor francés Jean Dujardin y la actriz argentinofrancesa Berenice Bejo en una escena de la película "The Artist"

Muchos se preguntaron cómo una película francesa, muda y en blanco y negro, se llevó la estatuilla como Mejor Película.

En la más reciente ceremonia de los premios Oscar muchos se preguntaron cómo una película francesa, muda y en blanco y negro que debió haber competido en la categoría de película extranjera, se llevó la estatuilla como Mejor Película, derrotando a cintas con elencos e historias netamente americanas, como “Tan fuerte, tan cerca”, que escarba en las cicatrices abiertas del 11-S, una trama propicia al gusto de la Academia.

"Pero lo cierto es que “The Artist”, ganadora a Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor, no es una cinta enteramente francesa". En primer lugar porque este filme dirigido por Michel Hazanavicius fue producido por Harvey Weinstein, el Rey Midas de las producciones más exitosas y premiadas de EE.UU., en los últimos años, y por la presencia de actores norteamericanos y británicos como: Penelope Ann Miller y Malcolm McDowell, recordado este último por su interpretación del joven cruel y rebelde de “La naranja mecánica”. Y en segundo porque su historia -la película misma- rinde un tributo memorable al cine mudo y al musical, en los que los EE.UU. tanto aportaron al séptimo arte.

El director de “The Artist”, hay que reconocerlo, logró una muy difícil hazaña: convencer a Weinstein de que financiera un film mudo, tan alegre como los locos años 20 (a pesar del crack económico del 29) en la era del auge de la tecnología digital, de tanto ruido, en que el ritmo cinematográfico nos lleva siempre al borde del vértigo. Pero Weinstein, a quien los actores franceses de la película llamaban “El Jefe”, no les firmó un cheque en blanco. Tanto él, como su hermano Bob, tuvieron la astucia de que los letreros de este filme mudo estuvieran en inglés. Este hecho, más lo dicho arriba, permitió que “The Artist” pudiera saltarse la barrera de “película extranjera”, y le ganara por KO a “La invención de Hugo”, “Caballo de guerra” y “Los descendientes”.

“The Artist” arranca su historia -cine dentro del cine- con los espectadores disfrutando un filme silente, protagonizado por la estrella rutilante George Valentin (Jean Dujardin), una mezcla de Gene Kelly con Valentino -este último no en estado de tragedia sino de gozo-. Es 1927 y falta poco, muy poco para que la excesiva teatralidad y vocalización de los actores mudos diera paso al ruido de la vida misma llegando al celuloide.

Narra la decadencia de un actor de cine silente que se rehúsa, como Chaplin en su momento, a hablar en el cine. “Si este es el futuro, quédate con él”, le dice Valentin, estrella en declive, a su malhumorado productor. “Haz tu cine hablado. Yo haré una gran película muda y, para eso, no te necesito”, lo amenaza antes de irse y dar un portazo que no se oye, pues recuerden que la película es muda.

El director, Michel Hazanavicius, ha hecho un particular homenaje al cine silente, pero desde la modernidad. Algunos de sus planos y movimientos de cámara eran impensables en la época de las películas mudas. Lo que Hazanavicius ha hecho, salvando las distancias, es algo parecido a lo que Rob Marshall hizo en “Chicago” con el género musical.

Los guiños a clásicos filmes mudos son evidentes. Por ejemplo a las películas de F. W. Murnau, como “Amanecer” (1928) o “City Girl” (1930), y las de Frank Borzage. En "The Artist", hay ecos de Douglas Fairbanks, Gloria Swanson, Joan Crawford y también de Greta Garbo y John Gilbert”, ha declarado el director. Bérénice Béjo, muy convincente en el rol de la joven estrella que alcanza la fama en el cine sonoro, es toda una revelación. Ella representa a una de esas mujeres de finales de los años 20, tan sensual como talentosa, con muchos deseos de convertirse en una estrella de cine.

Pero lo que sigue, ya lo sabemos, es la historia del cine mismo. El paso de la mudez de Joan Crawford en “Our Dancing Daughters”, cine silente con bailarina abordo, a dejar oír su voz en el cine sonoro cantando blues. Los empresarios del cine constataron, con asombro, que un estudio al borde de la quiebra, como Warner Brothers, se levantó comercialmente con la que es considerada la primera película sonora -“El cantor de jazz”, de 1927 justamente, el año en que empieza “The Artist”-, y los demás empezaron a imitarlo, con éxito.

El que se negara a hablar después de esa fecha, más cuando a partir de 1929, las películas incluyeron la banda de sonido incorporada (adiós a las bandas de músicos en vivo animando las matinés) estaba condenado al fracaso, o al olvido, un infierno mucho peor en el cine. Y George Valentin, el actor de cine silente de “The Artist”, fue a parar ahí. En la vida real, el gran Charles Chaplin al principio también se negaba a hablar. Llegó a pronunciar una de sus frases más célebres contra el naciente cine sonoro: “Ahora tenemos películas parlantes. ¿Cuándo vendrán las películas odorantes?”. Pero después ni él mismo, con todo su genio, pudo sustraerse a poner a hablar a su vagabundo, es decir a comenzar a hablar él mismo.

En “The Artist”, el popular actor de cine mudo venido a menos, nunca llega a hablar en sus películas, pero sí se anima, casi al final de su carrera (y de su vida: intenta suicidarse dos veces) a bailar con Peppy Miller, la joven estrella del cine sonoro, protegida suya cuando él estaba en la gloria silente. Lo hace, claro, para revitalizar su carrera. Pero principalmente lo hace por amor. La sensual Miller, quien pasa de protegida a protectora, lleva el peso sobre sus espaldas (pero más sobre sus piernas) de una película que recrea una época luminosa, en que la gente se refugiaba de los sinsabores de la Depresión en la penumbra refrigerada de los cines y los bares.

Esta película, definitivamente la gran sorpresa de los pasados Oscar, parece reafirmar la frase del productor Harvey Weinstein al definir sus gustos en el cine: “Quiero crear un cine artístico, pero populista”. Donde Weinstein dijo “populista” ahora podemos decir nosotros: popular.
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