El pasado 18 de diciembre, en ocasión del Día Internacional del Migrante, el gobierno de Estados Unidos alertó que atravesar la selva del Darién, cruzar el Mediterráneo, el Golfo de Bengala, el Mar de Andamán, el Mar Rojo o las zonas desérticas de la frontera sur de Estados Unidos son de las rutas más riesgosas que emprenden los inmigrantes en todo el mundo.
En el caso de los cubanos, que por décadas han arriesgado sus vidas lanzándose en precarias balsas al mar para intentar cruzar el Estrecho de la Florida, en el último año miles se han aventurado a caminar durante días por la selva del peligroso Tapón del Darién que comunica a Colombia con Panamá.
El director del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) de Panamá, Oriel Ortega dijo que este año se registró el paso de más de 130.000 personas con destino a Norteamérica.
"Son cifras exorbitantes, más de 130.000 personas transitaron por la selva del Darién, más de 80.000 de origen haitiano y 15.000 cubanos", declaró Ortega.
Meses antes, Santiago Paz, Jefe de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Panamá, llamó la atención sobre el peligro de esta ruta.
"Los migrantes caribeños y extrarregionales hacen el cruce en condiciones de alta vulnerabilidad y quedan expuestos a riesgos a lo largo de la ruta migratoria, en particular en el cruce del Tapón del Darién en la frontera entre Panamá y Colombia", declaró en octubre.
Además de los haitianos y cubanos, los migrantes del Darién también llegan desde Venezuela, numerosos países en Asia y África, entre ellos Bangladesh, Senegal, Ghana, Uzbekistán, India y Nepal.