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A más de un año de la muerte de Fidel Castro, Cuba mantiene "encanto"... de museo comunista


Los libros "revolucionarios" se venden en La Habana a los turistas como souvenirs del comunismo.
Los libros "revolucionarios" se venden en La Habana a los turistas como souvenirs del comunismo.

Autos americanos de los '50 siguen recorriendo el Malecón y no se ven anuncios de marcas internacionales, pero el esperado desembarco de millones de turistas estadounidenses se ve cada vez más borroso, apunta el cronista de viajes del Evening Standard de Londres.

Ver Cuba antes de la muerte de Fidel Castro era hasta hace unos años una carrera contra el tiempo, pues los Chevys de los años 50 por el Malecón y las elegantes plazas sin anuncios comerciales se consideraban bienes altamente perecederos de la industria turística, dependientes de la longevidad del gobernante, apunta Tom Peck, cronista de viajes y deportes del diario londinense Evening Standard.

Sin embargo,Castro finalmente sucumbió hace más de un año y las cosas no han resultado como se esperaba. Sorprendentemente, las grandes oleadas de americanos nunca llegaron.

Lo que significa, acota el autor, que los cubanos no han despertado a un mundo en el que un médico gana más que un camarero, el consumo de carne y langosta no está regulado solo para los turistas por el Estado y un congelador no cuesta en una tienda más que el salario de todo un año.

Hay lugares donde se puede comer decentemente, pero hay que buscarlos entre las prósperas“paladares”, donde se permite a los propietarios privados sacar una pequeña ganancia. El cronista alaba los tacos ahumados de aguja y la langosta en salsa Pernod que sirven a los viajeros en el más famoso de estos restaurantes, la paladar La Guarida.

Peck señala que a la muerte de Castro muchos ensalzaron el sistema educacional cubano. Sin embargo, afirma, sus mejores beneficiarios están muchas veces manejando taxis, ayudando a los turistas a entrar y salir de los “almendrones” americanos que hacen tours por La Habana, o sirviendo cocteles a las mesas de los hoteles todo-incluido de Varadero.

El quid de la cuestión, observa el cronista, es que Cuba es un país definidamente comunista. No se ve publicidad de marcas o productos internacionales. Y vivir y respirar comunismo tiene sus consecuencias. Por ejemplo las mujeres ganan lo mismo que los hombres, lo cual significa, dice, que la tasa de divorcios es enorme. "En la tierra de Fidel la fidelidad (conyugal) no es una cualidad muy apreciada", comenta

En el Hotel Nacional, a juzgar por las fotos en el lobby, están tan orgullosos de haber hospedado a Fred Astaire y Rita Hayworth como de haber acogido a (los autoritarios gobernantes) Vladimir Putin, de Rusia, y Laurent Kabilá, del Congo.

Pero los primeros retoños de “contrarrevolución capitalista” son evidentes, agrega: a la entrada de la Habana Vieja se levanta un imponente hotel Kempinski de una manzana completa, donde la habitación más barata cuesta 600 libras esterlinas (USD $840) y el wi-fi es milagrosamente accesible sin necesidad de una tarjeta estilo "raspadito" emitida por el gobierno.

El autor recuerda que bajo la distensión emprendida con Cuba por Barack Obama a los estadounidenses se les autorizó a visitar la isla, siempre que llenaran un formulario que requería que inventaran algo acerca de programas culturales en los que se suponía iban a participar, aunque generalmente iban a broncearse al sol de Varadero.

Sin embargo, la naciente industria turística cubana descubrió desilusionada cuantos norteamericanos ni siquiera se tomaron esa molestia.

Ahora, dice Peck se acusa al presidente Trump de querer llevar las relaciones al nivel de la Guerra Fría, y la esperada “revolución americana” parece cada vez más lejana.

El cronista le preguntó al respecto a María, guía turística que lo llevó a una tabaquería para que comprara cigarros Cohíba a 8 libras el puro (USD $11).

“Algunos americanos vienen pero la mayoría tiene miedo. No saben de la educación y la salud pública. Creen que van a encontrarse con gente sufriendo e indios apuntándose unos a otros con flechas. Los americanos consumen lo que les dan, pero no saben nada del mundo”, respondió la mujer.

(Peck señala que con un empleo de guía turístico, que permite el contacto con extranjeros y sus divisas, un cubano puede ganar en un día cuatro veces más que el salario medio: menos de 30 dólares mensuales).

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