Estados Unidos y naciones europeas acordaron el sábado imponer las sanciones financieras más potencialmente severas hasta la fecha a Rusia en represalia por su implacable invasión a Ucrania, yendo tras las reservas del banco central que sostiene la economía rusa y dejando fuera a algunos bancos rusos de una red global financiera vital.
La decisión, anunciada al tiempo que las fuerzas ucranianas luchaban el sábado para mantener a las fuerzas militares rusas fuera de la de la capital de Ucrania y la población hallaban refugio en túneles del metro, sótanos y garajes subterráneos, tiene el potencial de propagar el dolor de la represalia de Occidente por la invasión del presidente Vladimir Putin a la población civil rusa mucho más que las rondas anteriores de sanciones.
"Putin se embarcó en un camino que pretende destruir Ucrania, pero lo que en realidad está haciendo es destruir el futuro de su propio país", sostuvo la presidenta de la Comisión de la Unión Europea, Ursula von der Leyen.
La Unión Europea, Estados Unidos, Gran Bretaña y otros aliados han redoblado incesantemente la intensidad de sus sanciones desde que Rusia lanzó la invasión.
Si bien funcionarios estadounidenses y europeos dejaron en claro que seguían trabajando en la mecánica de la implementación de las medidas más reciente e intentan prescindir de las exportaciones rusas de petróleo y gas natural, las sanciones conjuntas podrían ser unas de las más duras impuestas contra una nación en tiempos modernos. En caso de que sean cumplidas a cabalidad conforme a lo previsto, las medidas causarán serios daños a la economía rusa y limitarán severamente su capacidad para importar y exportar productos.
Estados Unidos y sus aliados europeos anunciaron las medidas en un comunicado conjunto como parte de una nueva ronda de sanciones al sector financiero ruso, que tienen la intención de "que Rusia rinda cuentas y asegurar colectivamente que esta guerra sea un fracaso estratégico para Putin".
Las restricciones contra el banco central afectarán directamente reservas por 600.000 millones de dólares a disposición del Kremlin y limitarán la capacidad de Rusia para apuntalar al rublo en medio de las fuertes sanciones de Occidente.
Funcionarios estadounidenses dijeron el sábado que las medidas fueron diseñadas para causar que el rublo se fuera en "caída libre" y disparar la inflación en Rusia.
Subrayaron que las sanciones anunciadas previamente ya han tenido sus repercusiones en el país, donde causaron que el rublo se cotizara a su nivel más bajo frente al dólar en la historia y el mercado accionario local tuviera su peor semana en registro.
El declive del rublo quizá incremente la inflación, lo que podría perjudicar al ruso ordinario y no sólo a las élites rusas que fueron los objetivos de las sanciones originales. Esto supondría ampliar en forma considerable las dificultades económicas.
La decisión del sábado incluye excluir a los principales bancos rusos del sistema de mensajería financiera SWIFT, que a diario mueve miles de millones de dólares en más de 11.000 bancos y otras instituciones financieras en el mundo.
Las sanciones continuaban siendo afinadas el fin de semana, dijeron funcionarios, para limitar el impacto de las restricciones en otras economías y en las compras europeas de energía a Rusia.
Los aliados en ambos lados del Atlántico también consideraron la opción del SWIFT en 2014, cuando Rusia invadió y se anexó Crimea, que era de Ucrania, y apoyó a las fuerzas separatistas en el este ucraniano.
Rusia declaró entonces que si la excluían del Swift eso equivaldría a una declaración de guerra. Los aliados, criticados desde entonces por haber respondido con debilidad a la agresión rusa de 2014, habían desechado la idea. Rusia ha intentado desde entonces desarrollar su propio sistema de transferencias financieras, con limitada eficacia.
Estados Unidos ya ha conseguido antes la expulsión de algún país del sistema SWIFT, con sede en Bélgica, a decir Irán, por su programa nuclear. Pero sacar a Rusia del SWIFT también podría perjudicar a otras economías, incluidas la de Estados Unidos y la de la aliada importante Alemania.
La desconexión del SWIFT anunciada el sábado por Occidente es parcial, porque da a Europa y Estados Unidos un margen para intensificar después las sanciones.
Al anunciar las medidas en Bruselas, la presidenta de la Comisión de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que exigiría al bloque que también "paralice los activos del banco central de Rusia" a fin de congelar sus transacciones. Eliminar varios bancos comerciales del SWIFT "garantizará que esos bancos estén desconectados del sistema financiero internacional y les perjudicará su capacidad de operar a nivel global", agregó.
Conseguir que la UE accediera a sancionar a Rusia mediante el SWIFT había sido un proceso difícil en virtud de que el comercio entre la UE y Rusia alcanzaba 80.000 millones de euros, unas 10 veces más que con Estados Unidos, que había sido uno de los primeros proponentes de tales medidas.
Alemania específicamente se había opuesto porque podría perjudicarle demasiado. Sin embargo, la ministra del Exterior, Annalena Baerbock, dijo en un comunicado que "tras el descarado ataque de Rusia… estamos trabajando duro a fin de limitar el daño colateral de desconectar (a Rusia) del SWIFT para que afecte a las personas correctas. Lo que necesitamos son restricciones selectivas y funcionales del SWIFT".
Como tercera medida, los aliados anunciaron un compromiso "de adoptar medidas para limitar la venta de ciudadanía —los llamados pasaportes dorados— que permiten a rusos ricos vinculados con el gobierno ruso convertirse en ciudadanos de nuestros países y acceder a nuestros sistemas financieros".
El grupo también anunció la formación esta semana de una fuerza de tarea trasatlántica para garantizar que estas y otras sanciones contra Rusia sean aplicadas en forma efectiva mediante el intercambio de información y el congelamiento de activos.