Alemania se congratuló el miércoles por la solidez de sus relaciones con Estados Unidos, con motivo de las celebraciones en Berlín del 50º aniversario del discurso de John Kennedy y de su "Ich bin ein Berliner".
Antes de la principal ceremonia de conmemoración organizada en la antigua municipalidad de Berlín Oeste, donde Kennedy pronunció su discurso ante 450.000 personas en 1963, el ministro alemán de Relaciones Exteriores Guido Westerwelle dijo que las palabras del entonces presidente estadounidense fueron "inolvidables" para los alemanes.
"Berlín era una ciudad dividida, la Guerra Fría había separado a los alemanes a ambos lados del Muro" declaró en un comunicado. "En estos tiempos difíciles, el presidente Kennedy dio una nueva esperanza a los berlineses y a los alemanes, una nueva confianza", añadió.
Según él, la visita del presidente Barack Obama la pasada semana y su llamado --en el que se apoyó en elementos del discurso de Kennedy-- en favor de una cooperación transatlántica muestran que el espíritu de JFK sigue vivo.
La breve estadía de ocho horas de Kennedy el 26 de junio de 1963 se produjo en un momento crítico de la Guerra Fría. Un año antes, la crisis de los misiles de Cuba estuvo a punto de convertirse en un conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Dos años antes, en 1961, la República Democrática Alemana había decidido erigir el Muro, separando en dos la ciudad.
En un vibrante discurso de unos diez minutos, Kennedy dijo a los berlineses lo que éstos deseaban oír: una condena del Muro, la promesa de que el mundo libre permanecía a su lado. "La libertad implica muchas dificultades, y la democracia no es perfecta, pero jamás hemos tenido que construir un muro para impedir que nuestro pueblo huyera", dijo Kennedy.
Y como conclusión, lanzó estas ya célebres palabras: "Todos los hombres libres, vivan donde vivan, son ciudadanos de Berlín, y por ello, como ciudadano libre, estoy orgulloso de decir 'Ich bin ein Berliner' (soy un berlinés)".
Este gesto de solidaridad de Kennedy, cinco meses antes de ser asesinado en Dallas, fue saludado con una inmensa ovación por la muchedumbre berlinesa.
Antes de la principal ceremonia de conmemoración organizada en la antigua municipalidad de Berlín Oeste, donde Kennedy pronunció su discurso ante 450.000 personas en 1963, el ministro alemán de Relaciones Exteriores Guido Westerwelle dijo que las palabras del entonces presidente estadounidense fueron "inolvidables" para los alemanes.
"Berlín era una ciudad dividida, la Guerra Fría había separado a los alemanes a ambos lados del Muro" declaró en un comunicado. "En estos tiempos difíciles, el presidente Kennedy dio una nueva esperanza a los berlineses y a los alemanes, una nueva confianza", añadió.
Según él, la visita del presidente Barack Obama la pasada semana y su llamado --en el que se apoyó en elementos del discurso de Kennedy-- en favor de una cooperación transatlántica muestran que el espíritu de JFK sigue vivo.
La breve estadía de ocho horas de Kennedy el 26 de junio de 1963 se produjo en un momento crítico de la Guerra Fría. Un año antes, la crisis de los misiles de Cuba estuvo a punto de convertirse en un conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Dos años antes, en 1961, la República Democrática Alemana había decidido erigir el Muro, separando en dos la ciudad.
En un vibrante discurso de unos diez minutos, Kennedy dijo a los berlineses lo que éstos deseaban oír: una condena del Muro, la promesa de que el mundo libre permanecía a su lado. "La libertad implica muchas dificultades, y la democracia no es perfecta, pero jamás hemos tenido que construir un muro para impedir que nuestro pueblo huyera", dijo Kennedy.
Y como conclusión, lanzó estas ya célebres palabras: "Todos los hombres libres, vivan donde vivan, son ciudadanos de Berlín, y por ello, como ciudadano libre, estoy orgulloso de decir 'Ich bin ein Berliner' (soy un berlinés)".
Este gesto de solidaridad de Kennedy, cinco meses antes de ser asesinado en Dallas, fue saludado con una inmensa ovación por la muchedumbre berlinesa.