Las periodistas Victoria Clark y Melissa Scott se metieron en los gustos culinarios de los dictadores contemporáneos y publicaron Dictator's Dinners. A Bad Taste Guide to Entertaining Tyrants (traducido como Las cenas de los tiranos), Ed. Gilgamesh.
Se trata de un mapa de los antojos de Francisco Franco, Benito Mussolini, Antonio de Oliveira Salazar, Adolfo Hitler, Joseph Stalin, Muamar Gadafi y Fidel Castro, entre otros autócratas.
Sobre el déspota cubano las investigaciones citan la afición de Castro por la langosta: "…11 minutos al horno o seis minutos si se hace a la brasa en un espeto, para aliñar después con mantequilla, ajo y limón", señalan, y agrega el dato de que en su día dilapidó millones de pesos en sus intentos de producir whisky y foie gras en Cuba".
El libro, de 176 páginas, recoge datos que estas mujeres buscaron en lugares en donde sirvieron como corresponsales: "Estábamos hablando de cuestiones de actualidad internacional. La idea se nos presentó y decidimos ponernos a ella de inmediato", las cita el diario El País.
Las cenas de Stalin "duraban seis horas e incluían juegos que siempre acababan con los comensales –todos los que no eran Stalin– humillados", señala la reseña del diario madrileño.
Mussolini odiaba la pasta. Prefería una ensalada de ajos crudos aliñados con aceite y limón.
Al dictador iraquí Sadam Hussein, le preparaban la comida cada día de forma simultánea en sus 12 mansiones, porque no se sabía en cuál de ellas acamparía.
Dictator’s Dinners. A Bad Taste Guide to Entertaining Tyrants incluye una treintena de recetas.
"Muchos de ellos venían de orígenes humildes y al llegar al poder estuvieron encantados de poderse dar estos lujos", explicó a El País una de las autoras.